Un selecto grupo de intelectuales de nuestro país inició las actividades. Según datos obtenidos por el Dr. Manuel Peña Villamil, fueron los primeros académicos: Luis De Gásperi , Juan E. O’Leary , Anselmo Jover Peralta, Luis A. Lezcano, Roque Gaona, Marco Antonio Laconich, Mariano Morínigo, Julio César Cháves, Hipólito Sánchez Quell, Manuel Riquelme, Gustavo González, Juan Stefanich, Justo Pastor Benítez, Pablo Max Ynsfrán, J. Natalicio González, Carlos R. Centurión, Justo Prieto, Luis Ruffinelli, Efraín Cardozo, Raúl Sapena Pastor, J. Ezequiel González Alsina, y José Concepción Ortiz . Además de los nombrados se incorporaron – Eligio Ayala, Eusebio Ayala, Cecilio Báez, Fulgencio R. Moreno, Eloy Fariña Núñez, Delfín Chamorro, Arsenio López Decoud y Manuel Domínguez .Fue electo presidente el Dr. Luis De Gásperi, cuyo nombre, años más tarde, llevaría la biblioteca del club Centenario. Lastimosamente, la corporación no lograba consolidarse, pese a que la integraban los más ilustres hombres de la época. Primero, suponemos que fue por la Guerra del Chaco; en los años siguientes, por la diáspora de un apreciable número de compatriotas; por la inestabilidad y los enfrentamientos políticos de esa época que todos conocemos, circunstancias éstas que no fueron propicias para consolidar la corporación de la que hablamos. No se hallan registros de qué pasó con la APPLE en esos años. Alguien dijo una vez que la Academia Paraguaya era una entelequia, en la acepción irónica de la palabra. Hoy se diría “una realidad virtual. Y es verdad, la APARLE solo era una carpeta de apuntes que el secretario llevaba bajo el brazo, donde fuera que se reuniesen sus miembros: en el Ateneo Paraguayo, en el Instituto Paraguayo de Cultura Hispánica, en el Unión Club y frecuentemente en la casa del Académico Dr. De Gásperi. En el año 1951 se lleva a cabo el Primer Congreso de Academias, en la ciudad de México. Ante la ausencia del Paraguay, fue comisionado el académico peruano Guillermo Hoyos Osores con la misión de que gestionara los contactos con sus pares paraguayos. Luego de casi un año de intentos logró, por fin, un encuentro con los académicos Dr. De Gásperi, Jover Peralta, y Juan Stefanich . Esta reunión se llevó a cabo en la ciudad de Buenos Aires. Existe un Acta, de diciembre de 1952, firmada en la capital argentina, Acta de la que podríamos llamar “ de una reorganización o una segunda fundación de la Academia”. Y lo curioso es que a esa fundación concurren - probablemente “por poder” varios académicos ausentes: *Justo Pastor Benítez , reside en Río de Janeiro ; *Pablo Max Insfrán , vive en los Estados Unidos; *Juan E. O´Leary , es Ministro ante la Santa Sede en Roma y *J. Natalicio González se encuentra en México como embajador paraguayo. Pero, puesto que eran Fundadores de la instalación anterior, no se podía ignorar su condición adquirida. A esa nueva etapa fueron llamados todos los anteriores académicos nombrados y se incorporaron, ya elegidos en propiedad: Doña Teresa Lamas de Rodríguez Alcalá, Doña Concepción Leyes de Chaves, Hugo Rodríguez – Alcalá, Justo Prieto, Osvaldo Chaves, Juan Boggino y Miguel Pecci Saavedra. Se confirmó la presidencia del Dr. De Gásperi que ya había sido electo en la primera oportunidad. Se establece entonces, con miras a la redacción del Estatuto que la regirá, que los miembros serán Académicos de Número, Correspondientes (si viven en el extranjero) y Preeminentes. Es una corporación de plazas limitadas, ordenadas no por números sino por las letras del abecedario y todas ellas con igual valor. Cada letra corresponde a un sillón (o cada sillón corresponde a una letra); la membresía es vitalicia y por lo tanto, las vacancias sólo se producen por el fallecimiento de algún miembro. En este momento la APARLE tiene 30 Miembros de Número, con letras mayúsculas y minúsculas. En la actualidad la Academia funciona en el Rectorado de la Universidad Nacional, por una resolución del Consejo Superior firmada por el Decano Dr. Luis Berganza en 1995 , documento que reza así: “cede en usufructo a favor de la Academia Paraguaya de la Lengua Española, por el término de 25 años , dos oficinas del Rectorado, para desarrollar sus actividades”. La APARLE dejó de ser una inconcebible abstracción. Como ejemplo, cito los cursos gratuitos de gramática, que tuvieron notable número de participantes, entre ellos, maestros del interior quienes cada sábado concurrían al Rectorado para asistir a las amenas clases. Los profesores voluntarios fueron la Dra. Margarita Prieto Yegros, Dirma Pardo de Carugati y el propio presidente, Dr. Hugo Rodríguez- Alcalá también me han preguntado varias veces, cómo se sostiene la APLE.. La respuesta es : por milagro. Todo comenzó en el Segundo Congreso , realizado en Madrid en 1956 , que recomendó entre sus conclusiones, que los Estados a los que pertenecen las Academias celebraran un convenio. Los Gobiernos signatarios acordaron prestar apoyo moral y económico a sus respectivas Academias de la Lengua; a proporcionarles una sede digna y una suma anual adecuada para su funcionamiento. Para ello, los gobiernos se comprometieron a hacer incluir en sus presupuestos las partidas necesarias para el cumplimiento de ese convenio. Este documento fue registrado en la Secretaría General de la Organización de las Naciones Unidas por el Gobierno de España. Nuestro país fue de los primeros firmantes y no solo eso: en 1963 el convenio fue ratificado, con un Decreto Ley, firmado por el Presidente de la República y entró en vigencia ese mismo año. Eso funcionó por un tiempo, pero ya en la era de la Democracia, de pronto la asignación desapareció. En 1999 el Presidente de la Academia, Dr. Juan Carlos Mendonça recibió una nota oficial, que comunicaba que había sido adjudicada la suma anual correspondiente a la Academia. La resolución se publicó en la prensa con precisos detalles de la distribución del presupuesto nacional. En el rubro para la cultura y entidades sin fines de lucro, figuraba la Academia, hasta que finalmente, Pero esa asignación anunciada, nunca se pudo cobrar. Fue un peregrinar por las oficinas de distintos ministerios. Cuando ya todo parecía solucionado, se cambió el Ministro de Hacienda y se cambió el procedimiento. Ni el Ministerio de Educación, ni el Viceministerio, ni el FONDEC, ni la Comisión Bicameral de Presupuesto tenían conocimiento de las gestiones. Hubo que empezar de nuevo con los trámites pertinentes. Hoy nuestra academia trabaja arduamente y tiene presencia en la comunidad y en el exterior. |