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Muere de coronavirus Enrique Rodríguez Galindo, el azote de ETA a la sombra de la cal viva

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Todopoderoso jefe del cuartel de Intxaurrondo en los 80 y los 90, fue el oficial de mayor graduación condenado por la 'guerra sucia', responsable del secuestro y el asesinato de Lasa y Zabala

Enrique Rodríguez Galindo, en Intxaurrondo.
Enrique Rodríguez Galindo, en Intxaurrondo. JUSTY GARCÍA

El ex general de la Guardia CivilEnrique Rodríguez Galindo (Granada, 1939 - Zaragoza, 2021) ha muerto en Zaragoza a los 82 años tras haber enfermado de Covid-19. Pieza fundamental de la lucha contra ETA en los años 80 y 90 como jefe del cuartel de Intxaurrondo (San Sebastián), se convirtió en una de las principales figuras públicas de la guerra sucia contra ETA y en el oficial de mayor graduación en ser condenado: 75 años de cárcel por el secuestro y asesinato de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala.

Durante muchos años estuvo al frente de los destinos de una pequeña ciudad de Guipúzcoa, un pequeño Fort Apache en el que residían 1.500 guardias civiles, dentro de un recinto armado. Fue el militar más galardonado de la Historia de España por su lucha contra la organización terrorista. Presumía de haber desarticulado comandos a diestro y siniestro, y tuvo un papel esencial en la detención de la cúpula de ETA en Bidart en marzo de 1992, que a la larga significaría el declive y posterior final de la banda.

Rodríguez Galindo desembarcó en Intxaurrondo en 1980 y unos años después se convirtió en el oficial más joven al frente del acuartelamiento objetivo número uno de ETA, en los momentos más duros de sus acciones terroristas. Ya en los años 80 se empezaron a cuestionar sus métodos, tanto desde fuera como desde dentro de las Fuerzas de Seguridad, cuando varios de sus hombres de confianza fueron condenados por malos tratos. Condenas que el Gobierno, presidido por Felipe González y con José Barrionuevo en el Ministerio del Interior, indultaba en muchas ocasiones.

El jefe de Intxaurrondo siempre contó con el sólido apoyo de los responsables de Interior, tanto en la etapa de Barrionuevo (1982-1988) como en la de José Luis Corcuera (1988-1993). Especialmente estrecha fue su relación con el todopoderoso secretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera. El Gobierno reconocía a Galindo como uno de los hombres más importantes en la lucha contra ETA, responsable del desmantelamiento de un centenar de comandos terroristas y de la detención de 800 personas vinculadas a la banda. Como Galindo, Barrionuevo y Vera serían condenados por los GAL, en su caso por el secuestro de Segundo Marey.

Las sospechas sobre los métodos utilizados por Galindo estallaron de forma definitiva el 21 de marzo de 1995. Ese día, EL MUNDO amaneció con un título histórico en portada que revelaba la más dura realidad de la guerra sucia contra ETA: "Aparecen los cadáveres de Lasa y Zabala tras haber sido torturados y enterrados en cal viva". Dos esqueletos hallados en 1985 en la localidad alicantina de Busot fueron identificados como los restos de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, presuntos etarras secuestrados por los GAL en 1983 y que se encontraban desaparecidos desde entonces. El titular de portada iba acompañado de impactantes fotografías de los restos que, como quedaba recogido en el informe policial, mostraban que Lasa y Zabala "fueron torturados despiadada y prolongadamente para sacarles información". Les habían arrancado las uñas de pies y manos y sufrieron numerosas heridas, después fueron asesinados a golpes, rematados de un tiro en la nuca, y enterrados en esta población de Alicante en cal viva para hacer desaparecer las pruebas. Los supuestos responsables eran agentes de la Guardia Civil del cuartel de Intxaurrondo.

Portada de EL MUNDO del 21 de marzo de 1995.
Portada de EL MUNDO del 21 de marzo de 1995.

El impacto de este hallazgo fue inmediato. Por un lado, la actuación policial contra ETA quedó en entredicho por los métodos utilizados y se inició una larga instrucción judicial que sufrió grandes presiones políticas para que no avanzara. Por otro lado, la guerra sucia, y en particular el caso de Lasa y Zabala, fue utilizada por ETA y la izquierda abertzale para justificar el terrorismo, reclutar nuevos miembros y reforzar el mensaje de que en el Estado español seguía habiendo prácticas franquistas. Hoy en día, con ETA ya desaparecida, el relato que trata de imponer el nacionalismo vasco es el de que en el País Vasco hubo dos violencias, terrorista y policial, y que ambas están al mismo nivel.

Galindo declaró en el juicio, jurando por dios y por su honor, que "nunca" había ordenado "ni el secuestro, ni las torturas, ni el asesinato" de Lasa y Zabala. Pero las pruebas pudieron más que su palabra. El 26 de abril de 2000, la Audiencia Nacional lo condenó a 71 años de cárcel por el secuestro y asesinato de los dos presuntos terroristas, pena que después fue elevada por el Tribunal Supremo a 75 años. Fue absuelto de los delitos de pertenencia a banda armada, lesiones y torturas. Junto a él fueron condenados el ex gobernador civil de Guipúzcoa Julen Elgorriaga (71 años de cárcel), el teniente coronel Ángel Vaquero (69 años) y los agentes Enrique Dorado y Felipe Bayo (67 años y ocho meses).

Galindo, Vera y Barrionuevo.
Galindo, Vera y Barrionuevo.Á. CASAÑA / J. MARTÍNEZ

Condena contundente

Las sombras de actuaciones ilegales por parte de Galindo y del círculo reducido de guardias civiles que estaba a sus órdenes eran densas sobre otros asesinatos de etarras que se atribuyeron a las cloacas del Estado, pero cuyos autores nunca han sido identificados. Ese reducido grupo de guardias civiles, los pata negra de Galindo, siempre estaban en la lista de sospechosos.

Pese a la contundencia de la condena, Galindo siempre tuvo un fuerte respaldo político y la simpatía de una parte de la sociedad. Muy conocidas fueron las tensiones que se produjeron con la llegada a la Secretaría de Estado de Interior de Margarita Robles, actual ministra de Defensa y partidaria de que las Fuerzas de Seguridad se alejaran de la guerra sucia y de que se investigaran todos los sucesos de los años 80 y los primeros 90. Mientras ella impulsaba esa línea, Galindo era ascendido a general.

El ex jefe de Intxaurrondo intentó salir de prisión nada más entrar en ella. Hubo peticiones de indulto que fueron denegadas por el Gobierno, presidido entonces por José María Aznar, y repetidos intentos de acceder al tercer grado. En 2004 tuvo varias salidas de la cárcel para ser tratado de una dolencia cardiovascular y en septiembre de ese año se le permitió cumplir la condena en su casa. En 2005 accedió al tercer grado y en 2013 fue finalmente liberado. De forma efectiva, sólo cumplió 4 años de prisión. Por entonces era un ex oficial de 74 años con salud dedicada, pero Galindo vivió lo suficiente para ver el cese de la actividad armada de ETA (2011) y su disolución definitiva (2018).

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