The Wayback Machine - https://web.archive.org/web/20150328081019/http://www.buenosaires.gob.ar:80/derechoshumanos/observatorio/colectividad-coreana
Coreana

Si bien las relaciones diplomáticas entre Argentina y Corea del Sur se establecieron en 1962, las primeras familias coreanas no llegaron a nuestro país hasta octubre de 1965.

Encuentro realizado el 16 de julio de 2011. Video cedido por la Asociación Coreana en la Argentina.

Un poco de historia...

Si bien las relaciones diplomáticas entre Argentina y Corea del Sur se establecieron en 1962, las primeras familias coreanas no llegaron a nuestro país hasta octubre de 1965. Ese año llegaron 13 familias con la intención de instalarse en Choele Choel, una localidad de la provincia de Río Negro, y comenzar un emprendimiento rural; pero el proyecto no funcionó y finalmente terminaron instalándose en Buenos Aires. Desde ese momento, el arribo de nuevas familias y grupos de migrantes coreanos al país se mantuvo activo.

Para 1990, residían en Argentina unos 40 mil coreanos, de los cuales muchos habían llegado entre 1984 y 1989. Entre esos años, se otorgaron permisos –según datos de la Dirección Nacional de Inmigraciones- a 11.336 familias de ese origen. Algunas se asentaron en la provincia y otras en la Ciudad de Buenos Aires, donde hoy reside el 80 por ciento de los coreanos que permanecieron en el país. El resto encontró su lugar en ciudades como Córdoba, Rosario, Tucumán y Puerto Madryn.

Es importante remarcar el hecho de que los inmigrantes coreanos vinieron principalmente de Corea del Sur y comenzaron a llegar después de la división de Corea (1950-1953), por temor a una invasión norteña. A casi 60 años de aquel proceso, se calcula que hay alrededor de 25 mil coreanos en Argentina.

¿Dónde se asentaron?

Desde hace décadas que una zona del sur del barrio de Flores cambió completamente su aspecto. Allí se asentaron la mayoría de los coreanos que llegaron al país, en lo que hoy muchos conocen como “barrio coreano” o “baek-ku”. No es casual que la calle principal de la zona, continuación de Av. Carabobo, lleve el nombre Corea.

Por motivos comerciales, también eligieron el barrio de Once. Y del otro lado de la Av. Rivadavia, además, se instalaron sobre la Av. Avellaneda. Como afirma Carolina Mera, autora del libro La inmigración coreana en Buenos Aires (1998), “la movilidad social representada en el desplazamiento geográfico está íntimamente ligada al crecimiento económico y especialmente a la apertura de nuevos locales comerciales; mientras que el barrio originalmente de residencia se vuelve cada vez más de consumo étnico”.

A fines de la década del 90, debido a la crisis económica que golpeó a pequeños y medianos comerciantes, muchos negocios de propietarios coreanos cerraron. Y a partir de la crisis de 2001, especialmente, aquellos que tenían un comercio en Once y otro en Avellaneda privilegiaron este último y cerraron el de Once. Así fue como se redujo considerablemente la cantidad de comercios de propietarios coreanos en esa zona y se hizo más importante para la comunidad la de Avellaneda.

¿A qué se dedicaron?

Los coreanos que llegaron al país concentraron sus actividades económicas en torno al comercio mayorista y minorista de alimentos, la indumentaria de bajo costo, la pequeña y mediana industria de confección, la importación de diversos productos, y a partir de la década del 90 también incursionaron en el rubro de los pequeños supermercados.

La mayoría de sus emprendimientos tienen sus columnas en la empresa familiar, por lo cual en general pudieron permanecer independientes. Desde la revista del Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos, los investigadores Mirta Bialogorski y Daniel Bargman sostienen sobre este tema que las redes de solidaridad intra e inter familiares hacen que “se preserve una amplia zona de intercambio endo grupal, especialmente en lo referente a las pautas matrimoniales, la comensalidad, la sociabilidad y la competencia lingüística”. Por eso, para las nuevas generaciones –que incluyen a hijos de coreanos nacidos en Argentina- los ámbitos educativos, como la escuela y la universidad, son los lugares de mayor interacción con personas de origen no coreano.

¿Quiénes llegaron?

La inmigración coreana comenzó a arribar en la década de 1960 como resultado de una situación política y económica inestable luego de la Guerra de Corea (1950-1953). Llegaron para asentarse en el campo, pero lentamente se ubicaron en las grandes ciudades, como Buenos Aires, Rosario, Córdoba y Santa Fe.

En la década de 1980 –especialmente entre 1984 y 1989- llegó el flujo migratorio coreano más importante hasta el momento. Ya no era, como al comienzo, una inmigración estimulada por convenios entre los gobiernos coreano y argentino, ni que busca asentarse en el campo. Esta nueva oleada estaba interesada en áreas céntricas y, por lo general, tenía capacidad económica como para invertir en la pequeña y mediana industria.


Vida institucional

Los coreanos residentes en la ciudad cuentan con una fuerte tendencia a crear instituciones y agruparse, y su concentración territorial en el barrio de Flores Sur ha acrecentado esa tendencia. Las iglesias son, por lo general, el centro de sus redes sociales y del barrio. Como asegura una famosa frase coreana: “Si se juntan tres chinos, abren un restaurante; si se juntan tres japoneses, establecen una compañía; y si se juntan tres coreanos, empiezan una iglesia”.

Actualmente, la colectividad coreana cuenta en Argentina con 40 iglesias evangélicas, una católica y dos templos budistas. Desde el principio, las iglesias fueron el eje de la estructura comunitaria. Es importante el siguiente dato: a menos de un año de la llegada de la primera oleada de migrantes coreanos registrada en el país, en marzo de 1966, se fundó la Iglesia Evangélica Presbiteriana Coreana (Han In); y cuatro años después se fundó la Iglesia Católica Coreana. En esa primera etapa, las iglesias contribuyeron a armar la comunidad, funcionaron como fuente de información, como contención emocional y afectiva, como mediación entre las dos culturas y como centro de sociabilidad.

La educación de la historia, el idioma y la cultura también comenzaron a través de los lugares de culto. Para niños, adolescentes y adultos. Hoy en día, sin embargo, la escuela bilingüe coreano-español cambió el panorama de la colectividad en este sentido.

Asociación Coreana Argentina

Las dificultades de enfrentar una cultura diferente todos los días fue lo que motivó la creación de la Asociación Coreana Argentina. Esta institución, fundada en 1966, se dedicó a conseguir vivienda, salud, documentación y todo aquello que pudiera ser un obstáculo para la vida cotidiana de una persona que recién llega a un país nuevo y muchas veces desconocido.

Instituto Coreano Argentino

En poco tiempo, el Instituto Coreano Argentino (ICA) pasó de ser una “escuela de sábados" destinada a la enseñanza de la lengua y la cultura coreana a convertirse en una escuela primaria trilingüe (castellano, coreano e inglés), incorporada al plan de estudios oficial. Desarrolla, además, actividades extracurriculares, como cursos abiertos de idioma coreano.

Asociación Coreana de Empresarios de Argentina

La institución encargada de agrupar a los pequeños y medianos empresarios de la colectividad es la Asociación Coreana de Empresarios de Argentina (ACEA). Nuclea alrededor de 850 locales en el país, los cuales se concentran principalmente en la Avenida Avellaneda, en el barrio de Flores, y se dedican a la industria textil.

Centro Cultural Coreano

Desde su apertura, en noviembre de 2006, el Centro Cultural Coreano se ha convertido en el epicentro de la cultura coreana en Buenos Aires. No sólo se encarga de la parte artística. Lleva a cabo también eventos y actividades para difundir su historia, su idioma, su gastronomía, sus costumbres y todo lo referente a su cultura.

El Centro funciona en una casa pintoresca de dos pisos, ubicada en Av. Libertador y Figueroa Alcorta, y ofrece un panorama bastante amplio de la cultura coreana: pantallas de plasma que transmiten en vivo las telenovelas más populares de la televisión coreana, reliquias antiguas, coronas principescas de oro puro, piezas de cerámica; todo convive entre sus paredes. Además, el Centro cuenta con una biblioteca y un extenso programa de eventos, y propone desde clases de idioma coreano (hangeul) a proyecciones de películas de directores coreanos, como el director de cine independiente Park Chan Wook.


Aportes a la cultura porteña

Religión

Todos los coreanos que viven en la ciudad tienden a frecuentar alguna iglesia (católica, protestante o, en menor medida, budista), y es costumbre que en torno a ella se organicen las actividades de la colectividad.

Para los coreanos, las iglesias tienen un papel fundamental. No sólo ayudan a los nuevos migrantes a insertarse en la sociedad local y brindan un servicio solidario a los ya afincados; también conforman una “red” de intercambios entre hombres y mujeres que quieren casarse y son el eje principal de la vida social comunitaria. Por eso, no llama la atención que hasta los no creyentes la frecuenten, aunque menos asiduamente.

El crecimiento de las iglesias, además, es el crecimiento de la colectividad y las familias coreanas, que son las que las sostienen. La Iglesia Evangélica Presbiteriana, por ejemplo, comenzó funcionando en edificios prestados y en casas pequeñas, hasta que pudieron comprar unos terrenos en el barrio Bae-ku y construir las instalaciones grandes y lujosas que hoy existen.

Hanguk eumak (música coreana)

Los valores y creencias del pueblo coreano se expresan en su música y sus instrumentos. Como explica el Centro Cultural Coreano de Buenos Aires: “La música tradicional coreana se divide en dos partes: gugak (música nacional), que se ha transmitido durante siglos, y changjak gugak (nuevas composiciones de música nacional), que incorpora prácticas musicales occidentales en una canción interpretada con instrumentos tradicionales”.

Hansik (comida coreana)

El hansik, o comida tradicional coreana, fue desarrollado siglos atrás para lograr preservar y mejorar los sabores y las cualidades nutritivas de las comidas en los diferentes climas y estaciones del año. Para tal fin, se utilizan principalmente distintas técnicas de almacenamiento y fermentación. La soja fermentada, el kimchi y el pescado salado son los principales ingredientes de este tipo de comida.

Hangeul (idioma coreano)

El hangeul –o alfabeto coreano- se creó en el siglo XV, a pedido del rey Sejong, quien habría dicho: “Como el sonido de nuestro lenguaje es diferente a aquel de China, nuestro lenguaje no puede ser grabado con las letras de China; nuestro pobre pueblo no puede expresarse aún cuando desee transmitir lo que piensa. Por lo tanto, hemos hecho letras que son fáciles de aprender, así todo el pueblo puede aprenderlas con facilidad y usarlas diariamente con comodidad”.

Y fue así. A diferencia de los caracteres chinos que se utilizaban hasta la creación del hangeul, este sistema de escritura es simple y sistemático. Se compone de 10 vocales y 14 consonantes (originalmente eran 28, pero 4 cayeron en desuso) que se combinan en agrupaciones silábicas. Es fácil de aprender y de escribir, lo cual para muchos explica el alto índice de alfabetización de Corea.

Artes marciales

Dos de las artes marciales que más se practican en Argentina son coreanas: el taekwondo y el sipalki. El taekwondo está ligado a la formación de la nación coreana y comenzó a hacerse popular en Occidente en la década del sesenta. Llegó a Argentina de la mano de maestros como Kim Han Chang, Choi Nam Sung y Chung Kwang Duk. En 1968 se realizó una presentación en la Policía Federal y desde entonces no dejó de crecer el número de sus practicantes.

El sipalki también se hizo conocido por esa época. Lo introdujo en Argentina el maestro Soo Nam Yoo en 1970, y al año siguiente ya estaba incorporado en la currícula de formación de la Policía Federal Argentina. De hecho, Soo fue durante muchos años profesor del Colegio Militar de Campo de Mayo.

Artes plásticas

Nombres como Cho Young Hwa, Park Seung Kil y Kim Ran hacen que la presencia coreana en las artes plásticas argentinas sea un hecho. A continuación, un breve resumen de estos tres artistas: Cho Young Hwa: llegó de Japón a los 15 años, en 1976. Egresó de la Escuela Nacional de Bellas Artes "Prilidiano Pueyrredón”, y actualmente es profesor de la institución. Sus obras muestran varios rasgos de la cultura oriental. Entre ellos, cierto uso de los colores, la presencia de animales de tradición ancestral en la cultura coreana y el no uso de perspectiva.

Park Seung Kil: fue el artista que en los años ochenta introdujo el Su Mik Hwa, una técnica tradicional coreana que utiliza tinta negra, agua, papel de arroz y pinceles hechos de pelo de oveja y zorro. En 1997, Park dictó un curso sobre esta técnica para la Escuela Nacional de Bellas Artes “Prilidiano Pueyrredón”.

Kim Ran: es miembro y una de las figuras más importantes de la Academia de Artes Plásticas Coreana, institución creada por la escultora Kim Yun Shin en 1997 para reunir a los artistas de la colectividad,

Pansori

Probablemente nacido en el siglo XVII como una nueva expresión de los cantos de los chamanes del suroeste de Corea, el pansori es una forma de arte dramático musical. Su canto es expresivo y puede durar hasta nueve horas; su relato es improvisado por un cantante que se encarga de representar las voces de todos los personajes de la obra; y sus textos mezclan el dialecto rural con expresiones literarias eruditas. La voz principal (sorikkun) es acompañada por un tambor (gosu).

El término “pansori” procede de dos palabras coreanas: “pan” es el lugar de reunión de la gente, y “sori” significa canto. Las escenas rondan siempre en torno a la época de la dinastía Cosen (1392-1910). Desde las situaciones a los personajes y sus acciones.

En 1964, la Unesco declaró al pansori “Bien cultural inmaterial nacional”; y hace sólo unos años, en 2008, esta expresión artística entró en la lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad de la Unesco, en la cual también se encuentran el Ballet Real de Camboya y los carnavales de Oruro (Bolivia) y Barranquilla (Colombia).

Munguau

El Munguau, un proyecto independiente sin fines de lucro, busca promover el intercambio cultural y abrir nuevos espacios de comunicación entre Corea y Argentina, pero sobre todo entre coreanos y argentinos. Sus actividades incluyen el mantenimiento de una galería virtual, un “muro” de comunicación bilingüe entre amigos coreanos y argentinos (un equipo de estudiantes de español de la Universidad de Ulsan se dedica a traducir los mensajes), exhibiciones en espacios de arte de Argentina y Corea, talleres para artistas, charlas, conferencias, y todo tipo de eventos para incentivar la participación de la comunidad de jóvenes coreanos en las actividades culturales que se desarrollan en Argentina.


Barrios, calles, plazas y monumentos

La comunidad coreana se asentó principalmente en el barrio de Flores Sur; entre Av. del Trabajo, Carabobo, Av. Castañares y La Plata. Por eso, desde hace algunos años, la zona empezó a recibir nombres como Coreatown, Little Korea o Pequeña Corea. También se encuentra en algunas zonas de Once y en la Av. Avellaneda, donde funcionan gran parte de sus comercios textiles.

Baek-ku, el barrio coreano

A unas 15 cuadras de la avenida Rivadavia, Carabobo cambia su nombre a Corea. Es señal, entre otras cosas, de que está empezando el centro del barrio coreano de la ciudad.

Coreatown, Pequeña Corea, Little Corea, Baek-ku. Todas ellas son formas de nombrar a este barrio modesto, habitado por sectores medios y populares. Desde la avenida Eva Perón hasta Castañares, y con una gran concentración en la avenida Carabobo y la calle Corea se encuentra gran parte de la comunidad coreana de la ciudad.

Hasta fines de los noventa, muchos de los carteles y leyendas de sus principales comercios estaban sólo en coreano. Carteles de publicidad, peluquerías, panaderías, farmacias, inmobiliarias, casas de computación, de regalos. Hasta los precios figuraban en coreano en estos comercios dirigidos específicamente al consumo étnico-comunitario.

Calle Corea

Desde 1989, las cuadras finales de la avenida Carabobo se llaman Corea o calle Corea en reconocimiento al barrio que comenzó a formarse en la década de 1960, con la llegada de los migrantes coreanos a la zona. Es una de las avenidas centrales del barrio, por lo cual, podemos encontrar comercios de todo tipo: panaderías con productos típicos, videoclubs con títulos de películas en coreano, casas de moda, vidrierías, talleres mecánicos, supermercados, etc. Muchos de ellos, comercios de y para coreanos, que hasta hace pocos años, todavía llevaban sus carteles sólo en hangeul (idioma coreano).


Curiosidades

Desde hace décadas que una zona del sur del barrio de Flores cambió completamente su aspecto. Allí se asentaron la mayoría de los coreanos que llegaron al país, en lo que hoy muchos conocen como barrio coreano o baek-ku.


El hansik, o comida tradicional coreana, fue desarrollado siglos atrás para lograr preservar y mejorar los sabores y las cualidades nutritivas de las comidas en los diferentes climas y estaciones del año. Para tal fin, se utilizan principalmente distintas técnicas de almacenamiento y fermentación.


Ver fuentes consultada

  • Argentina korean Cultura: http://argentina.korean-culture.org/
  • Bialogorski, Mirta Liliana, “La inmigración coreana en Argentina: tan cerca, tan lejos”. En el libro del Centro de Investigación de la Colectividad Coreana en Argentina publicado por el 40º aniversario de la colectividad en el país, 2005.
  • Domenech, Eduardo (comp.), Migraciones contemporáneas y diversidad cultural en la Argentina, Universidad Nacional de Córdoba, Centro de Estudios Avanzados. 2005. Disponible en: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/argentina/cea/domenech/domenech.pdf
  • Hopkins Rodríguez, Eduardo, “El arte del pansori en la cultura tradicional coreana”, Buenos Aires, Ediciones Al Margen, 2004.
  • Mardones, Claudio, “Quieren robarle un pedazo de plaza al Ángel Gris para instalar una pagoda”, Buenos Aires, Tiempo Argentino, 25 de Septiembre de 2010.
  • Mera, Carolina. "Historia de la migración hacia la Argentina". En: Coreanos en Argentina: 40 años de Historia, Mera/ Cosiansi/ González, La Plata, Ed. Al Margen, 2005.
  • Mera, Carolina, "Modalidad de Instalación de la Comunidad coreana en la Ciudad de Buenos Aires". En: Coreanos en Argentina: 40 años de Historia, Mera/ Cosiansi/ González, La Plata, Ed. Al Margen, 2005.
  • Monumentos y Obras de Arte en el Espacio Público, Buenos Aires, Comisión de Preservación del Patrimonio Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, 2001.
  • Piñeiro, Alberto Gabriel, Barrios, calles y plazas de la Ciudad de Buenos Aires. Sus nombres desde la fundación hasta nuestros días, Buenos Aires, Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, 2005.
  • Sassone, Susana y Mera, Carolina, “Barrios de migrantes en Buenos Aires: Identidad, cultura y cohesión socioterritorial”. Disponible en: http://www.reseau-amerique-latine.fr/ceisal-bruxelles/MS-MIG/MS-MIG-1-Sassone_Mera.pdf
  • UNESCO: http://www.unesco.org/

103

Emergencias

107

SAME

108

Linea Social

147

Atencion ciudadana