Alfred Nobel, es el químico sueco que patentó la dinamita y la gelignita. Nacido en 1833 en una familia de ingenieros, pasó gran parte de su vida en San Petersburgo, donde su padre instaló una fábrica de armamento que qeubró en 1859.
En 1863 regresó a Suecia, acabando las investigaciones que había iniciado en el campo de los explosivos y en 1867 consiguió crear la dinamita, un explosivo plástico con el que se reducían los riesgos de accidente (las explosiones accidentales de la nitroglicerina, en una de las cuales había muerto su propio hermano Emilio Nobel y otras cuatro personas, habían despertado fuertes críticas contra Nobel y sus fábricas).
También produjo otras invenciones en el terreno de los explosivos, como la gelignita (1875) o la balistita (1887). Nobel patentó todos sus inventos y fundó compañías para fabricarlos y comercializarlos desde 1865 (primero en Estocolmo y Hamburgo, luego también en Nueva York y San Francisco).
Sus productos fueron de enorme importancia para la construcción, la minería y la ingeniería, pero también para la industria militar (para la cual habían sido expresamente diseñados algunos de ellos, como la balistita).
Nobel acumuló una enorme riqueza, pero también cierto complejo de culpa por el mal y la destrucción que sus inventos pudieran haber causado a la humanidad en los campos de batalla. La combinación de ambas razones le llevó a legar la mayor parte de su fortuna a una sociedad filantrópica –La Fundación Nobel–, creada en 1900 con el encargo de otorgar una serie de premios anuales a las personas que más hubieran hecho en beneficio de la Humanidad en los terrenos de la física, química, medicina o fisiología, literatura y la paz mundial, y a partir del año 1969 también en la economía (que entrega el Banco Central de Suecia).
En 1888, cuando un diario francés publicó accidentalmente su obituario, Nobel leyó: «El mercader de la muerte ha muerto… El doctor Alfred Nobel, que se hizo rico al encontrar formas de matar más gente y más rápido que nunca antes, murió ayer». Se cree que esto lo motivó a destinar 2,69 millones de dólares (301 millones de dolares en dinero actual) a la creación de los Premios Nobel. Murió en 1896.