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Según un estudio del Conicet

Napolitanos y porteños, unidos por el acento

Ciencia/Salud

Compararon la tonada en más de 1400 oraciones

 
 

A cualquier argentino que desconozca el italiano no le será fácil hacerse entender en Nápoles. Pero si es de la ciudad de Buenos Aires, correrá con ventaja.

“Los porteños hablan el español con una entonación más cercana a la de los napolitanos que a la de cualquier otra lengua”, afirma el investigador Jorge Gurlekian, del Laboratorio de Investigaciones Sensoriales del Conicet, después de analizar con Laura Conlantoni, de la Universidad de Toronto, grabaciones de más de 1400 oraciones y compararlas con otras tonadas del mundo.

“Esta característica tonal es relativamente nueva y aparece a principios del siglo XX, en coincidencia con el período de inmigración italiana”, destacan los investigadores en la revista científica Bilingualism: Language and Cognition. Un poco antes, en el siglo XIX, parecía dominar a orillas del Plata una entonación más similar a la de la península ibérica, con cierta reminiscencia del andaluz.

Pero el acento no sólo parece haber descendido de los barcos: también se combinó y se filtró en modismos de los arrabales que cobrarían voz en el lunfardo. "El italiano influyó en el desarrollo del lunfardo, y éste, a su vez, en el lenguaje del porteño -agrega Gurlekian, que recopiló 1482 oraciones que mostraban todas las combinaciones acentuales del español-. Al principio tomamos de artículos periodísticos 8000 oraciones al azar y luego seleccionamos las que nos permitieran reunir el 99% de las sílabas que están en la Real Academia Española."

Con este vasto libreto, dos locutores porteños -un hombre y una mujer- grabaron las frases para ser analizadas con distintos programas de computación. La consigna fue que leyeran del modo más natural posible para no estar influidos por su profesión, pero aprovechar de ella la buena dicción adquirida.

Con aire local

Cuando hablamos, no sólo transmitimos información volcada en palabras, sino que también señalamos el modo en que esperamos que sean comprendidas. Por ejemplo, una oración que aparece como afirmativa, si se termina con entonación interrogativa, deja de ser una certeza para convertirse en una duda o pregunta. Lo mismo ocurre con ciertos efectos buscados para destacar una frase que, aunque oralmente no se vean, contiene los signos de admiración.

Otras veces se desea poner el acento en ciertas palabras para destacar claramente adónde se busca llevar la atención. "El acento tonal focaliza el lugar que se desea reforzar o resaltar, que [tanto en el español como en el italiano] puede ser en cualquier parte de la oración. Los ingleses, en cambio, sólo lo pueden ubicar al final, porque es la única posibilidad que brinda ese idioma", dice Gurlekian.

Estas facetas que permite la entonación, si bien comparten las posibilidades de cada lengua, tienen tonos dados por características compartidas en determinados sitios geográficos. "Los acentos tonales tienen picos y valles; dependerá de cómo se llegue a ese acento y cómo se salga de él para distinguir a un porteño de un cordobés", define.

Para hablar en cordobés, deberá alargarse la sílaba previa al acento tonal. Por ejemplo, "castaño" lleva el acento en "ta", por lo tanto se alarga "cas". Es decir sonará: "caaaaas" (lento) y "taño". En las cercanías del Obelisco, las palabras suenan distinto.

"Los porteños tienden a subir rápido a un acento y bajar suavemente", precisa. Volviendo al mismo ejemplo, sería: "casta" (rápido) y luego "ño". Esta característica no es común en otras variedades del español y resulta más habitual en el italiano, especialmente en el napolitano, según el estudio.

Voces personalizadas

Conocer mejor cómo hablan los porteños permitirá perfeccionar aplicaciones en el área de las comunicaciones. ¿Un caso concreto? "Hoy, en distintas partes del mundo, los mensajes de texto de la telefonía celular o el correo electrónico [mails] no se reciben solamente en su versión escrita, sino que también pueden escucharse", indica.

Esta posibilidad resulta ideal para personas sumamente ocupadas que no pueden detenerse a leer o para aquellos con problemas visuales. "Pero el problema con el idioma español es el gran número de variantes que presenta. Debido a la entonación, un madrileño que hable a una velocidad media puede resultarle incomprensible a un porteño. A pesar de que ambos comparten el castellano, el receptor se verá obligado a repetir la grabación del mensaje hasta lograr entenderlo. Esto, obviamente, no es práctico", indica Gurlekian, investigador independiente del Conicet.

Precisamente, él, junto con su equipo, procura desarrollar tecnologías adecuadas para evitar estos inconvenientes en los sistemas que convierten texto en habla. Con este fin, ha radiografiado a fondo cada tonada del país. De hecho, ya ha analizado un archivo de voces con todas las facetas audibles en territorio argentino. Con esta base de datos, ahora el científico intenta trasladar este material al diseño de nuevas tecnologías.

"La idea -adelanta- es dotar al usuario de la posibilidad de elegir la voz con la que desea oír los mensajes. En la actualidad, estamos diseñando una estrategia para capturar las características de entonación, ritmo y acento de una voz particular, en el menor tiempo posible."

Pero el sistema por desarrollar no es sólo para la Argentina. "La técnica que permite aprender las voces naturales para imitarlas por medios electrónicos también podría ser usada en otros países de habla hispana", concluyó. .

Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA Por Cecilia Draghi
Para LA NACION
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