La prohibición del euskera en el franquismo.

Hace dos días se cumplía el 80 aniversario de la prohibición del euskera por parte de la dictadura franquista.

40 años de régimen totalitario no puede perdurar con un programa político basado en la generosidad, la reconciliación y la mano tendida. Son términos opuestos. Como tal, el fascismo franquista se impuso por las fuerzas de las armas a la legalidad republicana y continuó con una represión tanto física como cultural y moral. El ideal macabro de la España Una grande y libre tenía intrínsecamente la exclusión de todo raciocinio y de todo resquicio de cultura que contradijese a la España de los reyes católicos y conquistadores. Se hacía necesario imponer un país unido en una lengua y en un ideal e grandeza nacionalcatólico para grandeza del caudillo. El 29 de mayo de 1937 podría considerarse como la efemérides cuando oficialmente se prohibió ella uso del euskera en todos los ámbitos de la vida de Euskal Herria. Sobre todo el los primeros años del franquismo. Aunque faltaríamos a la verdad si dijéramos que se perseguía hasta bajo las piedras a todo aquel que hablase el euskera, la represión fue lo bastante insistente como para que su utilización menguara considerablemente durante la dictadura por el miedo a contradecir a las autordades fascistas y por consiguiente a ser denunciado por ello.

El 29 de mayo en San Sebastian se prohibió mediante circular firmada por el General Primer Jefe de la ciudad redactada en los siguientes términos:

Se denunciará a todo aquel que infrinja lo dispuesto sobre la prohibición de hablar idiomas y dialectos diferentes del castellano.

Recibida por esta jefatura comunicación del Excmo. Señor Gobernador Militar encargando a la Guardia Civica vigile el exacto cumplimiento de la disposición dictada que proscribe a los nacionales el uso en público de idiomas y dialectos diferentes del castellano.

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No necesitamos hacer un esfuerzo por imaginarnos el miedo de quienes tenían el euskera como lengua de uso habitual y vivían en las llamadas provincias traidoras y de aquellos navarros que habían sufrido la represión especialmente cruenta en la zona de la ribera navarra donde los asesinados por el franquismo se acercaba peligrosamente a las 3.000 víctimas. La ordenanza que imponía el castellano como única lengua oficial y de obligatorio uso era mas que suficiente para infligir un terror y cuando menos desanimar por completo a utilizar el euskera fuera del ámbito exclusivamente familiar donde cualquier vecino confidente pudiera denunciar a las autoridades locales la desobediencia a la ley.

No obstante, el franquismo no era ajeno al conocimiento de que el euskera en muchas regiones de Euskal Herria era la lengua de la mayoría de los habitantes independientemente de su ideología pues en muchos casos incluso se llegaba al punto de que apenas sabían balbucear algunas palabras en la lengua de Cervantes. Carlistas, socialistas, gente apolítica se expresaban en euskera por ser la lengua materna. Especialmente en Navarra pero también en las provincias de Euskadi.  Imaginamos que por ello, sobre todo en los años posteriores, la persecución del uso del euskera a nivel hablado en la vida diaria se vio impartida de manera irregular sobre todo en las poblaciones más rurales de Euskal Herria. En Gernika por ejemplo el alcalde en un comunicado emitido en 1949 solicitaba a los familiares que poseyeran una tumba en el cementerio donde la inscripción de la lápida esculpida en euskera que ésta fuera sustituida por otra en castellano. La Sociedad de Estudios Vascos de carácter cultural que se había fundado en 1918 fue prohibida para reprimir la difusión de la cultura del pueblo vasco y de su idioma. Por supuesto huelga decir que los ritos eclesiásticos debían ser impartidos en castellano aunque en algunas circulares se autorizaban a expresarlos en euskera siempre y cuando se diera la circunstancia de que los feligreses desconocieran el español y solo durante diez minutos, el resto de la misa debía darse en castellano.

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Por contra la academia de la lengua vasca Eskaltzaindia no fue disuelta aunque sus actividades sobre todo al principio del régimen sufrió una considerable merma. La edición de libros en euskera tampoco fueron prohibidos en su totalidad durante el franquismo y la feria más importante del libro en euskera que es la de Durango se celebró por primera vez en 1965, si bien ya avanzado el franquismo y como hemos señalado anteriormente la persecución del uso verbal del euskera se había moderado bastante para entonces. a modo de resumen podríamos establecer dos parámetros diferenciados de la represión lingüística del euskera durante la dictadura de Franco; Principalmente la utilización del euskera en la vida cotidiana que fue prohibida y perseguida más duramente en los comienzos del régimen siendo reprimida mediante multas económicas, castigos físicos en las escuelas, amenazas y amonestaciones, etc. Estas medidas se pueden extrapolar perfectamenteal gallego y al catalán. A modo de ejemplo Xavier Arzallus describe en un artículo cómo su madre regresaba de Donosti en cierta ocasión asustada por haber sido amenazada con una multa por hablar en la calle con su hermana en euskera.

En segundo lugar la literatura vasca y su cultura en general en euskera que si bien se vio impedida en buena parte por la censura y se dejó de publicar periódicos en el idioma vasco, el relevo generacional desafecto al régimen que trajo consigo los años sesenta en Euskal Herria renueva hasta cierto punto la cultura vasca del euskera reivindicando su utilización. Mikel Laboa, Gabriel Aresti, Amaia Zubiria son una pequeña muestra de esta nueva ola de intelectuales.

En cualquier caso hay que lamentar una historiografía que adolece la falta de estudios en profundidad que aborden el papel del tratamiento que tuvo el euskera durante el franquismo. A pesar de que existen algunas publicaciones al respecto, sería deseable trabajos con más profundidad tanto sociológicos como históricos.

Otro aspecto que conviene señalar es la consecuencia política que provocó la prohibición del euskera. Una polarización política que pervive hoy en día que se asocia comúnmente la defensa del euskera con el nacionalismo vasco tanto conservador como de izquierdas. Pocas veces veremos a un miembro del PP defender el aumento de recursos económicos o de modelos educativos para incrementar el conocimiento de la lengua vasca. La interpretación que puede hacerse de tal fenómeno es sencilla de explicar. El rechazo del nacionalismo fascista a la cultura vasca en general traía como consecuencia un acercamiento al nacionalismo vasco, especialmente a raíz de las primera grupos organizados políticos durante los años 50. No digamos ya con la creación de ETA a finales de esa década. Defender el euskera como símbolo de identidad de un pueblo te ubicaba y para muchos todavía etiqueta como antiespañol y por tanto simpatizante por lo menos del abertzalismo. Muchos retenemos en la memoria aquellas acusaciones del miembro del GAL y ex Secretario General del PSE-PSOE, Ricardo García Damborenea, cuando criticaba a las ikastolas como escuela de aprendices de futuros etarras. O de las viñetas del tan elogiado dibujante del franquismo Mingote denostando el euskera de forma burlesca. O al funesto ex ministro de Cultura Ignacio Wert cuando le traicionó el “inconsciente” y en el Congreso defendió la idea de españolizar a los alumnos catalanes. En realidad si somos sinceros el rechazo a la diversidad cultural y lingüística sigue vigente en la derecha española de manera muy similar a la franquista. Sin prohibir del todo pero metiendo el dedo en la llaga cuando lo considera necesario. Su simpatía por el euskera siempre brilló por su ausencia.

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NIRE AITAREN ETXEA              

Nire aitaren etxea

defendituko dut.

Otsoen kontra,

sikatearen kontra,

lukurreiaren kontra,

justiziaren kontra,

defenditu

eginen dut

nire aitaren etxea.

Galduko ditut

aziendak,

soloak,

pinudiak;

galduko ditut

korrituak,

errenteak,

interesak,

baina nire aitaren etxea defendituko dut.

Harmak kenduko dizkidate,

eta eskuarekin defendituko dut

nire aitaren etxea;

eskuak ebakiko dizkidate,

eta besoarekin defendituko dut

nire aitaren etxea;

besorik gabe,

sorbaldik gabe,

bularrik gabe

utziko naute,

eta arimarekin defendituko dut

nire aitaren etxea.

Ni hilen naiz,

nire arima galduko da,

nire askazia galduko da,

baina nire aitaren etxeak

iraunen du

zutik.

Defenderé

la casa de mi padre.

Contra los lobos,

contra la sequía,

contra la usura,

contra la justicia,

defenderé

la casa

de mi padre.

Perderé

los ganados,

los huertos,

los pinares;

perderé

los intereses,

las rentas,

los dividendos,

pero defenderé la casa de mi padre.

Me quitarán las armas

y con las manos defenderé

la casa de mi padre;

me cortarán las manos

y con los brazos defenderé

la casa de mi padre;

me dejarán

sin brazos,

sin hombros

y sin pechos,

y con el alma defenderé

la casa de mi padre.

Me moriré,

se perderá mi alma,

se perderá mi prole,

pero la casa de mi padre

seguirá

en pie.

Gabriel Aresti, 1963

Autor: Jordi Pedrosa

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