Una tarde grandiosa de El Juli pone en evidencia a una plaza de Madrid que no se entera, y ya irrecuperable

La tarde de El Juli el 11 de mayo en Madrid ha supuesto un verdadero hito histórico. La perfección técnica conjugada con un estilismo cadencioso, mecido, encajado y redondo, deslumbraron frente a su primer “buendía” de La Quinta, “Bellotero”, bravo, con largo recorrido, templado, fijo, humillador y de rebosante embestida. Conjunción perfecta, obra maciza de principio a fin, desde el capote a la espada. Faenón de dos orejas incuestionables, que se quedaron en una. Mucho tuvo que ver en ello la jugarreta dilatoria del individuo que representó el papel de presidente, pelele colaboracionista de los reventadores. La pandilla basura del rebuzno, pitó y eructó su bilis contra el torero durante buena parte del trasteo, y el sujeto del palco se acojonó.. o se acopló al rollo. Además, y es la pura verdad, la masa de público rebañiego tampoco pidió más que un trofeo.  

Siendo la anterior una sensacional actuación, la faena de época llegó en el quinto, otro “tío” cinqueño y astifino. Tras meter bien la cara en el capote una vez que otra, sobre todo por el derecho, pero algo suelto, y habiendo hecho una regular pelea en varas y en banderillas, el morlaco llegó al tercio final con viveza y sin definir, o sea, incierto.

Ya El Juli con la muleta, en los dos primeros intentos de tanda el toro se vino a él directamente, colándose por un mínimo resquicio del engaño. Con casta de figurón, lejos de arrugarse, el torero se acordó de los matices buenos de las embestidas iniciales, olvidándose del peligro evidente. Y aquí basculó la faena hacia la obra sublime. Porque la forma en que Juli tragó el inicial y escalofriante “si es no es” santacolomeño, primero para someter, luego para prolongar la acometida del toro hasta el final del vuelo de la muleta varios metros más allá de engancharla y, finalmente, enroscándolo a su cintura, es algo que probablemente no se haya hecho nunca en Madrid con un toro de este carácter y estirpe. «Gañafote» llevaba dentro un buen fondo, pero ¿quién podía adivinarlo? y, sobre todo, ¿quién tiene la clarividencia y el valor para sacárselo? Sólo es capaz un privilegiado del toreo.

Primero, «rompiendo» y obligando al toro por el derecho

Y con la espada en la mano, la serie final de cuatro naturales fue de excepción, sobre todo el último, por su longitud interminable, pulseo con caricia y ajuste infinitos. La plaza crujió en pleno climax, o eso parecía, porque dos pinchazos y un descabello, siendo sin duda un frenazo emocional, no podían ni debían dejar sin trofeo alguno tan magna e impactante obra. Pero no hubo ni un pañuelo, señal de que al personal no le llegó tanto, o no lo valoró en su importancia real, o es que se enteró a medias, si se enteró. Por ello, y esta vez sin ayuda del presidente cómplice de los reventadores, una tarde grandiosa de El Juli se saldó con una pírrica oreja.

Después, cuajándolo al natural

Así está esta plaza, inmersa desde hace décadas en un ambiente de autosugestión colectiva de corte masoquista, donde una pandilla de vulgares e ignorantes macarras domina por completo, y una masa de público no aficionado y carente de criterio oscila de aquí para allá, pero al final se deja llevar, porque no sabe nada y se cree que el que más chilla es el que sí sabe o simplemente “por algo será”. Y al final, junto con los berridos en medio de las faenas de los cuatro fulanos que manejan el cotarro, surge ese desdén pretencioso y grotesco, propio del que, siendo un analfabeto taurino que apenas maneja cuatro tópicos falsos, se cree un sabio que dicta lección en su cátedra. El sempiterno odio a las figuras. Pasan los años y Madrid no cambia, ni ya cambiará nunca. Y menos si la chusma de reventadores sigue contando con el total apoyo del Sistema.

Señalemos, eso sí, que esta vez los veterinarios hicieron bien su trabajo, porque la corrida de La Quinta fue perfecta para la ocasión: muy seria pero fina, bien hecha, y proporcionada al tipo de su casta. ¡Qué pedazo de ganadería ha logrado hacer la familia Conradi tras décadas de trabajo! con una regularidad y una embestida que ha situado a la sangre Buendía en el mayor nivel de su historia. En nuestro recuerdo quedarán grabadas las embestidas de ensueño de ese gran toro “Bellotero” y la actuación magna de El Juli en una plaza que no la valoró como debiera, porque desde hace muchas décadas ha dejado de ser la primera del mundo.  

Imágenes: Canal Toros/Movistart

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