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                Año 21 - No. 241 - Septiembre del 2001
GENERALES
  TANGUEANDO
Los comienzos del tango
 

 

Por Jorge Gutman
(jormar@amgsun.com)

Mucho tiempo transcurrió entre el momento en que se empezaron a escuchar los primeros acordes tangueros hasta que finalmente tomaron su verdadero compás, que es el que hoy conocemos.-
Calculo que ese momento de transición, duró aproximadamente cuatro décadas, pues los comienzos tangueros fueron realmente interpretados con ritmo de tanguillo andaluz, de “chotis”, de “cuplé”, de “habanera”, del “candombe’ de los negros y de la “milonga” campera.
No fueron muy “dignos” los lugares donde ese tipo de música se comenzó a propagar, ya que tanto en Buenos Aires, como en Montevideo, fueron los barrios bajos y las zonas cuarteleras, atestados de “burdeles” , “tabernas” y “pulperías” donde el tango se expandió. De ahí que hasta hoy en día en muchos sectores de nuestra sociedad, el tango se siga rechazando, conceptuándolo de música de baja categoría. Cuán distinto fué en Europa, que lo recibieron por la puerta grande, con grandes honores y lo siguen respetando a través del tiempo y la distancia.-
En el año 1857, el músico español Santiago Ramos escribe para la obra “El gaucho de Bs.As” que se estrenó en el Teatro de la Victoria, el tema tanguero “Tomá mate, ché”, que era un tango de porte criollo pero con acordes de música andaluza.-
En la década del 60 se conocen y se hacen populares dos nuevos tangos. “Una negla y un neglito” escrito por Miguel Rojas y Rafael Barreda y “El Negro Schicova” escrito por José María Palazuelos , también con sabor andaluz y estrenado en el Teatro de la Victoria en la obra “El cuarto de hora de una mujer”
Yo soy un neglito, niñas// que siemple pasa po’ acá// vendo plumelos, schicovas,// y nadie quiele complá//.-
La palabra “schicova” la usaban los negros en reemplazo de escoba. El candombe uruguayo tiene que ver mucho con esta palabra ya que en las comparsas que se presentaban en el carnaval de Montevideo, los tres personajes de dichas comparsas , eran el “gramillero”, el “escobero” y la “mama vieja” y por supuesto al escobero lo llamaban “schicoba”. Dichas comparsas estaban integradas por negros y “lubolos”. Los “lubolos” eran los blancos que se teñían la cara de negro.
Por el año 1874 , las tropas del general Arredondo que luchaban en la sublevación del General Bartolomé Mitre contra Nicolás Avellaneda, entonaban una canción con ritmo de tango andaluz denominada “El Queco”, que narraba las peripecias de “chinas” que trabajaban en los “burdeles de esa época.
Un año después se pone de moda un tango con el nombre de “Andáte a la recoleta” en el cual se narraban los bailes que se realizaban en un lugar denominado “El Prado Español”, que fué el primer salón de baile donde por ordenanza municipal, se permitía a las parejas bailar abrazadas, pero conservando “prudente distancia”.-
Por esa época aparece un tango con el nombre de “Dame la lata”, que como la mayoría de los otros tangos, son de estricto vocabulario prostibulario ya que canta estrofas al “rufián” que semanalmente recogía las latitas que las prostitutas recibían de sus clientes que las compraban a su entrada al “burdel”
Es decir que las palabras tango y burdel a pesar de ser distintas, corrían paralelas en cuanto a concepto. Es por eso que la letra de los tangos escritos hasta fines del siglo XIX no conocen otra filosofía, que no sea la pornografía, la mujer de vida ligera, los amores contrariados y todas las cosas que hacían del vivir y del quehacer nocturno.
En la década del 80 y el 90, aparecen tangos con los nombres “La clavada”, “La franela”, “El serrucho”, “Con que tropieza que no entra”, “Qué polvo con tanto viento” , “Cólgate del aeroplano”, “Dejala morir adentro”, “Va Celina en la punta” y “La C… de la lora”.
Quiero explicarles que las “loras” eran las prostitutas extranjeras, y las “chinas” las de origen criollo.
También los negros cantaban y bailaban tango en sus reuniones sociales. En el carnaval de febrero de 1876 se hizo muy popular un tango candombe llamado “El merenguengué” y cuya letra decía así :
Ay si Francisca muere//pobre Merenguengué//que va a querá, sin teta golda // de la morena pa’ chupá // y depué, tata viejo también solito se va a querá // y a su Francisca en la amaca no tenguerá.
Y así llegamos a 1897, año en el que se estrena la obra Justicia Criolla, de Ezequiel Soria, con música de Antonio Reynoso, en el teatro Olimpo de la calle Lavalle, y es en esa obra que se toca un tango criollo, con compases de tango, con sabor de tango.
También en ese mismo año Rosendo Mendizábal da a conocer “El entrerriano”, y poco tiempo después Ernesto Ponzio escribe su famoso “Don Juan”.
De ahí en más el tango ya adquirió su forma actual, dejando de lado las influerncias foráneas. Aparece en escena Angel Villoldo que nos deleita con “El esquinazo”, “El Choclo” y “El Porteñito”. En 1905 Enrique Saborido escribe “La Morocha” y “Felicia”, José Luis Padula escribe el famoso “9 de Julio” y en 1910 el pianista y director de orquesta Roberto Firpo escribe su inolvidable “El Amanecer”.

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