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La producción documental PDF Imprimir
escrito por Nancy Ventura   
 
 
Bill Nichols nos dice que “el documental es una ficción (en nada) semejante a cualquier otra”; la interpretación de la realidad, el uso de la narrativa y la participación de la subjetividad, son algunas cualidades que podrían acercar a ambos géneros, al menos teóricamente. Sin embargo, en la práctica, sucede lo contrario: uno y otro trabajan con materiales distintos, refieren a mundos diferentes y métodos y técnicas de trabajo que conducen por caminos particulares. El equipo de producción de documental realiza esta actividad como toda una especialidad del cine o video y como verdadera disciplina distinta a la ficción; en esta tarea, la figura del productor es clave, pues ella concentra acciones cuya ejecución requieren dosis de creatividad y de destreza en el manejo administrativo y humano.
 
 
Este artículo busca contestar a preguntas generales sobre la producción en la no ficción: ¿qué papel juega el productor en la filmación de un documental? ¿Cómo se planea la producción de un género sujeto a lo imprevisible? ¿Qué elementos deben contemplarse al elaborar un presupuesto? ¿Es posible seguir una ruta crítica en la filmación de una película o video de no ficción?
 
 
Se dice que el tener a un productor en el trabajo documental es un lujo. Los bajos presupuestos con que se realiza esta actividad o, en muchas ocasiones, la dificultad en el tratamiento de algunas temáticas que implica la participación de un mínimo de personas en la producción, dan razón a esta frase, ya que en estas condiciones el puesto de productor en el género de no ficción puede parecer prescindible y esta tarea la asume el propio director o algún asistente. Es posible filmar de esta forma; sin embargo, contar con la colaboración de un buen productor ayudará, sin duda, a lograr una mejor obra documental.
 
 
Podríamos hablar de casos ideales de producción en el mundo profesional donde se cuenta con un financiamiento fuerte para producir una obra, además de contar con el apoyo de un productor y distribuidor de instancias gubernamentales o privadas. Sin embargo, en México pocos documentales se producen de esta forma y muchos, en cambio, crean métodos poco usuales de producción para sacar adelante el proyecto. Temas difíciles, personajes controvertidos, enfoques nuevos y distintos al manejo común de la opinión pública, realizaciones experimentales o búsquedas históricas y científicas, salen a la luz gracias a que la producción se ajusta a costos bajos con equipos pequeños de grabación o filmación, un aprovechamiento total de los recursos que ofrecen las nuevas tecnologías para abatir gastos, y circuitos de distribución y exhibición en diferentes medios a los que suelen utilizar las grandes producciones. Documentales austeros han conseguido, muchas de las veces, obras mejor logradas y públicos mayores a las que cuentan con grandes apoyos, gracias a la claridad de lo que se quiere y a un manejo ingenioso de los pocos recursos con los que cuenta. En estos casos, el productor juega un papel fundamental para lograr excelentes resultados.
 
 
Miquel Francés define al productor o producer como la “persona encargada de la coordinación general, de la gestión y de la financiación de una producción audiovisual o multimedia, también llamado director de producción o jefe de producción” y especifica que el productor ejecutivo es el encargado de la coordinación general que tiene capacidad de decisión en los aspectos de gestión, administración, financiamiento y toma de decisión en la planificación de contenidos. (1)
 
 
Esta división entre jefe de producción y productor ejecutivo, si bien es aplicable tanto a las grandes producciones de ficción como a documentales, en los proyectos de costos intermedios y en los independientes se diluye, y un solo profesional concentra ambas responsabilidades, que implican tanto un manejo empresarial y administrativo como su intervención en todo el proceso creativo del documental. Se trata de un trabajo de cierta complejidad, pues el productor coordina y dirige aspectos pertenecientes a diferentes disciplinas.
 
 
La producción precisa una sólida formación en cada uno de sus procesos tanto para cine, video o televisión, la implementación de las tecnologías digitales en el proceso de grabación y posproducción, el manejo de la narrativa y del lenguaje audiovisual, el funcionamiento del mercado fílmico o televisivo, aplicaciones de informática para la administración, los sistemas de financiamiento y gestión económica, las regulaciones laborales y las normativas de una productora, las obligaciones fiscales y jurídicas, las técnicas de planificación, las acciones de promoción y marketing y relaciones humanas y empresariales. (2)
 
 
Podría parecer que no existe diferencia en la actividad que desarrolla el productor de la obra de ficción y el productor de la obra documental. Si bien ambos se dedican a generar ideas para hacer viable la realización de una obra, elaborar presupuestos, formar el equipo técnico y profesional y mantener su cohesión, conseguir financiamientos, planear tiempos de grabación o filmación, manejar los recursos, coordinar la posproducción, proteger la obra, etc., son distintos los factores que uno y otro deben contemplar para llevar a buen fin su tarea.
 
 
Partamos del hecho de que el primero trabaja en la recreación de un mundo imaginario creado por el guionista y el director, mientras que el segundo, en cambio, toma como materia prima de trabajo la realidad objetiva para abordar el mundo en el que vivimos. Es decir, el equipo de producción de documental se dirige hacia un mundo de la realidad para representarlo bajo una lógica, siempre con intencionalidad y un punto de vista, buscando la autenticidad poética de ese entorno visual. (3) En la producción documental no se tiene control alguno sobre esa realidad y sus personajes, pues los hechos ocurren y la gente continúa su vida en forma independiente a la filmación. Esto conlleva un método de trabajo y organización muy distinto al de la ficción.
 
 
 
La elección del tema y la factibilidad del proyecto
 
La elección del tema es el soporte principal para que un documental pueda realizarse. El productor debe tomar en cuenta, antes de decidir trabajar una temática u otra, los diversos factores que se entrecruzan para poder adentrarse en ella. Algunas de las preguntas obligadas son: ¿se trata de un tema nuevo?; si ya se ha tratado, ¿cuál es la aportación que se hará?, ¿se cuenta con los recursos necesarios para realizarlo? ¿Hay materiales suficientes para desarrollarlo? ¿Es posible adentrarse en este asunto?
 
 
Michael Rabiger bien señala que, en la elección del tema, el equipo está desplazando sus preocupaciones a otras áreas de la vida para penetrar en otros universos. “Mientras se exploren éstos con sinceridad e inteligencia vamos a conmover profundamente al espectador”, dice el documentalista. (4)
 
 
Un productor ha de estar pendiente de que el tema tenga límites y especificidades. Pretender grabar el todo de un asunto es prácticamente imposible y llevará seguramente a la realización de un documental que cae en lo general, lo superficial y poco revelador. Decidir por temas concretos con una visión fresca y renovadora que se ajusten a presupuestos y posibilidades asegura el llevar a buen fin el proyecto, siempre y cuando se esté estrechamente vinculado a él y exista el material suficiente en imágenes para contarlo sin el abuso de la voz de narradores o personajes. Como bien señala Rabiger, “resulta más efectivo mostrar comportamientos, acción e interacción, porque invocan nuestros propios pensamientos, sentimientos y juicios de valor.” (5) Un tema concreto y local puede tener alcances universales cuando logra penetrar en esa realidad y extrae valores, verdades o emociones.
 
 
A partir de la elección del tema y el análisis de su factibilidad, el productor, al lado del director, podrá comenzar a trabajar en la presentación del proyecto, llamada también carpeta de producción, la cual nos ayudará, por un lado, como propuesta base para conseguir financiamientos a nuestro documental, y por otro, servirá como una guía abierta en todo el proceso de producción.
 
 
La carpeta se integra por varios documentos e inicia con una carta que expone en forma general la naturaleza del proyecto, título provisional, presupuesto total y apoyos con que se cuenta. Posteriormente, en forma desglosada, se integra una sinopsis del documental con hipótesis de trabajo, la justificación del mismo (historia y circunstancia), que explique razón y expectativas del filme, la investigación previa que nos reseñe los hechos en que se basa la película, una presentación de sus personajes principales y lugares en que se desenvuelven, y las colaboraciones especiales, derechos y permisos requeridos. Debe mencionarse en esta presentación una lista de secuencias de acción con su posible resolución o consecuencias, una breve descripción de la estructura del documental y la forma y estilo en su realización.
 
 
Como parte de la planeación y la administración, el productor incluye un presupuesto de gastos, el plan de trabajo con duración aproximada del rodaje y fechas idóneas de comienzo y fin, la lista del personal creativo y currículum de cada uno de los que integran el crew, datos de la empresa productora o apoyos institucionales, público al que va dirigida la película y posibles canales de distribución. De ser posible, se integra un trailer o pequeño montaje con imágenes que serán parte de la película o video y cartas de recomendación de alguna institución o personajes públicos que muestren su confianza hacia el proyecto.
 
 
La elección del tema y esta propuesta preliminar son parte del trabajo de preproducción de un documental que posteriormente se revisará y afinará, conforme se avance en la investigación de fondo y se susciten los acontecimientos. De igual forma, siempre hay que tener una propuesta adicional que nos prepare para llevar a cabo el proyecto en forma independiente si es que nuestro tema, por su dificultad, no logra apoyos económicos externos.
 
 
 
Investigación y fuentes
 
Esta fase diferencia radicalmente el trabajo de producción del documental y de la ficción. Trabajar con hechos reales implica el seguimiento o la construcción misma de un método de investigación riguroso que nos guíe hacia el conocimiento del fenómeno que abordamos. En esta etapa se realiza la búsqueda y recopilación de materiales que documenten y den sustento a la historia y nos permitan analizar el fenómeno que queremos dar a conocer.
El productor habrá de tener claro el amplio espectro de materiales que se pueden estudiar para incluir en una película de género documental.
 
 
Ubiquemos dos clases de fuentes que nos proporcionan los datos y materiales que sustentará el filme: las primeras, que vienen de los archivos y que encontraremos en nuestra investigación documental; las bibliográficas y hemerográficas (mapas, artículos, notas periodísticas, y anuncios); las auditivas (programas de radio, discursos grabados, músicas); las imágenes fílmicas, videograbadas, televisivas o de foto fija. Existen también los archivos institucionales y personales que nos proporcionan correspondencia, escritos íntimos (diarios), documentos oficiales y no oficiales que dan luz a nuestro tema. Ingresar a la biblioteca, videoteca, fonoteca o fototeca implica acreditaciones especiales y en algunos casos gastos fuertes por pago de derechos, que el productor deberá contemplar en su planeación.
 
 
La segunda clase de fuentes son aquéllas que trabajamos en nuestra investigación de campo, lo que nos permite ubicar locaciones, personajes, eventos y entrevistas susceptibles de ser filmados, monumentos, tumbas y obras de arte. Este tipo de investigación se realiza a través de un prolongado e intenso contacto con el campo o la situación de vida normal, reflejo de la vida diaria de los individuos, los grupos, las sociedades y las organizaciones. El investigador o documentalista captura los datos de las percepciones de los actores y revisa materiales, sobre todo de palabras y discursos, para luego explicar como estas personas comprenden, narran y actúan. (6) El desempeño del productor es de vital importancia en esta fase, pues de él dependen los accesos y contactos con cierto personaje, grupo o comunidad. La confianza que él consiga se reflejara en una mayor cercanía y profundidad de lo que se quiere mostrar.
 
 
Al equipo de documentalistas se integran investigadores especialistas que el productor debe ubicar. Estos estudiosos, aparte de conocer el tema a profundidad, nos ayudan con la información dura que dará veracidad a la obra, además de apoyar en la relaciones con comunidades sociales, científicas, religiosas, etc. Formar un cuadro de trabajo interdisciplinario en el que participen antropólogos, sociólogos, psicólogos, matemáticos, astrónomos, historiadores, artistas, según sea el caso, desembocará en un filme documentado, veraz, intenso, con un trabajo serio que lo respalda.
 
 
Una etapa siguiente estará dedicada a analizar con visión crítica los materiales de que disponemos y a seleccionar aquellos que son ampliamente reveladores y que conducen a lo que esperamos decir o que abren nuevas aristas que enriquecen el tema. Ordenar nuestros materiales desechando lo superfluo, lo oscuro, lo distractor, significa un ahorro de recursos, tiempo y trabajo tanto en el rodaje como en la posproducción. El productor debe estar pendiente de que su plan de rodaje se guíe sobre una delimitación de elementos a filmar que se ajusten a nuestro tema concreto de estudio; sin embargo, deberá verse siempre al documental como una obra abierta, en donde pueden integrarse en cualquier momento factores emergentes que amplíen nuestra visión sobre el asunto o que lo cambian radicalmente. En tanto, los materiales con que se cuenta deben ser aprovechados al máximo, de tal manera que en el documental tengan un papel más que de simple ilustración, que aporten información o emoción, que el espectador pueda ver, entender y disfrutar.
 
 
 
Una planeación y rodaje abiertos
 
Contrario a la planeación exacta y los tiempos de rodaje compactos de la ficción, en el documental se elabora un esquema flexible de producción, según nos lo indiquen los acontecimientos, los personajes y permisos de autoridades o instituciones. Un documental científico o social, por ejemplo, podría filmarse en sólo unos minutos o bien prolongarse por años. El desarrollo marca los tiempos a los que el equipo deberá sujetarse, pues no existe un control sobre ellos. Un conflicto social puede darse de golpe o bien ir evolucionando lentamente. El productor y el realizador pueden decidir el inicio, pero tal vez se vean obligados a poner un fin al documental, aunque el evento continúe.
 
 
Es conveniente en algunos casos plantear varias etapas de rodaje: primeramente se puede comenzar con la filmación de lo que ya se tiene, luego se deben analizar las imágenes registradas y evaluar qué es lo que realmente hace falta para contar la historia. En una segunda fase, se va directamente sobre tomas precisas o bien se filma un nuevo momento del suceso, dependiendo de su desarrollo.
 
 
El productor debe revisar todos los factores que se cruzan en el rodaje, ya que un examen riguroso de las eventualidades y contratiempos hará que la planificación y la logística sean certeras y eficaces, con poco lugar a la improvisación. Asir la realidad no es tan complicado si establecemos un método de trabajo que se adapte a las características de nuestro tema elegido, sin sujetarnos a esquemas que dejen fuera elementos esenciales o, por el contrario, abriéndonos a todo cuanto se presente. Un buen productor planificará con cierta flexibilidad su plan de rodaje para lograr los objetivos planteados con la mejor calidad, sin desperdicios de tiempos ni dinero y bajo el mejor ambiente de trabajo.
 
 
La filmación del documental se realiza, muchas de las veces, bajo presión sobre acontecimientos irrepetibles que exigen rapidez, por lo que el productor debe integrar un equipo que se mueva con habilidad y confianza, ya que por momentos el fotógrafo o sonidista deberán marcar la iniciativa y tomar decisiones de lo que debe registrarse. Lograr el compromiso del equipo humano para llevar el documental a buen fin es parte de las tareas del encargado de producción, quien debe formar un grupo con experiencia que se adentre en el tema y conozca ampliamente el proyecto y cómo será su realización, de tal forma que en el rodaje se participe coordinadamente, respetando el punto de vista y el estilo que se dará al documental, así como las distintas áreas de trabajo y a los participantes.
 
 
El fótografo o sonidista de ficción no siempre se acopla al método documental, ya que en muchas ocasiones no cuentan con los tiempos largos de preparación ni las locaciones especialmente diseñadas para lograr ciertos efectos estéticos. El productor de documental debe encontrar aquellos profesionales que, en cambio, conviertan la cámara y los micrófonos en herramientas de investigación, que logren captar el momento preciso con respeto al entorno visual y auditivo de donde se desprenden y arranquen metáforas.
 
 
Múltiples funciones tiene el productor en la preparación del rodaje: encontrar el alojamiento, decidir el alquiler de equipos a los mejores precios, conseguir permisos, elaborar el plan de rodaje; planificar rodajes alternativos en caso de que las condiciones climáticas, políticas o sociales sean contrarias; hacer los preparativos para los viajes y manutención del equipo, comprar los materiales de filmación o grabación. También es responsable del dinero en efectivo para gastos, del respeto a los tiempos y selección del equipo profesional o técnico, de la planeación de tiempos de descanso y comidas, desplazamientos, itinerarios y rutas; de llevar una relación del material rodado y el que se utilizará en pantalla, de las relaciones sociales y de trabajo y señalar prioridades de filmación. (7)
 
 
Paralelamente, prepara laboratorios de revelados y salas de posproducción, con quienes trabajará ya sea en forma continua o por etapas, pero con la claridad de que el documental implica muchas más horas de trabajo de posproducción que la ficción, pues la evaluación del material, pruebas de montaje distintas a lo planeado, animaciones y elaboración de gráficos alargan este proceso.
 
 
El director y el editor, además de armar y contar la historia en forma lógica, darán ese toque retórico y figurativo al filme, ya sea mediante el bombardeo de imágenes, su yuxtaposición o el ritmo contemplativo del montaje. A la par del proceso de posproducción, el productor trabaja sobre el diseño de portada, confirmación de exhibiciones y distribución, para que el documental cumpla su ciclo.
 
 
 
El presupuesto
 
Existe una falsa idea de que el documental requiere pocos recursos para su realización, ya que los documentalistas logran sacar a flote sus proyectos pese a los bajos presupuestos, casi heroicamente.
 
 
Un productor diseña un buen presupuesto con base en la experiencia que le hace ver las necesidades y exigencias del trabajo documental. Si bien en estos rodajes no se requiere de actores, vestuarios, maquillajes e iluminaciones y aparatos especiales, en cambio implica gastos fuertes en materiales de filmación y grabación, en desplazamientos, permisos, autorizaciones y tiempos de posproducción.
 
 
Un equipo inexperto tenderá a utilizar materiales indiscriminadamente en el registro de entrevistas o de los sucesos que salen de su control, más aún si el documental se realiza en formato de video. Es claro que el productor debe destinar una buena dotación de recursos para estos menesteres, mayor que en la ficción, pues muchas veces debe darse la mayor cobertura a ciertos fenómenos sin poder hacer síntesis como en la ficción; sin embargo, si se ha realizado una buena investigación y hay claridad en los objetivos, esto se reflejará en un manejo adecuado de nuestra dotación de materiales sin afectar seriamente el presupuesto.
 
 
Siempre que sea posible, puede realizarse, previamente, la grabación en audio de las entrevistas a los personajes, para ubicar quiénes nos explican mejor o expresan con mayor riqueza el asunto que abordamos, para regresar después a filmar únicamente aquello que apoya nuestro documental, sin gastar material inútilmente y generar compromisos con gente que no tiene mucho que decir o que le cuesta enorme trabajo poder expresarlo.
 
 
Cuando se trata de un documental basado en imágenes de archivo, el pago de derechos de autor absorbe gran parte del dinero. Un contrato para uso de esas tomas a perpetuidad tendrá un pago alto pero único, mientras que un contrato por tres o cinco años implicará un nuevo costo cuando el plazo venza. Las productoras independientes se mueven en una forma más ingeniosa, justa y solidaria; la práctica del intercambio de imágenes permite producir un documental de estas características a pequeñas empresas que no pueden asumir los altos costos de los archivos fílmicos o videográficos. El productor conforma esta red de relaciones con productoras incipientes y prestigiadas, grandes televisoras o filmotecas, ofreciendo imágenes de sus archivos o bien de aquello que está por filmarse. Suele haber también intercambios de tomas por uso de equipo de grabación o posproducción, o servicios profesionales para sacar adelante estos proyectos.
 
 
El desglose inicial del presupuesto debe contemplar, con cierta holgura, el número de horas que se lleva el complejo armado de este tipo de filmes, e incluir animaciones y gráficas que pudieran entrar como recurso adicional para el documental.
 
 
Mejorar la calidad de imágenes y sonidos provenientes de archivo (fotos y filmes antiguos o de formatos caseros, o sonidos mal grabados, por ejemplo) genera gastos adicionales por horas de posproducción, por lo que el productor debe estar atento a estos detalles para prevenir problemas presupuestarios posteriores.
 
 
No puede manejarse entonces, como idea generalizada, que el documental es un género de bajos costos, es decir, barato, puesto que ha habido grandes producciones cuyos rodajes se realizan durante varios años con locaciones en países de todos los continentes, como Cosmos, o bien que requieren equipos acuáticos especiales como Deep blue, que han culminado en series televisivas de excelentes resultados. Contar con estos recursos es algo excepcional para quienes trabajan en documental, y ciertamente le daría un gran alcance a muchos proyectos; sin embargo, el cine de no ficción es tan generoso que permite, con poco dinero y a partir de temas locales y cercanos, alcanzar lo universal. Como nos dice Rabiger, lo pequeño, lo local, visto con inteligencia, puede revelar verdades universales, “hay que explotar la propia cantera, partir de nosotros mismos” (8).
 
 
 
La ética de la filmación
 
Hay quienes creen que el portar una cámara otorga una especie de salvoconducto para pasar por cualquier terreno sin restricciones ni límites. Esto lo vemos cotidianamente en la televisión, con reporteros que sin ninguna visión ética rompen la intimidad de las personas y abren asuntos sin observar sus posibles consecuencias.
 
 
En esta última parte quiero reseñar las obligaciones que adquiere el documentalista y que el productor debe cuidar como norma de trabajo o código profesional a seguir por todo el equipo. Rabiger cita uno de los más importantes preceptos del documental: el compromiso para con la verdad.
La verdad tiene que ver con la palabra objetividad, cuyo significado para los documentalistas no es la descripción de un suceso en forma imparcial sin lugar a la subjetividad, sino la interpretación (argumentativa) basada en hechos con una base probatoria, es decir, la objetividad entendida como una “verdad documentada”. (9) Así pues, en este género se trabaja, desde el planteamiento de la hipótesis hasta el montaje, bajo la responsabilidad moral de no alterar o cambiar datos, imágenes, sentido de los discursos o situaciones, trabajando con profundo apego a la verdad.
 
 
Bill Nichols señala que el documentalista realiza consideraciones éticas en su trabajo de observación: la honestidad, sinceridad y lealtad hacia el proyecto y los participantes. Es decir, que la representación que hacemos a partir de la observación de otros debe realizarse sin engaños para con nosotros mismos y con los demás. El productor debe explicar a los participantes ampliamente de qué trata el filme, cómo se abordará y sus posibles consecuencias. Un documental puede cambiar la vida de una persona o comunidad, ocasionando problemas o beneficios, y esto debe reflexionarse y platicarse con seriedad con aquéllos que están dentro del asunto. El productor, además de asegurar que se cuente con la autorización de las personas o grupos para filmar, es responsable también de que la observación que se realiza se lleve a cabo con respeto por la vida de otros, reconociendo límites y responsabilidad sobre lo que se está filmando, dando prueba de ello en la propia película. Establece también el derecho de los participantes a tener una copia de la observación que se realiza y sus resultados. (10)
 
 
Tener el mejor documento o testimonio no nos hace mejores documentalistas si este encuentro no va acompañado de respeto, de mirada crítica y de responsabilidad. No basta con tener la mejor intención al filmar, sino que hay que hacer, antes del primer tiro, una reflexión de a dónde queremos llegar y sus consecuencias, y extender estas ideas a los participantes. Esta ética de la responsabilidad se aplica al emitir juicios, los cuales deben darse sólo a partir de evidencias, análisis y argumentos lógicos fehacientes en el filme. El documentalista no es sólo testigo y observador, sino que muestra su posición sobre los hechos que registra: nuestro desacuerdo con una guerra, la denuncia contra la impunidad, la indignación por la muerte o el hambre, deben ser claros y transparentes en la construcción de nuestro documental que, más allá de cuestiones éticas, es parte de una formación humana.
 
 
Otro punto que toca a la ética es el que refiere al respeto a las autorías. En toda producción ha de citarse a las fuentes que recurrimos y contarse con la autorización de los creadores para poder incluirla en el documental, pues no hacerlo podría derivar en problemas legales. El productor debe estar atento a que en los créditos se mencione instituciones y personas que han cedido derechos de sus materiales para ser usados en la obra, con respeto a las cláusulas de contrato. Contar con la asesoría de un buen abogado especializado en esta materia nos ayudará no sólo a saber cómo podemos usar imágenes, música o textos de otros sin incurrir en faltas, sino que también nos guiará hacia una buena protección de la obra que realizamos.
 
 
El productor debe cuidar que los créditos en pantalla incluyan a todos los colaboradores técnicos y profesionales y participantes, así como los apoyos recibidos de instituciones y particulares por mínimo que éste sea. Una gran parte de los documentales se logran por esas pequeñas aportaciones que un productor sabe administrar y conducir por el camino de la creatividad.
 
 
 
Notas:
1.- Miquel Francés i Domenec, La producción de documentales en la era digital: Modalidades, Historia y Multidifusión, Ediciones Cátedra, España, 2003.
 
2.- Idem, pp. 186-187.
 
3.- Bill Nichols, La representación de la realidad: Cuestiones y conceptos sobre documental, Paidós Comunicación Cine, España, 1997, pp. 164.
 
4.- Michael Rabiger, Dirección de documentales, Instituto Oficial de Radio y Televisión, España, 2001, 2a ed., pp. 164-177.
 
5.- Idem, p. 81.
 
6.- Martha Rizo García, Métodos cualitativos (antología): Acercamiento a las técnicas básicas de la metodología cualitativa para la investigación en comunicación y cultura, Universidad de la Ciudad de México, 2004, p. 22.
 
7.- Michael Rabiger, op. cit., pp. 212-213.
 
8.- Idem, pp. 80-83.
 
9.- Nichols, op. cit., pp. 244-245.
 
10.- Idem, p. 73.
 
 
 
Nancy Ventura es egresada en Ciencias de la Comunicación por la UAM-Xochimilco y en Cinematografía por el CUEC. Actualmente cursa una maestría en Historia en la UNAM. Investigadora en el Centro de la Imagen para la Investigación y la Docencia de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y productora del Canal 6 de Julio.
 
 
 
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