Por Ricardo Ostuni

La búsqueda de los orígenes del tango ha hecho correr demasiada tinta. El intento más remoto fue publicado en la edición de Crítica del 22 de septiembre de 1913 bajo el título de "El tango, su evolución y su historia", con la firma de Viejo Tanguero, esquivo seudónimo que pudo dar cobijo a la pluma de Félix Lima o a la de José Antonio Saldías. El oculto cronista escribió en uno de sus párrafos: "... (el tango) exótica danza que ideara un día la gente de color… se engendró en el bajo fondo, tuvo vida parasitaria con impurezas maleantes... Las crónicas policiales llegaron a ocuparse frecuentemente de los duelos criollos que se producían casi todas las noches". Con ligeros matices, este argumento fue repetido con recurrencia a lo largo del siglo XX: el tango era macho y plebeyo. Sin embargo la figura una mujer, la baronesa Eloísa D’Herbil de Silva, rompe ese doble prejuicio.

¿Quién era esta dama desconocida por los investigadores del tango, al punto que no se la menciona en los mas importantes trabajos de historia de la música ciudadana, pese a que la revista Caras y Caretas del 20 de julio de 1912 la incluyó –con ilustraciones fotográficas– entre los "ilustres compositores" de música culta que "han puesto a prueba su inspiración para crear tangos", como Rafael Peacan del Sar, Osmán Pérez Freire, Alejandro Cánepa, Martín Quijano y Alberto Williams.

Una pista la encontramos en la página 187 del Diccionario de Mujeres Argentinas de Lily S. de Newton: "Pianista y compositora nacida en Cuba en 1852. Pasó la mayor parte de su vida en la Argentina. Era hija del barón Josef d’Herbil y de la duquesa Raquel Angel de Cadia (sic) y se casó en primeras nupcias con León Saint Romain. Luego lo hizo con Federico de Silva y Barboza. Empezó a dar recitales en la niñez, presentándose ante las cortes europeas. Poseía gran cultura y hablaba varios idiomas. Escribía para piano, canto y recitado. En Buenos Aires tomó parte en conciertos de beneficencia, como el que se realizó para las víctimas de la epidemia de cólera en 1868. En esa oportunidad el propio Sarmiento la condujo al escenario. Su casa era visitada por personalidades de ese tiempo como Mitre, Alberdi y Estrada. Entre sus composiciones se cuentan: Las golondrinas, Ultimo adiós, Saltarella, La Virgen de Luján, Marcha y Plegaria (estas dos, escolares), A orillas del mar, Minuet con variaciones, Patria, Marcha Fúnebre a Sarmiento, Che, no calotiés (tango), Vente a Buenos Aires, El mozo rubio, etc. Murió en Buenos Aires el 21 de julio de 1944".

Napoleón Cabrera, por su parte, indica como lugar y fecha de nacimiento la ciudad de Cádiz y la fecha el 22 de enero de 1846, si bien aclara que pasó gran parte de su niñez en Cuba donde su padre poseía vastísimas tierras. Según mis investigaciones, había nacido en Cádiz hacia 1842, muriendo el 22 de junio de 1943, a la edad de 101 años, en el barrio porteño de Palermo donde la familia Silva D’Herbil había fijado su residencia definitiva en la calle Coronel Díaz 1763.

Eloísa María Dolores Juana de la Santísima Trinidad D’Herbil (tal su nombre completo) fue discípula de Franz Liszt y, desde muy niña, deslumbró a las cortes europeas por sus dotes de pianista excepcional. Llegó a Buenos Aires hacia 1868; aquí se casó al siguiente año –en la iglesia de La Piedad– con Federico de Silva y Barboza, uruguayo, de origen portugués, dueño de una gran fortuna y de una de las más importantes casas de remate de entonces. El matrimonio viajó de continuo por América y Europa; existe un grabado aparecido en L’Ilustration de París de 1882, donde se la ve en un carruaje de la época, elegantemente vestida y su falda cubierta con gruesas pieles.

En enero de 1868, el diario La Prensa publicó con el título "Concierto de la señora de Silva" un comentario referido a una reunión que "tuvo lugar en el local de la Comisión Nacional de Auxilios de la que participaron las personas" que debían organizar "el gran concierto de caridad iniciado por la señora Eloísa D. de Silva". Se resolvió que "el concierto tenga lugar el lunes 7 del mes entrante" nombrándose una comisión específica presidida por Sarmiento y Bartolomé Mitre. La velada se concretó la noche indicada en el primer Teatro Colón (actual edificio central del Banco Nación frente a Plaza de Mayo), con recaudación a beneficio de las víctimas del cólera.

Entre los tangos que compuso Eloísa D’Herbil de Silva, además de "Che no calotiés"* (que lleva en la partitura editada por J.A. Medina e Hijo la aclaración de "Tanguito criollo Propiedad de la Autora"), sobresale "La multa". Con letra de Nicolás Granada, y editado por Breyer Hnos., refiere al mismo tema narrado por Ángel Villoldo en "Cuidado con los 50", no debiendo descartarse que fuera anterior a este, ya que el edicto policial que dispuso penar con 50 nacionales a quien piropease a una mujer en la calle, tuvo dos épocas de vigencia: 1889 y 1906. Precisamente de 1906 es el tango de Villoldo.

Su repertorio incluyó "El güeco", posiblemente confundido por Napoleón Cabrera con "El Maco", cuyo autor es Ernesto Tornquist; "¿Y a mí qué?", título que se lee en la partitura que lleva debajo del brazo el personaje que ilustra la portada de "Che, no calotiés"; "Que sí que no"; "Por tus ojos", y "Yo soy la rubia" (retruque de "La morocha", tango de Saborido y Villoldo que en 1906 estaba en pleno suceso).

Es posible que este listado sea incompleto. Pero es más seguro que las creaciones tangueras de Eloísa acontecieron en la primera década del siglo XX, y eso ubica a Eloísa D’Herbil de Silva no sólo como una de las buenas compositoras de la época fundacional, sino como la primera dama de la aristocracia que venció la prohibición del tango en su medio social. Demasiado mérito como para que, en el futuro, se salve la omisión de su nombre y de sus obras en los trabajos sobre la historia del tango.

*Calotear: estafar, robar, hurtar, beneficiarse con malas artes. Es voz de origen portugués.
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