miércoles, 12 de junio de 2024

Faraones






Ignacio Ruiz Quintano
Abc


    Ayer fui a Toledo a un recado.

    
Una cosa que no sabe la Generación Mejor Preparada de la Historia es que a Toledo viajó el 98 en 1900 para descubrir España en cuatro días:


    –Nos encontrábamos dentro de la Historia de España –anota Azorín con precisión de frutero–. Dentro llenamente de la propia España. La nacionalidad la ha creado en España la Iglesia (esto incluye a Uriarte, el gatazo Garfield del obispado carpetovetónico). El Greco nos había llevado al cardenal Romo, y el cardenal Romo, con su libro singular (“Independencia constante de la Iglesia hispana”), nos había adentrado en el corazón de España.

    
El 98 fue a Toledo para cuatro días en tren y yo lo hice para cuatro horas en coche, por la AP1, la Autopista Fantasma. Llegué a las 6 de la tarde, ya de noche, y regresé a las 8. Ni a la ida ni a la vuelta (18 euros la excursión completa) vi otro coche en el camino.


Es una soledad en la oscuridad igual a la vivida por Michael Collins pilotando el módulo de mando del Apolo 11 en la cara oculta de la Luna mientras Armstrong y Aldrin paseaban de la mano por el Mar de la Tranquilidad.


Es un lujo sólo al alcance de la Nasa de los 60 ó de la España de los Faraones: Bono, el del pelazo Barry White en “Can't Get Enough of Your Love, Babe”, padrino de la Autopista Fantasma, y Gallardón, el hombre que le habría robado el odre (“Basso Profondo”) a Carlos Herrera, padrino (Gallardón, no Herrera) del tren botijo a la granja de “dibus” de San Martín de la Vega, donde hasta los gitanos atan a los galgos con catenarias.


    El tren botijo de Gallardón cierra por falta de viajeros a la Warner, ninguno de cuyos “dibus”, por cierto, aparece en la lista de masones del periodista Xavi Casinos, donde figuran desde Mickey Mouse hasta los Picapiedra, pasando por TintínBatmanSupermán y Los Pitufos.


    A Curro y Lola Flores, faraones del Imperio Antiguo, los han sustituido Bono y Gallardón, faraones del pueblo en el milenio nuevo.


Diciembre, 2013 

Miércoles, 12 de Junio

 



El lujo de la buena carne

martes, 11 de junio de 2024

Góngora

 



 

Francisco Javier Gómez Izquierdo


               Suelo hilar la hebra en lo de Antonio durante el café y la tostada con un viejo profesor de los que empezaron a enseñar Lengua y Literatura en los 70 y que ya sobrepasa los 80. De Soria, casó aquí en Córdoba y el hombre es bueno, culto sin ínfulas y tan respetado como querido en el barrio. El profesor se llama Saturnino y le tuteo porque si no se enfada "¿Y por qué no te pusieron Saturio en vez de Saturnino?" y... ¡hala! nos lanzamos a platicar de asuntos divertidos, apartados los dos de este azote político que los catalanes sacuden sin piedad sobre el resto de los españoles. Estaba Saturnino indignado esta mañana porque se ha enterado que van a repetir un examen del PREU, Reválida, Selectividad o como se llame ahora porque han puesto un soneto de Góngora que no entra en el temario. "¿Cómo no va a entrar Góngora en el temario?", pregunta a nadie y se responde él mismo; "...A mí a veces no me daba tiempo a dar toda la asignatura, pero mis alumnos sabían que tenían que preparar también lo que restaba".


       Un profesor de los modernos nos dijo hace unos años a Satur y a servidor que en tiempos de Franco había escritores como Lorca, Miguel Hernández, Alberti... que no salían en los libros y que todo era Cervantes, Quevedo, Lope de Vega, Calderón... por lo que nuestra preparación era inadecuada. Ese profesor enseña a tiernos infantes con un libro de texto donde a Quevedo le dan dos líneas y en ellas se dice que era cojo. Le apunté que en sexto de bachillerato a mí me pusieron el verso "...al octavo mes ríes con cinco azahares..", a partir del cual había que rellenar dos folios. "Aún vivía Franco..." le recalcamos. El tío no me supo decir qué cosa era aquélla, ni de quién, ni ná de ná. Hace años que sólo le decimos hola, buenos días y buenas tardes. A mi chico, otro profesor le riñó por leer el Segismundo en vez de "Vaqueros de marca" de una tal Consuelo Jiménez, lectura apropiada, al parecer, para alumnos de 15 años.


      El gran PIK, amigo de ley y estoy seguro que buen profesor, ya jubilado también, me tiene dicho que los alumnos aprenden a pesar de los profesores y como no puede ser de otro modo se hizo de cruces cuando esta peste que manda decidió que se puede pasar de curso ¡¡¡y tener becas!!! con suspensos. "Luego dicen que la enseñanza pública se la están cargando las almas del Purgatorio."


      -Bueno, ¡a Góngora!, el archienemigo de Quevedo ("Yo te untaré mis obras con tocino/porque no me las muerdas, Gongorilla...") tienes que desagraviarlo en el sitio ése donde escribes, porque es cordobés, tiene una calle y una taberna y está en la mezquita enterrado, y un poema en la ribera que se puso en 1927, a los trescientos años de su muerte. Dentro de tres, cuatrocientos. Además, fíjate que el poeta en el Canto a Córdoba no menciona la mezquita.


      Pues nada, Satur, nosotros con nuestros Machado, Quevedo, Góngora...

Sociedades indignas



Eric Voegelin


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


El ruido madridista de la Champions nos ha tapado la movida en Madrid de los pechos lobos de Bilderberg, que este año se han traído a un señor de la guerra noruego a explicarles el Apocalipsis (el caballo rojo) en unos ejercicios espirituales al modo Paular destinados a empoderar en sus invitados al jesuita sin fe (fin y medios) que llevan dentro.


El Club Bilderberg evoca la Cueva de Montesinos, ese lugar lleno de secretos en que los magos realizan encantamientos y que sirvió a don Quijote para regresar a la primera realidad, en visión de Eric Voegelin en su “Hitler y los alemanes”, conjunción molesta, esa “y”, pues vincula “la envilecida condición del Führer con la corrupción generalizada del país que lo votó”, en observación del editor, José María Carabante.


Los locos siempre desean gobernar, a pesar de que no quieran saber nada de ellos los que saldrán perjudicados –dice Voegelin, que ve en Cervantes un conjunto de criterios para valorar la segunda realidad, que se convertirá en realidad socialmente dominante en casos de locura colectiva, siempre que cuente con el respaldo del poder político. ¡La patocracia que con tanto trabajo nos hemos dado!


Primera realidad (la de la experiencia) y segunda realidad (la de la imaginación) son las muletas de la filosofía de Voegelin. Sancho y don Quijote. Su visita a la Cueva de Montesinos desvaneció en don Quijote la locura (segunda realidad), haciéndolo regresar a la primera.


En 1964, Voegelin sostiene que, gracias a Hitler, emergió la indignidad del pueblo alemán. “He aquí su auténtica proeza”. Ningún análisis cultural, ni el más pesimista, podría haber puesto de manifiesto tan patentemente “el grado de putrefacción de la razón y el espíritu alcanzado por la sociedad alemana de la época, y por las democracias de su alrededor”.


Constatamos la deshumanización, la más completa ignorancia, así como la profunda parálisis que atenazaba a la pequeña burguesía alemana ante las injusticias contra los hombres.


A los de la papiroflexia con la inicua ley de Amnistía: el derecho penal, avisa Voegelin, depende de la integridad moral de la sociedad y exige que esta última no esté en su mayor parte compuesta por criminales: “Si la sociedad en su conjunto admite que se perpetren acciones criminales y no las combate, no hay juristas que valgan para defender la justicia, porque todos los que componen el cuerpo social, incluidos ellos mismos, serán culpables y compartirán esa misma naturaleza criminal”.


El objetivo de Voegelin con su estudio era superar los lugares comunes y los tópicos creados en torno al nacionalsocialismo: “Sin desprendernos de ellos, es imposible comprender la corrupción moral de cariz pneumopatalógico que aquejó a la población alemana”.


Estamos en el 64, y de acuerdo con los preceptos de la perturbada cultura de salón pequeñoburguesa en la República Federal, “llamar asesino a quien lo es, es una muestra de mala educación”.


[Martes, 4 de Junio]

De un ensayo titulado: «Los Toros entre la Reverencia y la Ansiedad. Un singular acercamiento a la anomalía humana». Toros, necesidad y contingencia



Jean Juan Palette Cazajús


En los vuelos del capote,

con el toro que va y viene,

juega al estilo andaluz,

en una clásica suerte, 

complicada con la muerte

y chorreada de luz.

(Manuel Machado)



Considerada desde el espesor inalterable de la violencia humana intraespecífica, la muerte del toro no aparece particularmente escandalosa. Interpela sobre todo a los citados adeptos del animalismo en tanto que función «endotélica», aquella que trata de estabilizar el eje interior de los seres humanos frágiles e inseguros, aquella que les brinda, como toda creencia salvífica, la ilusión de una finalidad. Interpela a los cándidos creyentes en una redención inminente de la naturaleza humana, a los incautos que piensan estar recorriendo las últimas etapas de su crucero hacia la salvación. Gente incapaz de resistir la tentación totalitaria, gente a la que le resulta «imposible no sentir aversión […] por todos aquellos que, por ser algo, nos impiden serlo todo», escribía Jean-Jacques Rousseau. Prohibir las corridas de toros tendría una única pero grandísima ventaja: la de demostrar por fin su absoluta incongruencia con la maldad humana. El mal es precisamente aquello que no puede prohibirse. A lo largo de todo el presente viaje no hemos ignorado en ningún momento la gravedad moral de toda relación a vida o muerte con lo que Claude Lévi-Strauss llamaba «la sustancia peligrosa de los seres vivos». Grande es la diferencia entre matar o no matar a un animal, sin embargo, no fue, durante miles de años, una disyuntiva ética. Fue la diferencia entre un acto necesario y fundador de la historia humana y su contrario, que solo podía ser un «no acto», es decir algo que no tenía alternativa ni juicio posible. Por esto los hombres, en los Vedas, en el Pentateuco, seguramente desde mucho antes, velaron por que fuesen codificadas y culturalizadas «las reglas de la buena muerte animal». El aficionado a los toros es tan sensible y capaz como cualquiera para valorar la legitimidad y la coherencia –pero también las incoherencias– de cualquier problemática animal.


Sacaremos del acervo de la tradición filosófica dos conceptos antinómicos que nos ayudarán a entender la excepcionalidad de la corrida de toros: Por un lado, el concepto de «contingencia», aquello que puede ser, o no ser. Por otro, el de «necesidad», aquello que no puede no ser. La corrida es una práctica «contingente», es decir que siendo, bien podía no haber sido y bien podría no ser algún día. Cuando llega a morir un torero, lo volvimos a leer con motivo de la muerte de Iván Fandiño (17.VII.2017), uno de los «chistes» rituales, inevitables, de los animalistas consiste en exclamar: «Toros: equis miles, toreros: 1». No por consabida, menos indecente equiparación de la vida animal y humana. Cuando lo que la corrida de toros pretende transmitir es exactamente el mensaje contrario. La corrida de toros constituye un acto performativo que nos dice que la frontera ontológica entre humanos y animales es abismal y debe mantenerse sagrada. La corrida de toros es una liturgia que proclama y celebra aquella jerarquía y la prelación de valores que permiten construir una ética del respeto humano. La corrida de toros convoca, provoca e invoca el misterio fundamental: la emergencia, en principio altamente improbable, del hiato que terminó distanciando definitivamente al animal humano del resto de la biocenosis, es decir la adquirida conciencia de la «necesidad» de la muerte.


Lo repetiremos: en términos puramente evolutivos, para la filogenia de las especies, las nociones de «muerte» y de «vida» están sumidas en una misma indeterminación ya que, de algún modo, vienen constituyendo una misma y única secuencia biológica. Solo adquirirán un sentido antinómico cuando sobrevenga su proceso de interiorización en el seno de las mentes humanas, aquello a través de un largo y tardío proceso, digámoslo así,  de «desgajamiento», cuando la conciencia y el lenguaje llegaron a estar en condiciones de nombrar a una y a otra, de diferenciarlas y de establecer su absoluta contradicción existencial. En esto consiste la «anomalía evolutiva» que estuvo en el origen de la emergencia humana, la que  propició que el intersticio biológico entre la «vida» y la «muerte» –irrelevante en cualquier otra especie– se convirtiera, para los ejemplares de la nuestra, en morada de una «vivencia». La multiplicidad de los factores evolutivos, aleatorios, culturales, que concurrieron en la construcción de aquella anomalía llamada sujeto humano autorizan a resumirla en tanto que pura conciencia de la propia finitud. Antes, solo había aparición, evolución, mutación, desaparición y sustitución de las especies en medio del absoluto silencio cósmico. 


Es decir que el individuo humano emerge «contra» las leyes de la naturaleza física. Luego tiene que pechar con este desequilibrio fundacional, con el vértigo de este descentramiento. Tenemos derecho a pensar que esta anomalía letal fue la que vino induciendo en el hombre, definitivamente carencial, actitudes mentales llamémoslas metafísicas, llamémoslas profilácticas, que desembocarán en su pertinaz necesidad de recurrir a las ilusiones teleológicas. Y esta misma anomalía ontológica en que consiste la humanidad es la que hace inevitable que todos los sueños teleológicos, de la clase que sean, religiosos o políticos, estén abocados a terminar inexorablemente en el fracaso y la frustración. Hoy vemos, además, cómo el hombre ha contagiado la fragilidad de su destino a la mayoría de las restantes especies. Hablando de la singularidad humana, no tiene sentido la noción de «vida» individual, la propia expresión constituye una contradicción biológica. Lo que hay son existencias, destinos, aventuras, enigmas, fracasos, desgracias, despropósitos, mediocridades individuales. Y absurda resulta entonces, hablando en lengua «camusiana», toda existencia humana, definida por el cisma radical entre la conciencia de su terrible brevedad fisiológica y el horizonte infinito de su capacidad espiritual. Y a pesar de que la existencia humana nos resulte absurda, pensamos, con el autor de El hombre rebelde, que nos incumbe el deber y la lucidez de asumir la aventura de vivir. En cambio, también deberemos asumir como absurda cualquier meta salvífica que nos propongan, a mayor abundamiento la indigencia de las perspectivas existenciales que nos quiere vender la ideología animalista.


El conocimiento de que la muerte es «necesaria» en sentido filosófico, es decir inexorable, algo que no puede no ser, es el trágico privilegio y el eje sacro de la condición humana. De principio a fin, dijimos, la práctica del toreo solo cobra sentido con la puesta en riesgo de la vida del torero. Es decir que la conciencia del riesgo asumido por el torero, la conciencia de su muerte potencial, es el instrumento que incorpora en la corrida, no solamente la presencia filosóficamente «necesaria» de la muerte humana, sino también la presencia de la libertad. Nada como la corrida de toros celebra y recuerda la presencia-conciencia de la muerte como condición de engrandecimiento y dignificación de la existencia humana. Piénsese, si no, en otra modalidad de fatalidad mortal, particularmente mediocre y carente de toda grandeza, carente de toda finalidad: el accidente de tráfico que reduce la realidad humana a su peor precariedad aleatoria, al amasijo de carnes sanguinolentas y de chatarra humeante. Degradante realidad cotidiana, la evocada, no obstante tranquilamente metabolizada y asumida por nuestras sociedades. No solamente se pierde la vida en aquellas ocasiones, sino la pertenencia a la humana condición. La sangre sucia en el asfalto, entre cristales rotos y restos orgánicos, nos retrotrae a la insignificancia cósmica del caracol aplastado que cruje bajo el zapato. Por esto, el asta letal del toro perfora y destroza las carnes pero devuelve sus víctimas a la inocencia y a las zonas del alma que solo conocieron los héroes primeros. El torero muerto nos devuelve al mundo de sentimientos y al tipo de imaginación que alumbraron los relatos fundadores de nuestra condición. 


Se comprende así que a la infrecuente muerte del torero corresponda el infrecuente indulto del toro. Por un lado, el fin trágico del torero, simbólico del sino mortal de la humanidad, debe ser «necesariamente», pero debe ser de manera excepcional. Por otro, el indulto que libra al toro particularmente bravo de la muerte, concediéndole así una humanidad metafórica, también debe ser, pero asimismo debe ser excepcional, porque invierte el orden ontológico de las cosas. Hablar de «bravura» del toro consiste en juzgarlo según los valores de la comentada Andreia de los griegos, o de su heredera, la Virtus romana. Y así tanto el concepto de «bravura» como el de «indulto» son antropomórficos como lo es buena parte del vocabulario que sirve para hablar del toro. El indulto al toro bravo, no nos engañemos, bebe en la misma fuente animista que sustenta la sentimentalidad animalista. Y así, lo que nos muestra en filigrana el indulto, al convertir excepcionalmente el toro en humano metafórico, es un indicio, una indicación necesaria de que la muerte del toro nunca es libre de interrogantes. Pero tampoco debemos olvidar que hacer del toro, solo que excepcionalmente, un humano metafórico es también la manera paradójica de recordar, por antífrasis, hasta qué punto –fundamentalmente– no es humano. Y al mismo tiempo, es la manera de recordar que toda muerte reviste una ineludible gravedad y plantea una inevitable pregunta.


Por más que sepamos que el único «ser-hacia-la-muerte» es el torero, lo que viene a confirmar, sin sorpresa, el acontecimiento ocasional del indulto es que los humanos se caracterizan por su tendencia espontánea a generalizar, de manera universal e indiscriminada, su exclusiva conciencia de la muerte. No dudan en extender esta sombra trágica al resto de los seres vivos. Ni debe ni puede banalizarse pues la muerte del toro sin banalizar al mismo tiempo la grandeza de la corrida de toros. Perfectamente consciente de los trascendentales envites que subyacen a la polémica, el aficionado a los toros ejemplar es aquel que duda. Aquel que, seria, lúcida y dolorosamente, asume situarse en el filo de la navaja de la disyuntiva, antes de decantarse por la adhesión a unas prácticas, las de la tauromaquia, que solo pueden significar muy serias convicciones existenciales. De modo que la corrida de toros, «la corrida de muerte», viene a ocupar un espacio fronterizo entre contingencia y necesidad y termina abriendo en la conciencia un hiato vitalmente transgresivo y ansiógeno. La corrida de toros aparece así como uno de los escasos lugares en que suele producirse, efectivamente, una exteriorización absoluta del sujeto humano fuera de los aplomos cotidianos de su condición básica.

 

 

Martes, 11 de Junio

 


Marqués de Salamanca

lunes, 10 de junio de 2024

En busca de la felicidad


Llegada a El Arcángel



 Agradecimiento de los jugadores a tanta fidelidad
 


Francisco Javier Gómez Izquierdo


             Muy lejos del fútbol glamuroso de Madrid y Barcelona que los de los pueblos y provincias vemos por el televisor y al que si alguna vez se nos ocurre acercarnos a sus sedes sólo se nos permite hacerlo ante, un poner, el Osasuna o el Celta de Vigo "...porque quedan localidades libres...", hay otro fútbol con seguidores educados a base de muy malos ratos a cientos, disgustos a tercer domingo y un cariño inquebrantable como el de la madre hacia el hijo en la droga. Que Deportivo, Castellón, Murcia, Recreativo, Córdoba, etc ... anden en la 3ª División española y llenen sus estadios en tardes inciertas como el otro día los 30.000 que se juntaron en Riazor o los 22.000 que ayer acudimos a El Arcángel a animar al Córdoba puede sonar a irracionalidad social y es hasta posible que así sea, pero hay partidos en los que uno nota que está viviendo intensamente porque el día que se decide si llegas a la final de tu Champions, que eso es ascender a Segunda, sientes inmensa y descontrolada alegría cuando el mozote de la tierra, Casas, al que le reprochas sus evidentes defectos técnicos, te saca un lance propio del mejor Romario, sombrero al defensa y en la caída de la bola, ¡zas!, derechazo a la red. Dos goles de ventaja. Tranquilos. Error. Tras insólito lío entre Carracedo y Albarrán, la zona de la derecha, llegó el gol de la Ponferradina y el continuo sobresalto dentro de una zozobra que ni sospechábamos. Se arregló el desatino con un penalty raro por tortazo, mas bien torpe soplamocos en el área, y ¡claro está! se desató tal alborozo en la masa blanquiverde que a servidor no le quedó mas remedio que permanecer un buen rato quieto mirando desde la grada la alegría colectiva y el hondo suspiro del hijo, acérrimo cordobesista, al que se le retardaba la marcha a Sevilla, por tener el coche aparcado en la parte del Cerrillo del Campo de la Verdad para poder salir mejor a la autovía.


      El fútbol, como casi todo espectáculo a lo vivo, tal que los toros, que es arte al que le ha dado por inclinarse a mi doña, se alimenta sobre todo de emoción, y hay que vestirlo de cierta liturgia en la que entraría el ambiente, que no por rutinario y habitual -tal que en primera división-, tiene que ser monótono. Hablar de jugadas, de partidos, de remontadas, hazañas de nuestros héroes... no es tontería. Es pasar un buen rato en el estadio, sobre todo con los que se nota que saben. Otra cosa es entender. Cuando nos metemos a entendedores y profetizamos sin encomendarnos a Dios ni al diablo, pues suele pasar lo que no decía el augurio, y por eso no quiero aventurar lo que pueda pasar ante el Barça. Son muy buenos peloteros. De medio campo para arriba, Marc Guiu, Pau Víctor o el jovencito Unai son temibles, así como Marc Casadó, medio centro con éso que gusta decir tanto a los culés: ADN Barça. Entrenan con los grandes y como es natural en la edad es plantilla que gusta de presumir y alardear con los goles que fabrica y remata. Esta presunción puede resultar al Córdoba un ciclón pero también puede dejar desarropada una retaguardia acostumbrada a pensar en la portería contraria, pero servidor permanece con la dudosa esperanza de si interesa a don Laporta, con lo que cuesta, tener a los nenes en Segunda División.


    Barcelona B-Córdoba es una de las finales que da acceso a Segunda. La otra la disputan el Málaga y el Gimnástico de Tarragona en un doblete Andalucía-Cataluña que por aquí deseamos nos traiga felicidad de la que se siente. 

Charlotada de Beneficencia a base de garcigrandes más pilarico para un mano a mano Castella/Adrián con Timi entre candilejas y pañuelos en el Palco Real, que hasta aquí llega la juerga. Márquez & Moore

 


Sería una enorme injusticia no citar aquí la torería de José Chacón banderilleando, que nos dejó sin duda alguna lo más bello y más torero de la tarde


JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ


Decía siempre un gran aficionado y añorado amigo, delantera de andanada del 9, don Javier Maldonado (qDg), que él nunca asistía a la Corrida de Beneficencia por ser corrida facilona y de público sobrevenido, y que para llevarse un disgusto, prefería quedarse en su casa tan tranquilo. Hoy, a la salida de los toros el aficionado Ch., noventa y cinco años de afición insobornable (aunque se confiese belmontista), decía en nuestro corrillo, a la salida de la corrida, que se estaba planteando muy seriamente no volver a los toros, tras lo vivido en esta tarde absurda, negación de toda afición y epítome de los despropósitos que van transformando la tauromaquia en algo que se aleja de lo que conceptuamos como lo bueno, o lo óptimo, y que, sin embargo, es cantado por el populacho como oro molido. Por lo que pudiera pasar las mentes pensantes tuvieron la ocurrencia de colocar en el palco a Timi esta tarde, que Timi es tan de garantía o más que los toros de Justo Hernández.


Seamos generosos y aceptemos de manera natural que el que se compra una entrada, aunque sea la primera vez que va a los toros, tiene el mismo derecho a sacar un pañuelo blanco que aquél que tuvo unos parientes que se arruinaron por seguir a Emilio Méndez (éste es mi caso). Nada avala nada. El que ha visto mil corridas con criterio tiene una opinión fundada; las viejas gorras de los acomodadores de la Plaza habrían visto cinco mil y no tenían criterio alguno. El obtener satisfacción de la corrida, o de Velázquez, o de Mahler está en relación con el conocimiento: cuanto más has conocido, si lo has hecho con criterio, tu umbral de exigencia se agranda y cada vez te van valiendo menos cosas. A nosotros nos fastidió la vida, mostrándonos la verdad, Antoñete, al que tienen ahora de mamarracho dando nombre a una copa absurda  (con lo que a él le gustaban las copas y lo demás) y a una corrida in-memoriam para la que han contratado a tres patentes negaciones de la tauromaquia de Antoñete; como también nos ha fastidiado la vida la Andanada, desde la que se ve la geometría del toreo a vista de pájaro y no hay error que no se resalte y se magnifique. Pero ya no es hora de echar marcha atrás. Sin esas cosas lo mismo hoy habríamos vibrado con las tristísimas propuestas de Fernando Adrián, torero de nulo interés que con esta suma su tercera puerta grande consecutiva en Madrid. Y para quien tenga memoria, ahí están las cuatro puertas grandes del gran César Rincón: la del Santanerito, número 40, de Baltasar Ibán (2 orejas), la del Galliento, número 113, de Murteira Grave (2 orejas),  la de la Beneficencia del 91, con toros de Samuel Flores, mano a mano con Ortega Cano, los dos a hombros o la del toro Ramillete, número 175, de Moura (2 orejas), cuatro tardes que nos acompañarán mientras vivamos, y frente a eso aquí tenemos hoy la tristeza de la tercera e innecesaria puerta grande de Adrián, esta vez con los toreznos cutres de Garcigrande, otra puerta grande sumatoria de una más una orejas, hecha de flacas faenas que, como aqel famoso río Lethes de los antiguos romanos, producen el olvido.


La historia de esta tarde arranca de antes, de cuando se cae Morante de la Puebla del cartel. Muchos han querido ver en Morante a un epígono de Gallito, porque se compró, o le vendieron, un despacho espantoso de estilo «remordimiento español» que perteneció al Coloso de Gelves. Joselito el Gallo ha sido la mejor cabeza que ha existido en el Planeta de los Toros, y lo mismo integró en su tauromaquia firmísima los avances de Belmonte, que dio pie a la promoción de las Plazas Monumentales, que influyó en ganaderos… Morante terraplanó el ruedo de Las Ventas y ensayó el quite del bú, pero no se parece en nada a Gallito porque él a quien se asemeja es al atrabiliario Enrique Vargas «Minuto», inventor de máquinas y aparatos y de un peto para los caballos que es el que hoy se usa, sastre de sus vestidos de torear y zapatero de sus zapatos, compositor de zarzuelas, acosado por ignotos fantasmas, como este infeliz Morante a quien deseamos una pronta recuperación de su atroz dolencia.


La desaparición de Morante del cartel no sirvió para que el ineficaz Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad Autónoma de Madrid, organizador de la Corrida de Beneficencia, fuera capaz de encontrar un sustituto. Ahí está metida más gente que en la guerra, desde el Director Gerente D. Miguel Abellán Hernando y el Consejero de Medio Ambiente, Agricultura e Interior  D. Carlos Novillo Piris hasta el Consejo de Administración compuesto por Dña. Sonsoles Aboín Aboín, D. José María Álvarez del Manzano y López del Hierro ( el Alcalde), D. William Cárdenas Rubio (El Torbellino), D. José Cepeda García, Doña Paloma Garcia Romero, Doña Mª del Pilar González del Valle (La Marquesa Marrón), Doña Cayetana Hernández de la Riva, Doña Ana Millán Arroyo, D. Miguel Ángel Moncholi Chaparro (El del Bocata) , D. José Ortega Cano, Doña Alejandra Serrano Fernández, Doña Alejandra Frías López, Don Luis Madero López, Don Alberto Escribano García, Don Antonio Bañuelos García, Don Raúl Tenorio Humanes, Don Juan José Urquía García, Doña Lucía Soledad Fernández Alonso y el Secretario del Consejo, D. Antonio Piñol Caballol  (provisional). Bueno, pues entre toda esa banda que mora en el de gañote de los burladeros del callejón fueron incapaces de hallar un tercero que viniese en sustitución de Morante, lo mismo que son incapaces de que se haga cumplir el Pliego de Prescripciones Técnicas del concurso de adjudicación en cuanto a la exhibición de los toros en la Venta del Batán, o de ordenar la retirada de los trapos descoloridos, a pachas entre banderas de España y del Perú, que están puestos en la Plaza, o de retirar la triste liana verde y deshilachada que hay sobre los chiqueros, lo que nos lleva a preguntarnos ¿para qué sirven?.


Siendo incapaces entre todos ellos de hallar un remiendo a Morante dejaron la corrida en un innecesario mano a mano entre Sebastián Castella y Fernando Adrián, en el que nada se ventilaba. Los toros fueron  de Garcigarnde, que fue incapaz de traer un encierro completo a Madrid y hubo que remandar con uno de El Pilar que hizo tercero, pero a cambio ahí tuvimos al ganadero, de camarógrafo amateur, filmando las evoluciones de sus toros uno a uno para ponérselos a los visitantes de su finca, como esos que te ponen el vídeo de la boda. Lo bueno de ganaderías como ésta es que todo sobra: el primer tercio está porque lo dice el Reglamento, y el segundo, lo mismo, que aquí lo que impera es el lío de la muleta y cuanto más idiota sea el toro, mejor. A idiotas nadie puede superar al primero, Achampanado, número 101, y al sexto, Bromista, número 60, que sirvieron para que los del mano a mano, hiciesen sus monerías, sus pillerías, sus picardías, sus trastadas, sus diabluras, su torerismo, sus bribonadas sobre las que ni merece la pena detenerse. A Castella no le salíó la jugada, ni cuando pretendió enfrentar a la Plaza con los más descontentos, ni cuando pretendió echar a rodar su insuslsa tauromaquia de muy poca monta. El primero, ese bendito de Dios, se le fue sin torear y ése es su gran baldón de la tarde, a su segundo le pegó 49 pases antes de entrar a matar y a su tercero le apañó con 30.Y luego está el otro, el torero de las puertas grandes, que se enredó con un inválido, un TMR (Toro de Movilidad Reducida), e hizo imperar sus penosas cercanías y su arrimón para cosechar una aurícula de menos peso que el de un lapicero. Luego se las vio con un lisiado de tipo bíblico al que quiso hacer sus monerías, con una ausencia palmaria de torería, cuando el animalejo inmundo sólo pedía un golletazo. En tercer lugar salió la máquina de embestir que hizo sexto, al que toreó con cuajo de rodillas, y cuando se puso en pie ya se dedicó a torear más al público que al animalejo, y las gentes encantadas con sus posturas de borracho meando y sus ventajismos de libro, que si ¡ole!, que si ¡torero!, le dieron el ansiado trofeo peludo que le franqueaba su tercera y olvidable puerta grande, con lo que supera al Juli en la estadística y le iguala en el olvido. Desde el Palco Real se sacaron pañuelos y eso no es conveniente, pues todo el mundo sabe que ni en el Palco Real, ni en la Presidencia, ni en los burladeros del callejón se deben exhibir esas señales.


Respecto a los toros, baste anotar que el programa de hoy nos alertaba de la existencia de una nueva forma de bravura, que es la «bravura dúctil», que al parecer es la propia de este ganado de Garcigrande, y que junto a la mejicana «bravura detenida», de la que nos habló la aficionada M. en un grato almuerzo, componen dos nuevos hitos para la cosa del manejo ganadero que deben ser reseñados y tenidos muy en cuenta para el futuro.


Sería una enorme injusticia no citar aquí la torería de José Chacón banderilleando, que nos dejó sin duda alguna lo más bello y más torero de la tarde.


ANDREW MOORE











FIN

A comerse la vaca gorda


@realmadrid


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Alfonso Paso, yerno de Jardiel, conoció a Churchill en la Costa Azul, y en un piscolabis dijo el político al comediógrafo: “Hay dos cosas que los ingleses nunca podremos tener: una es el Mediterráneo, y la otra, el Real Madrid.”


Al Real Madrid le llegó la hora de comerse la “vaca gorda”, que es como Churchill llamaba a la ciudad de Londres, en su tiempo la de mayor crecimiento de Europa, por su paz social (casi mil años sin invasiones) y su prosperidad económica.


Han matado a la vaca porque quería comerse el vestido de la dama –dice Cocteau que de este modo oyó a una chiquilla, en Sevilla, contar la corrida de toros. Pues del mismo modo que la fiera cornuda representaba para ella una vaca, el torero, con su montera, sus lentejuelas, sus satenes, sus medias rosas, su capa, representaba una bella dama.


Pocos niños de hoy saben qué es una vaca (el tendero de ordenadores Bill Gates quiere borrarlas de la faz de la tierra, por peerse contra los cielos) y menos quién fue Churchill, pero todos han oído hablar del Real Madrid, que asalta en Londres su décimoquinta Copa de Europa, competición que, al decir del antimadridismo, nunca ganan los mejores. ¿Quién es el mejor? El City, dicen, que en una eliminatoria de catorce cuartos de hora con el Real Madrid, sólo estuvo clasificado durante un cuarto de hora y en el Bernabéu. Lo del Ethihad fue una versión futbolística del “Rope-a-dope” del 74 de Clay ante Foreman en Kinsasha. El “Rope-a-dope” fue una estrategia de pelea ideada por el fotógrafo de boxeo George Kalinsky, y la Wiki la describe con una sencillez que entendería incluso Rodrygo, que se ha pasado las vísperas de la Final de Londres repitiendo que el City es el mejor equipo del mundo, razón por la cual el City, no Rodrygo, verá la Final por TV. En el “Rope-a-dope” con el que Clay eliminó a Foreman, “una de las partes se pone a propósito en lo que parece ser una posición perdedora, tratando con ello de convertirse en el vencedor final”. Clay en las cuerdas aguantando el chaparrón de Foreman con ingeniosísima esquiva a base de inteligencia y elasticidad, como el Madrid plantado ante el City en bloque bajo, y Kroos haciendo de cuatro cuerdas. El “Rope-a-dope” de Kroos en Manchester y su pase antitiquitaquero a Vinicius en Munich (Kroos hace en un pase lo que el Barcelona en cuarenta, tenía dicho Zidane) es lo mejor de la carrera del futbolista alemán en el Real Madrid, que le ha hecho una despedida digna del Camborio, en cuyo entierro iba Pedro Domecq con dos sultanes de Persia. ¿Qué ventilaban ahí esas gentes?


Supongo que por la visión de las etiquetas de las botellas de Domecq en las juergas flamencas –fue la explicación que Lorca dio a Pemán cuando éste se lo preguntó.


El pase de Kroos en Munich nos redime del “Groundhog Day” que ha sido durante una década su cambio de juego hacia Carvajal para descongestionar el sector izquierdo donde tiende a amontonarse todo el mundo (Vinicius, Rodrygo, Mbappé…), aunque lo malo no era el pase de Kroos, sino la solución que le daba Carvajal. La despedida de Kroos sirvió, además, para distraer al antimadridismo rampante, que no ha podido enredar lo que hubiera querido. Lo intentaron metiendo los perros en danza con Lunin, cuya titularidad en Londres defendían con argumentos de la “Teoría de la Justicia” de Rawls, hasta que una gripe “bíblica” (de hacer caso a los medios) ha librado de más explicaciones a Ancelotti. ¡Lunin aislado! ¡Qué sinjusticia! Te imaginas al joven portero como a un joven Thomas Bernhard en su aislamiento de hospital con los enfermos del pulmón, donde cada semana tenía que hacer que le llenaran de aire su neumo: el paciente se echa en la cama de la consulta y, con un tubo fino, se le inyecta aire entre el diafragma y el lóbulo pulmonar enfermo, de esa forma se comprime el agujero para que se cierre.


Un día –refiere Bernhard en sus delirantes memorias– ese médico notable, que era incluso catedrático, me estaba llenando de aire, y en medio de la operación fue al teléfono, mientras yo estaba echado en la cama de la consulta y tenía el tubo en el pecho. Le preguntó a su cocinera por el almuerzo, y después de largas discusiones sobre cebolletas y mantequilla, patatas o no patatas, el profesor tuvo a bien volver a su paciente.


Al contrario que Rodrygo, de Lunin no ha salido una sola queja en la semana grande de la temporada. Todo indica que al brasileño le falta carácter o le sobra representante.


A Vinicius le sobra expresividad –ha dicho Valdanágoras, a quien nadie le ha dicho que le sobra facundia.


La expresividad de Vinicius es su carácter. Sin carácter nadie triunfa en el Real Madrid, donde tienen carácter Courtois (y un “conejo de hielo”, como llaman los holandeses a la sangre fría: ¡qué buen título, “Conejo de hielo”, para la novela de Capote), Carvajal, Rudiger, Nacho, Mendy, Valverde, Camavinga (no, en cambio, Aureliano, la gran baja en Londres), Kroos, Bellingham, Vinicius (no, en cambio, Rodrygo), Güler… ¡y Endrick!, pero ésa será otra historia.


La única duda que plantea esta Final es si La Quince aliviará el peso de los Treinta Años de Leyenda Negra que los obispazos del Dicasterio para la Doctrina de la Fe Antimadridista echaron sobre el Real Madrid cuando Hernández Hernández, que no parece ser Guruceta, corrigió desde el VAR tres groseros errores arbitrales en el partido contra el Almería.


¡Marchando esa vaca gorda!


[Sábado, 1 de Junio] 

Lunes, 10 de Junio

 


Valle de Esteban

¿quién al gato no dice gato gato?

domingo, 9 de junio de 2024

Corrida de la Policía con performance en el "7", de donde se llevaron a dos por largones, y toros de "bravura explosiva" Sorando para Buster Keaton Urdiales, Richard Gere Ortega y Tom Hanks Aguado. Márquez & Moore




 JOÉ RAMÓN MÁRQUEZ


Pues ya por fin acabó la Feria de San Isidro 2024, que ha sido de las peores que podemos recordar, con la exhibición pública de 4.555 kilos de carne que son los que correspondían a los seis toros anunciados y a los dos sobreros que salieron de remiendo. 4.555, con la rima facilona que tiene el número 5, pues ahí está por tres veces para que no quepa duda del subliminal mensaje que la Empresa Plaza1 estaba mandando. La corrida de hoy estaba etiquetada, de manera telegráfica como «Corrida Homenaje 200 Aniversario Policía Nacional» y para festejarlo se preparó una pequeña «performance» policial cuando dos agentes subieron a los altos del 7 a llevarse a dos personas que habían expresado durante el minuto de silencio la opinión de que «con los moros no tenéis cojones», dirigida al señor Director General de la Policía Nacional, don Francisco Pardo, presente en la Plaza. Dado que estos ciudadanos no presentaban rasgos magrebís fue pan comido el subir a su localidad y sacarlos del tendido, imaginamos que con el canónico uso de la palabra «cabayero», que es una inequívoca seña de identidad de la Policía en su trato con el contribuyente. Con tan funesto augurio comenzó la tarde, que era una tarde como de Santander, y con ella entendemos que ya quedamos exonerados de asistir a la Feria de Santiago a ver otra vez a Luque en la única corrida interesante del abono y, de paso, nos sirve para enviar un fuerte abrazo a los que tengan pensado ira a Cuatro Caminos a ver la cosa lisarnasia de Puerto de San Lorenzo/La Ventana del Puerto.


Para el broche final de la feria del Despropósito 2024 no tuvieron mejor ocurrencia los cazatalentos de Plaza1 que irse a Jaén a comprar una corrida a don Juan Román García Sorando, cuya divisa es la bandera de Guinea, y allí el veedor, el cow boy Florencio, seleccionó seis animales cuyas señas más notorias eran las de poseer cuatro patas y un rabo y, vistos por delante, un par de cuernos. Eso en la parte exterior, porque en la interior lo que había era gaseosa de marca blanca y de poca pompa. Para calentar el cotarro o para embaucar a algún incauto, en el programa alardeaban de que estos toros de Román Sorando «poseen en general una bravura explosiva, con nervio, lo que dota a sus embestidas de mayor transmisión en los engaños» Por si no lo saben, además de la «explosiva» existen la bravura «deslocada» y también la «regulada», según palabras de don Álvaro Domecq Romero y además está la «bravura ordenada» No se cansen en ir a buscar esos términos en el Cossío.

 

Particularmente, y ciñéndonos a la corrida de hoy, la auténtica explosión de los Sorando fue de debilidad y de mansedumbre, lo que se dice una bomba atómica de blandura y otra de un muermo muy profundo. La fortuna quiso, además, que hoy se uniesen a los flanes de Sorando los destinos de los sobreros Jaulero, número 2, de José Vázquez y Romano, número 13, de Montalvo, que tantos días llevaban esperando que se cumpliese su sino en los corrales y que, por así decir, eran ya casi como de la familia. A Jaulero le conocimos el día del Santo Patrón y luego le tuvimos ad portas los días 17, 25 y 26 de mayo y 5 y 6 de junio; Romano nos acompañó el 29 y el 30 de mayo y también el 5 y el 7 de junio. Hay que resaltar que la crianza recibida en el Hotel California Taurino de Florito («you can check out any time you like / but you can never leave») es esmerada y equilibrada, porque en los 24 días en que Jaulero ha sido su huésped de honor no ha cogido ni ha perdido un solo gramo, que se ha mantenido en su peso ideal de 567, mientras que Romano tuvo algún exceso que le hizo pasar de los 586 con que se nos presentó el día de San Maximino a los 610 del 5 de junio, aunque luego volvió a su peso ideal de 586, que es tal y como le hemos conocido hoy. Ambos toros mostraron gran apego a la que había sido su casa durante tantos días y cuando los desahuciaron para salir al ruedo no mostraron grandes ganas de cambiar de residencia. Por lo demás, mansedumbre y debilidad, como los titulares, pero estos sin nada de «bravura explosiva», que más bien dio la impresión de que estos eran de la «bravura deslocada», aunque les iba bastante mejor el término «bravura deslomada».


Y respecto a los toreros hoy nos prepararon un programa triple, como aquellos que hacían en el cine Victoria, con Buster Keaton Urdiales en «El Chivo» (The Goat, 1921), Richard Gere Ortega en «Novio a la fuga» (Runaway Bride, 1999) y Tom Hanks Aguado en «La Terminal» (The Therminal, 2004).


Bien es sabido que de los tres astros del cine citados el que más currículum tiene es Urdiales, que siempre ha traído a Madrid su torería de aire un poco triste y que ha dejado hitos como la faena al Fuente Ymbro  Hurón, número 120, que ahí está por los siglos de los siglos. Hoy no era el día, y eso que el tempero norteño le tendría que haber estimulado, pero la violencia de su primero no le inspiró y con su segundo no quiso sacar pecho, dejando tres derechazos de muy buen corte antes de que todo naufragase. Y con el acero, mal.


Ortega tiene por delante solamente futuro, porque hasta la fecha en Madrid tiene todo por demostrar salvo ciertas pinceladas. No es torero de lucha ni de bulla, que él lo que quiere es una dulce cabritilla que no le incomode ante la que lucir sus posturas y su palmito. Hoy no era el día, que los zoquetes que le tocaron en suerte no eran, ni mucho menos, la máquina de embestir que él demanda, y él, al parecer, no está para guerritas. Con su primero dio la vuelta al ruedo no de una manera armónica y en compañía sino en pura persecución. Comenzó en el 5 la reiterada huida de Tonoso II, número 7, y la vibrante persecución fue desarrollándose por toda la plaza, el 7, el 9, el 1, el 3 y finalmente el 4 para ir a morir el toro a escasos diez metros de donde todo había comenzado, sin que se apreciase en los modos de Ortega el poseer la mínima habilidad para sujetar al animal y tratar de que no estuviese a su libre albedrío por la Plaza. Su segundo fue una especie de sardina jabonera muy, muy sucia, un animalejo indecente e impropio de Las Ventas que jamás debió hollar el ruedo y que sirvió de rechifla general por sus constantes caídas, siempre en pases por alto.


Y Aguado, que dio la oportunidad a Andrew Moore de hacer la mejor fotografía taurina de lo que llevamos de siglo XXI, la titulada «No estás solo», tampoco dio el do de pecho en esta tarde triste, solitaria y final en la que no toreó ninguno de los toros que había ajustado y se las tuvo que ver con la pareja de desahuciados, el Vázquez y el Montalvo. Y si hace cinco años un Montalvo le sirvió para dar un golpe en la mesa en Las Ventas y ganar una buena cantidad de crédito, hoy con otro Montalvo ha tirado las cartas a la espera de que, cuando sea, le entre una mano mejor. Hasta las trancas estuvo con el Montalvo, que le hizo huir a la carrera tirando el capote y bien a gusto que se quedó cuando vio palmar al bicho. Él quería haberse quedado con el que echaron, que era más blando y más bobo y se disgustó cuando le sacaron el moquero verde. Su primero fue el Vázquez, y tampoco le gustó que saliera, que él prefería el paquete de mantequilla de Sorando que se fue a los corrales. El Vázquez no tenía mala baba, pero no tenía las precisas condiciones que Aguado demandaba para echar a rodar su arte, así que decidió quedarse con todo su arte dentro para él solito.


El final de la Feria de San Isidro 2024 fue señalado con el lanzamiento de una buena cantidad de almohadillas al ruedo y con la afición desgañitándose, esa «voz de la afición» que clama en el desierto: ¡toro!, ¡toro, ¡toro!


ANDREW MOORE










FIN

Domingo, 9 de Junio



Valle de Esteban

Zona de félidos

Si Satanás se rebela contra sí mismo y se divide, no podrá subsistir, pues ha llegado su fin

 DOMINGO, 9 DE JUNIO


En aquel tiempo, Jesús entró en una casa con sus discípulos y acudió tanta gente, que no los dejaban ni comer. Al enterarse sus parientes, fueron a buscarlo, pues decían que se había vuelto loco. Los escribas que habían venido de Jerusalén, decían acerca de Jesús: “Este hombre está poseído por Satanás, príncipe de los demonios, y por eso los echa fuera”. Jesús llamó entonces a los escribas y les dijo en parábolas:


-¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Porque si un reino está dividido en bandos opuestos, no puede subsistir. Una familia dividida tampoco puede subsistir. De la misma manera, si Satanás se rebela contra sí mismo y se divide, no podrá subsistir, pues ha llegado su fin. Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y llevarse sus cosas, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa. Yo os aseguro que a los hombres se les perdonarán todos sus pecados y todas sus blasfemias. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo nunca tendrá perdón; será reo de un pecado eterno.


 Jesús dijo esto, porque lo acusaban de estar poseído por un espíritu inmundo. Llegaron entonces su madre y sus parientes; se quedaron fuera y lo mandaron llamar. En torno a él estaba sentada una multitud, cuando le dijeron: “Ahí fuera están tu madre y tus hermanos, que te buscan”. Él les respondió:


-¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?


Luego, mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo:


 -Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque el que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.


Marcos, 3, 20-35

sábado, 8 de junio de 2024

Azules y rojos



Robespierre

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Estaba uno ojiplático con el tuit de un profesor universitario que clasificaba la democracia representativa en “liberal, orgánica y popular” (!), y me saltó el video de Otegui:


    –No habría gobierno sin el apoyo de quienes queremos marcharnos de España.


    A la violencia ontológica de tener a Otegui de jefe real del gobierno de España, la ruidajera mediática opone, como paliativo, la acusación de “violencia política” a una diputada de la oposición que en la tribuna dijo “Jehová”, como el anacoreta de “La vida de Brian”, al llamar “nepote” a un miembro del gobierno que se defendió en su banco azul prometiendo “acabar” con los bancos rojos (“banda de fascistas”) de la diputada a lapidar.


    –Los insultos de la extrema derecha preocupan cada vez más a los partidos, que piden cambios para evitar la degradación del Parlamento –tituló el diario gubernamental.


    España es un país tan anómalo que a su Parlamento no lo degrada confinar ilegalmente a la población “porque no sabíamos qué hacer”. Ni siquiera lo degrada la existencia del Banco Azul, expresión en cuero o skay de que el gobierno es el legislador, el juzgador y el ejecutor (¿cómo hablar libremente delante de quien te puede encarcelar por hacerlo?). De hecho, los ministros presumen de legislar y dan su nombre a las leyes. Es el caso de Montero, que antes de ser ministra fantaseaba con la guillotina en Twitter, síntoma propio de lo que Lenin estudió como enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo.


    El amo de la guillotina, como sabemos, fue Robespierre, que no era tan mala gente: en la Constituyente del 91 propuso, sin éxito, la abolición de la pena de muerte, pero la Asamblea no la aceptó, así que luego él la aplicó, y con tanto éxito que ya sabemos dónde acabó. Dice la Historia que Robespierre estaba totalmente perdido cuando, el 8 Termidor, se le dijo en la Convención: “Nommez ceux que vous accusez” (nombre a aquellos que acusa), y no nombró a nadie.


    En las discusiones constituyentes, Robespierre había defendido la separación de poderes (concepto desconocido en España, donde toda teoría política son tuits de Errejón para los jóvenes y jaculatorias del diario gubernamental para los “boomers”), doctrina que conducía a negar a los ministros el derecho “de entrada y de voz” en el cuerpo legislativo.


    –Todo lo que tiende a confundir los poderes aniquila el espíritu público y las bases de la libertad –dijo el Incorruptible.


    Entonces los “pâtissiers” de la situación, aunque sabían que si el rey o sus ministros entraban en la Asamblea el cuerpo legislativo dejaba de ser cuerpo deliberante, pastelearon la solución del banzo azul, cargándose (para siempre en Europa) la Constitución, cuya única función es separar los poderes, salvo la del 78, que lo único que constituye es un puente vacacional en diciembre, como corresponde a una democracia profesoral de banco azul y banco rojo, “representativa, liberal, orgánica y popular”.


Diciembre, 2022 

La de la Cultura, que vaya usted a saber qué es eso, una gayumbada de Victoriano con De Justo, Roca y Jiménez al menudeo orejero. Márquez & Moore

 



JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ


Hoy tocó la «Corrida de la Cultura», que vaya usted a saber qué es eso, y el que tenga dudas que se lo pregunte al chisgarabís del Ministro del ramo o de la rama, que el hombre desde la superioridad de su moral  considera que la de los aficionados a la Tauromaquia es de menor valor que la suya propia, para que se vea en qué poco tiene ese pobre hombre a la verdadera Cultura. Por la mañana un grato almuerzo con los miembros del Club Taurino de Londres, del que es miembro señalado Andrew Moore, para homenajear a Uceda Leal, y por la tarde, a Las Ventas con la certeza, para esto no hay que tener una bola de cristal, de que hoy habría una bandada de orejas flotando sobre el coso de la calle de Alcalá, a ver quién era el que las agarraba, si Roca Rey o Borja Jiménez, porque daba la impresión de que la cotización de Emilio de Justo puntuaba a la baja en la quiniela orejera.


El ganado cultural que se eligió para esta tarde pertenecía a la Facultad ganadera de Victoriano del Río, que ya nos visitó el día 16 de mayo y, en vista del más que descriptible éxito que cosecharon, a los de Plaza 1 les pareció poco y decidieron repetir los productos de Medianillos Ganadera S.L. dieciséis días más tarde para darles otra oportunidad, como quien dice la convocatoria de septiembre. Es bien sabido que, de los tres tercios canónicos que componen la lidia y muerte de un toro, al señor ganadero sólo le importa el último de ellos, el del muleteo, y es a ese fin al que supedita todo su afán de criador de toros. Hay otros aspectos como la casta, el trapío o el poder, que en esta vacada resultan extraños por no decir desconocidos. A cambio de tantas renuncias, de vez en cuando suelta el ganadero un toro que es una máquina de embestir, un autómata que repite incesantemente sus embestidas y que sigue dócilmente los vuelos de la muleta. Ese toro hoy le correspondió a Borja Jiménez, fue el segundo de la tarde y atendía por el nombre de Dulce, número 70. A este le recibió Jiménez de rodillas frente a chiqueros y, una vez de pie, con chicuelinas, delantales y una airosa media. El inicio de la faena, con la pata arqueada y ganando pasos al toro en cada muletazo  hasta que se lo lleva  al tercio tiene sabor y belleza. Y ahí termina el Borja Jiménez que entronca con la renombrada faena del año pasado, el Borja Jiménez de la rectitud, el que cruza al pitón contrario, el de la buena colocación, para aparecer el Frankenstein que ya están criando, cuyo toreo se nutre de la ventaja, de la mala colocación y del aire chocarrero: toreo televisivo 100%, para los que ven los toros desde sus casa (que ya hay que tener valor). Ni que decir tiene que la barata propuesta taurómaca de Borja Jiménez, acaso puntuada por tres derechazos de más enjundia, y por su gran gusto en los adornos, encontró un desenfrenado eco en los abarrotados tendidos, donde se oyeron rotundísimos oles. Las gentes vibraron con esos pases sin alma y sin cuajo del sevillano y cuando el toro, que estaba como el chiste de aquel borracho de «ahora me caigo, ahora me levanto», cayó a la de tres, se produjo la primera petición verdaderamente mayoritaria de oreja de todo lo que llevamos de Feria. El presidente, en uso de sus atribuciones y ante la masiva petición, otorgó el trofeo que concede el público, pero las insaciables gentes pedían una segunda oreja… ¿qué habrían visto? y el señor González González, decidió, con buen criterio y en uso de sus atribuciones, no dar la que es potestad del Presidente, lo que soliviantó sobremanera a las gentes, que obligaron a Jiménez a dar una segunda vuelta al ruedo.


Las concurrencia estaba herida en su amor propio por el desaire presidencial del que se creían víctimas y ya se venteaba que, a poco que hiciera Jiménez, se esforzarían por poner en su mano la llave que abre la puerta grande, así que Jiménez se va otra vez a porta gayola a recibir al quinto y cuando le echan por flojo ahí está de nuevo Jiménez de rodillas ante las puertas de los chiqueros en su tercer saludo que, una vez en pie, consta de verónicas, chicuelinas y media verónica de gusto, justamente jaleadas. Este quinto, Volandero, número 41, de la ganadería de Torrealta, no es el toro mecánico anterior y por eso a Borja le cuesta algo más ir sacándole la faena de uno en uno, quedando patente su descolocación cuando el toro no le repite el muletazo. Daba igual, porque los oles tronaron como si estuviéramos viendo algo grande y ni siquiera hizo falta matar a la primera, ¿qué más da?, si él ya tenía la oreja ganada desde que se hincó de rodillas frente a chiqueros. Cuando el toro rodó salieron los pañuelos, menos que antes, y le cayó la aurícula que le franqueaba el paso por la puerta grande. Menuda diferencia de sus dos puertas grandes, la rotundidad del toreo verdadero de 2023 que le puso en circulación y la triquiñuela ventajista de 2024 que nos hace quitarle un poco de crédito.


Roca Rey salió muy dispuesto en su primero con pases cambiados por la espalda y de rodillas, pero en seguida se dio cuenta de que el toro de la tarde ya había salido y que las simpatías de la Plaza estaban ya del lado de Borja Jiménez. Se le exigió, como primera figura que es, y ni quiso ni supo hacer otra cosa que sacar a pasear un catálogo de ventajas y de vulgaridad de muy corta dimensión. El sexto, Cóndor, número 124 (¿qué mejor para un peruano que un cóndor?), era un cóndor de vuelo bajo que huía de los capotes y que se echó con un fortísimo arreón sobre el penco, la guata y la persona de Sergio Molina, que a punto estuvo de echar todo aquello al suelo. La primera serie de derechazos dio la impresión de que el toro iba a servir a los propósitos de Roca, pero tras ella el bicho se desengañó y ya no hubo forma de hacer nada con él.


Emilio de Justo tuvo la oportunidad de enfrentar un toreo de verdad a las propuestas neotauromáquicas de los otros dos, pero en cambio se sumó a sus enunciados e hizo lo que todos, sin el más leve eco en los tendidos, porque ellos habían elegido quién era su paladín y, llegada la hora, una multitud de muchachos jóvenes como hacía mucho que no se veía se echaron al ruedo a sacar a hombros a Borja Jiménez. Que intentasen sacarle por la puerta de caballos da un toque de candor al relato. Posiblemente uno de cada veinte de esos jóvenes llegará a ser con el tiempo un buen aficionado, pero arribar a ese puerto les costará. Lo deseamos fervientemente.


La corrida de Victoriano del Río ha sido una gayumbada de mucho tronío, fea, blanda y mal presentada, pero habrá quien reivindique al tal Dulce como gran toro. No falla.



ANDREW MOORE








FIN