UN PARAÍSO PARA LOS SENTIDOS
Acudí a la casa con la intención de pasar unos días en un lugar tranquilo donde poder desconectar y recargar pilas. Al llegar me quedé gratamente impresionada con la localización y arquitectura de la casa. Tenía el mar al cruzar la calle y una casa que invitaba al descanso y la relajación. La sensación al estar dentro era de que la casa estaba viva. Todos los elementos estaban muy presentes, la madera que lo envuelve todo como en un abrazo, la circulación del aire que creaba la sensación de que la casa respiraba, los grandes ventanales abiertos al mar, las campanillas de viento que hacían vibrar todo el espacio, la chimenea. Me pareció un lugar mágico. Realmente pierdes la noción del tiempo estando allí.
La casa está perfectamente equipada con todo lo que puedas imaginar, llena de pequeños y grandes detalles que la hacen realmente acogedora y especial. Me dió pena no saber tocar el piano, invitaba a escucharlo. Leer un libro en el salón con esas maravillosas vistas fue una delicia. Ver amanecer sobre el mar mientras descansas en la cama y darte un baño contemplando el ocaso no tienen precio. Me sentí tan a gusto en la casa que apenas quise salir. Me parece un lugar idílico para un retiro, para los amantes de la tranquilidad. Lo único malo: después no quieres marcharte. Volveré seguro. 10 de 10. Gracias por ofrecer un espacio tan cuidado en todos los detalles.
UN PARAÍSO PARA LOS SENTIDOS
Acudí a la casa con la intención de pasar unos días en un lugar tranquilo donde poder desconectar y recargar pilas. Al llegar me quedé gratamente impresionada con la localización y arquitectura de la casa. Tenía el mar al cruzar la calle y una casa que invitaba al descanso y la relajación. La sensación al estar dentro era de que la casa estaba viva. Todos los elementos estaban muy presentes, la madera que lo envuelve todo como en un abrazo, la circulación del aire que creaba la sensación de que la casa respiraba, los grandes ventanales abiertos al mar, las campanillas de viento que hacían vibrar todo el espacio, la chimenea. Me pareció un lugar mágico. Realmente pierdes la noción del tiempo estando allí.
La casa está perfectamente equipada con todo lo que puedas imaginar, llena de pequeños y grandes detalles que la hacen realmente acogedora y especial. Me dió pena no saber tocar el piano, invitaba a escucharlo. Leer un libro en el salón con esas maravillosas vistas fue una delicia. Ver amanecer sobre el mar mientras descansas en la cama y darte un baño contemplando el ocaso no tienen precio. Me sentí tan a gusto en la casa que apenas quise salir. Me parece un lugar idílico para un retiro, para los amantes de la tranquilidad. Lo único malo: después no quieres marcharte. Volveré seguro. 10 de 10. Gracias por ofrecer un espacio tan cuidado en todos los detalles.