El asesinato que delat� al grupo de exterminIo

El accidente de un pick up permiti� dar con los supuestos miembros de la organizaci�n.

descripci�n de la imagen

Pickup usado por grupo de exterminio en San Miguel

/ Foto Por elsalvador.com

Por FOCUS EDH

2016-07-24 9:20:00

Juan Jos� Maravilla Cedillos (22 a�os) era el ni�o terrible del cant�n Caulotillo, en las afueras de El Carmen, en el oriental departamento de La Uni�n. Pas� de ser un integrante de una banda musical de paz a convertirse en una pieza m�s de la Mara Salvatrucha (MS).

Con el apodo de el Pana, comenz� a delinquir en esos desolados caser�os, al punto que muchos le tem�an por lo que hacia, y por qu� lo deten�an y lo liberaban pronto. Fue acusado de posesi�n de armas, drogas y otros delitos.

Se hab�a convertido en un problema complejo, al punto que su cabeza ya ten�a precio.

El 10 de abril de 2016, sali� de su vivienda en el cant�n Caulotillo hacia la ciudad de La Uni�n. Y ya no regres�.

Luego de que el autob�s en el que iba recorriera varios kil�metros, tres hombres armados y con gorros pasamonta�as interceptaron el automotor, lo abordaron y preguntaron por un joven que vest�a una camisa manga larga verde con rayas. Lo encontraron r�pido y lo bajaron.

Alguien dio aviso a la polic�a sobre el incidente, por lo que r�pidamente despleg� un operativo de b�squeda por los municipios de San Antonio Silva, San Alejo, El Carmen y Yayantique.

La persecuci�n fue tan eficaz que uno de los dos autos en que viajaban los exterminadores se accident� en una calle de tierra del cant�n Anchico, en el municipio de San Miguel.

Cerca del pick up volcado encontraron el cad�ver de el Pana.

Fuentes policiales aseguran que fue el vuelco de ese pick up lo que permiti� a los investigadores �armar �el rompecabezas y establecer la forma de operar del grupo de exterminio: alquilaban pickups (o trocas, como ellos les llamaban), por lo general doble cabina, con los vidrios polarizados y de modelo reciente; los usaban unas horas para cometer los cr�menes y, luego, los devolv�an.

Con los nombres de los que alquilaban �los autos, los siguientes seguimientos y las relaciones con otros (reuniones y bit�coras de llamadas telef�nicas) y con los homicidios cometidos, la Fiscal�a orden� a principios de julio la captura de nueve personas. Son procesadas por participar en un presunto grupo de exterminio de pandilleros, bien como part�cipes directos en los asesinatos, como proveedores de armas, autos y otra log�stica, o �c�mplices.

El grupo se autodenominaba �Autodefensa�.

Racha de ejecuciones

El 10 de abril, adem�s de matar �a el Pana, el grupo de exterminio asesin� �al menos a cuatro personas m�s en un solo hecho.�

En la madrugada de ese d�a, unos 20 hombres vestidos de negro y con los rostros cubiertos irrumpieron en un restaurante �El Basil tropical� (�un Chupadero�, seg�n los vecinos) en la playa El Cuco, en Chirilagua, San Miguel.�

Preguntaron qui�nes eran pandilleros. C�mo nadie respondi�, llamaron a cuatro personas por sus nombres y apodos (dos hombres y dos mujeres).

Luego, les explicaron cu�les �eran los cr�menes que hab�an cometido y las cuentas que ten�an pendientes.

Acto seguido, los fueron matando uno a uno a balazos y machetazos. La �ltima en morir fue la due�a del local, a quien se�alaron de colaborar con la MS.

A los dem�s les dijeron que no temieran, que no matar�an a ning�n inocente. Pero en la retirada, uno de los homicidas �asest� una cuchillada en la garganta a un hombre, porque se le quedo viendo, como queriendo descubrir el rostro detr�s del gorro pasamonta�a. A pesar de la gravedad de la herida, logr� sobrevivir.

As� lo han narrado lugare�os a periodistas de Focus de El Diario de Hoy.

Lo llamativo de este hecho es que ocurri� a unos 100 metros ��en l�nea recta� de un puesto de polic�as, quienes no escucharon ni vieron nada.

Horas despu�s de esta masacre, ya en la tarde del 10 de abril, se llevaron por la fuerza y mataron a el Pana, pero con el infortunio de accidentarse y dejar tirado el automotor en el que viajaban, un pickup rojo, doble cabina, placas P 652-563.

En el interior del auto, da�ado del lado derecho, los investigadores encontraron abundantes manchas de sangre, con lo que se presume que el Pana fue asesinado en otro lugar y su cad�ver llevado a la zona para abandonarlo.

A unos 200 metros de esta escena encontraron el cad�ver del pandillero. Ten�a m�ltiples disparos de arma de fuego, incluyendo tiro de gracia, y estaba atado con cintas de pl�stico, similares a las que usa la polic�a.

Con toda esta evidencia y el n�mero de placas del pickup, los fiscales y polic�as contra el crimen organizado comenzaron a desenredar la madeja y a identificar a los posibles responsables de los homicidios antes descritos y de otros cr�menes individuales y m�ltiples cometidos en la zona oriental del pa�s.

De acuerdo a registros disponibles, los cr�menes con estas caracter�sticas se comenzaron a cometer en 2014 y se hab�an incrementado a finales de 2015 y a inicios de 2016.

Por la reserva que le han impuesto al proceso judicial que se sigue en un tribunal de San Miguel, a petici�n de la Fiscal�a, no fue posible saber qui�nes de los implicados hab�an rentado el auto �en que llevaban el cad�ver de Maravilla Cedillos.

�La troca maldita��

Si las investigaciones policiales y fiscales est�n en lo cierto, el grupo de exterminio no se desalent� por el incidente que tuvieron el 10 de abril, porque dos semanas despu�s fue a sacar de su vivienda a una mujer que viv�a a 300 metros del puesto policial de la ciudad de Chirilagua.

En esa ocasi�n, seg�n pobladores, varios hombres llegaron a la casa que alquilaba Mar�a de la Paz Tobar (49 a�os).

A pesar del silencio de la �una de la madrugada del domingo 24 de abril, los polic�as de esa localidad dijeron que no escucharon los golpes con una alm�dana que los �exterminios� daban en la puerta de la vivienda, como suelen ocurrir en operativos policiales.

Derribadas las puertas, ataron con cintas pl�sticas a una mujer, hija de Mar�a de la Paz, y a sus hijos. Luego, comenzaron a registrar minuciosamente toda la casa y preguntaron qui�n era Mar�a de la Paz. La amarraron y se la llevaron en una �troca� color gris.

Los hombres, que los moradores de la casa dijeron que eran polic�as, estuvieron hurgando entre 30 a 60 minutos. Tampoco dijeron a los ocupantes de la casa qu� buscaban.

Habitantes de Chirilagua han expresado que esa troca sol�a llegar al pueblo. Se bajaban hombres �vestidos de civil� con los rostros cubiertos.�

Mar�a de la Paz fue encontrada muerta poco despu�s de las 4:00 de la madrugada en una calle de tierra del cant�n Tierra Blanca, en Intipuc�.

Ella ten�a unos cinco a�os de haber salido de prisi�n por el � homicidio de un hombre a quien mat� de una cuchillada�

Tres d�as despu�s del crimen de �Mar�a de la Paz, otra mujer fue sacada de la casa de su madre, donde estaba de visita, en el caser�o Playa Grande, cant�n San Pedro, siempre del municipio de Chirilagua.

Se llamaba Azucena del Carmen V�squez Flores. Ten�a 37 a�os y trabajaba en una pupuser�a de San Salvador.

El 27 de abril hab�a llegado de visita a donde su madre y �a ver a sus hijos. Por la noche, a bordo de un pick up gris, varios hombres �llegaron y se la llevaron, atada �de las manos con cintas pl�sticas.

Horas despu�s, la �encontraron muerta de varios balazos en la calle principal del caser�o El Plan�n, cant�n La Estrechura, de Chirilagua, en el mismo rumbo de donde tres d�as antes abandonaron el cad�ver de Mar�a de la Paz.

En todos estos cr�menes siempre se repet�a otro patr�n: hombres en pickups, con similares caracter�sticas, v�ctimas atadas con cintas pl�sticas, con disparos en la cabeza y abandonadas en calles rurales.

De acuerdo con fuentes de El Diario de Hoy, el mismo d�a que apareci� muerta V�squez Flores, la �troca� gris entr� a Chirilagua rumbo a un cant�n cercano. Una hora despu�s, sali� y luego se escuch� la noticia de que hab�an matado a un joven. �Ese s� era pandillero declarado�, explic� la fuente.�

Menos de tres meses despu�s del vuelco del pick up P-652-563, la Fiscal�a orden� la captura de varios sospechosos, incluyendo a cinco polic�as, a cuatro de los cuales los se�ala de haber participado directamente en al menos ocho homicidios. A otros los ha acusado de dar cobertura a la supuesta estructura criminal, mientras ejecutaban los asesinatos, es decir, que garantizaban que en esas zonas no se realizar�an patrullajes a las horas convenidas.

De las personas particulares, la Fiscal�a ha dicho que unos eran los financistas y que otros participaban directamente en las ejecuciones.