VOLUMEN: 5 NÚMERO: 10

MÉTODOS TRADICIONALES vs. MULTIDIMENSIONALES EN LA INDUCCIÓN DE EMOCIÓN

 

Lasa Aristu, Amaia
Universidad Nacional de Educación a Distancia (Spain)
 


1.- INTRODUCCIÓN

    Relacionados con el estudio de la respuesta emocional destacan dos grupos muy diferentes de factores, los situacionales y los personales. Si consideramos al individuo como un ser activo e intencional, que se conduce según percibe y valora la situación, se supone que las manifestaciones emocionales de las personas vendrían moduladas por ambos grupos de variables.

    En el estudio de la emoción, donde el interés se centra en la medida de las distintas respuestas que se provocan, la situación que se expone al sujeto de la investigación va intrínsecamente unida al procedimiento utilizado. Es una variable crítica, a la que el investigador debe prestar mucha atención.

    Los fenómenos emocionales suelen ser provocados por estímulos, tanto externos como internos. No es el estímulo en sí mismo sino el significado para la persona lo que le confiere el carácter de estímulo emocional evocador. En este sentido, es frecuente el uso de situaciones estructuradas, que previamente han sido seleccionadas y enjuiciadas por expertos y confirmadas en estudios empíricos como situaciones inductoras de emociones (Davidson y Cacioppo, 1992). Se parte del supuesto de que se predice con bastante probabilidad la respuesta emocional que una determinada situación va a inducir a la mayoría de los sujetos y, posteriormente, por medio de análisis estadísticos, se determina el alcance de validez del método utilizado. En este caso la situación, o el contexto estimular estructurado, sería la variable independiente que se controla y manipula, y las diferentes manifestaciones de los sujetos las variables dependientes registradas por el experimentador.

    A la hora de estructurar una situación que provoque las manifestaciones emocionales, nos encontramos con el llamado "problema ético", que se refiere a que ninguno de los procedimientos que se utilicen deben dañar en lo más mínimo la dignidad e integridad de los participantes. Muy relacionado con la cuestión ética está el hecho de que el sujeto experimental sea consciente o no de que se le está manipulando su nivel afectivo, lo que nos lleva a una de las cuestiones más discutidas, y aún sin resolver, en la utilización de estos instrumentos: el llamado "efecto de la demanda" de la tarea, que invalidarían los resultados de las investigaciones. Este efecto es una de las críticas más frecuentes al tipo de metodología que se utiliza en la inducción de emoción.

    Si nos atenemos a los resultados y los objetivos del estudio en concreto, existe una gran diversidad de procedimientos para inducir emoción, cada uno con diferente grado de eficacia.

 

2.- MÉTODOS TRADICIONALES DE INDUCCIÓN DE LA EMOCIÓN

    Entre los distintos procedimientos más utilizados para provocar emociones se pueden citar:

- La lectura de un conjunto de frases autorreferidas al sujeto (Velten, 1968).

- El recuerdo autobiográfico (Brewer, Doughtie y Lubin, 1980).

- La sugestión hipnótica (Bower, 1981).

- La imaginación (Wrigth y Mischel, 1982).

- La manipulación de la expresión facial (Laird, Wagener, Halal y Szegda, 1982).

- La audición de alguna pieza musical (Vaitl, Vehrs y Sternagel, 1993).

- La utilización de fragmentos de películas (Philippot, 1993b; Gross y Levenson, 1995; Westermann, Spies, Stahl y Hesse, 1996).

- La utilización de sonidos (Bradley, Zack, Lang, 1994; Bradley y Lang, 2000).

- Las historias, imaginación e interacciones sociales (Westermann y cols., 1996; Gerrards-Hesse, Spies y Hesse, 1994).

    Todos estos procedimientos cuentan con algún inconveniente y no han estado exentos de críticas, como la referente a que, en general, no han sido diseñadas a partir de ninguna posición teórica concreta, sino más bien de forma heurística (Vicens y Andrés, 1997). Otra crítica ha estado centrada en que mientras en algunas técnicas los "efectos de la demanda" sobre la tarea son tan evidentes que constituyen un problema metodológico importante, en otras técnicas la fiabilidad y efectividad para inducir emociones en el laboratorio es más que dudosa (Martín, 1990; Westermann, Spies, Stahl y Hesse, 1996). Por último, una de las críticas más graves se ha referido a su falta de objetividad, ya que en casi todos los métodos se produce algún tipo de manipulación cognitiva y el experimentador no sólo tiene un escaso control sobre los estímulos, sino que, además, no puede controlar lo que el sujeto revive más que a través de autoinformes. (Moltó, Montañés, Poy, Segarra, Pastor, y cols., 1999).

    A continuación se resumen algunas de las revisiones más importantes realizadas en este campo en las que se analiza y compara la eficacia de algunos de los métodos utilizados en los últimos 25 años. Los datos y las conclusiones más relevantes han sido extraídos de las evaluaciones realizadas por diferentes investigadores (Martin, 1985, 1990; Vega y Godoy, 1992; Philippot, 1993 Gerrards-Hesse, y cols., 1994; Westermann y cols., 1996).

 

2.1.- Un método clásico: El método de Velten (1968)

    Este método ha sido el más ampliamente estudiado y utilizado en el campo de la emoción por lo que su evaluación precisa ser detallada. El método descrito originalmente por Velten (ver, Velten, 1968, para una profundización en la metodología y control de posibles efectos de fingimiento), manipula el estado de ánimo haciendo leer a los sujetos listas de 60 frases referidas a uno mismo de contenido triste, alegre o neutro. Estas frases se pueden agrupar en contenidos somáticos (por ejemplo, "mi cuerpo está cansado") y en contenidos de autoevaluación (por ejemplo, "estoy desengañado de mi mismo"). Ha sido el método más utilizado para producir estados de ánimo depresivos (véase, Clark, 1983, donde se recogen hasta esta fecha, más de 30 estudios empíricos) y también el instrumento más modificado: por ejemplo, para administrarlo en grupo (Brewer, Doughtie y Lubin, 1980; Coleman, 1975); cambiar el número de frases (Kirschenbaum, Tomarken y Humphrey, 1985; Schare y Lisman, 1984; Sherwood, Schroeder, Abranir y Alden, 1981); el tiempo de administración (Albersnagel, 1988); el contenido de las frases (Teasdale y Fogarty, 1979) y hacer que los sujetos lean en voz baja todo el tiempo (Polivy y Doyle, 1980). Así mismo se ha utilizado, en diversas adaptaciones para provocar otros estados negativos como la ansiedad (Orton, Beiman, La Pointe y Lankford, 1983; Albersnagel, 1988).

    El método de Velten, por ser el más difundido, ha sido uno de los métodos que más ha llamado la atención y ha generado más preguntas. Por la falta de estudios específicos con respecto a las cuestiones relacionadas con la efectividad del contenido de los dos grupos de frases (somáticas y autoevaluativas), no existe evidencia empírica que demuestre de forma definitiva que un tipo de contenido sea superior al otro, al menos en cuanto a estado subjetivo se refiere. La cuestión de la eficacia de las diferentes instrucciones dadas a los sujetos, tampoco está clara, y precisa una investigación futura (Vega y Godoy, 1992).

    Este método ha suscitado la polémica respecto a su validez entre las conclusiones de los investigadores (por ejemplo, Izard, 1972; Polivy, 1981; Goodwin y Williams, 1982; Kenealy, 1986; Larsen y Sinnett, 1991).

    Entre los datos más relevantes relacionados con la efectividad del método de Velten, se pueden destacar los que se desprenden de dos rigurosos trabajos.

1.- Revisión de Gerrards-Hesse, Spies y Hesse (1994). Estos autores analizan, a partir de 93 estudios, los resultados obtenidos con 80 trabajos (estudios que reflejan datos estadísticos comparativos) y concluyen:

a) Que el método de Velten fue efectivo en el 58% (con un rango del 32% al 92%) de los sujetos que participaron en 8 de los estudios que aportan datos individualizados de autoinformes. Se vieron afectados significativamente con relación al estado de ánimo positivo (cuatro estudios) el 62% de los sujetos, al negativo (ocho estudios) el 70% y al neutro (cinco estudios) el 54%, de los sujetos.

b) Que la efectividad de cambio, es decir, de un estado neutro a otro emocional, es del 80% para el estado de ánimo negativo, deprimido, y del 67% para el estado positivo, alegre. Gerrards-Hesse y cols. analizan esta efectividad tomando como criterio la comparación de las frecuencias significativas y no significativas de los datos reflejados en los autoinformes.

2.- Revisión de Westermann, Spies, Stahl y Hesse (1996). Estos investigadores en los resultados de su meta análisis, utilizando estrategias estadísticas más complejas (Cohen y Cohen, 1983) que el trabajo anterior, concluyen que:

a) El método de Velten, de acuerdo con los resultados aportados por Izard (1972) y Polivy (1981), parece estar más relacionado con los cambios en el tipo de fenómeno afectivo del estado de ánimo que con las emociones discretas.

b) El procedimiento se muestra más efectivo en la inducción del estado de ánimo negativo que en el positivo, lo que puede deberse a la validez experimental del tipo de autoinforme que se utiliza como medida, más alta en la medida del estado de ánimo negativo que en el positivo.

c) Por último, la efectividad global de los autoinformes es superior a las diferentes medidas conductuales como variables dependientes. La eficacia mayor de los autoinformes puede deberse al sesgo producido por el "efecto de la demanda", del cual las medidas conductuales están menos contaminadas. Esta falta de contaminación en las medidas conductuales les lleva a sugerir que la opinión de aquellos que invalidan el método por el "efecto de la demanda" puede ponerse en entredicho, ya que existen evidencias fehacientes que el método por si mismo induce estados de ánimo, aunque todavía no está claro en qué grado. También están de acuerdo con aquellos autores (Clark, 1983; Larsen y Sinnett, 1991) que opinan que el método Velten tiene un efecto genuino en el estado de ánimo que es independiente del "efecto de la demanda".

    Por otro lado, es interesante señalar otro tipo de trabajos en donde se analiza el papel de las posibles variables mediadoras que expliquen por qué unos sujetos se ven afectados por el método de Velten y otros no, aspecto que pudiera estar relacionado con la efectividad del procedimiento. En este sentido García-Palacios y Baños (1999), apuntan algunas conclusiones referidas a la modulación de diferentes variables personales:

- En los resultados proporcionados por estas investigadoras, ni la autoconciencia privada, ni la depresión medida por el BDI, parecen afectar a la inducción de emoción negativa (tristeza), y no pueden aclarar los resultados contradictorios encontrados en otros trabajos (Scheier y Carver, 1985; Páez, 1987; Blackburn, Cameron y Deary, 1990).

- Los resultados derivados del estudio señalan que la autoconciencia pública y la ansiedad social parecen no tener relación en la inducción de emoción por este método.

- La ansiedad estado sí parece modular las respuestas tomadas por autoinforme al contrario que la ansiedad rasgo, que parece no tener un papel importante en la inducción de estado de ánimo.

- Las autoras concluyen, que la valoración del estado de ánimo previo en que se encontraban los sujetos es el predictor más claro del cambio en el estado de ánimo después de la inducción.

    Resumiendo, se puede señalar que el método original de Velten y sus adaptaciones han resultado ser eficaces en la generación de estados emocionales inespecíficos negativos, deprimidos, confirmando la importancia de los contenidos cognitivos negativos en estos trastornos. No parecen ser efectivos en la inducción de estados emocionales positivos, alegres. Por otro lado sería muy interesante incorporar, en futuras investigaciones que utilicen este método, otro tipo de medidas, como las comportamentales y psicofisiológicas, para esclarecer el grado de los efectos del método de Velten sobre los estados emocionales.

 

2.2.- Evaluación de otros métodos tradicionales de inducción emocional

    Aunque los trabajos centrados en este tipo de evaluación utilizan diferentes criterios en la selección de los estudios y metodologías distintas en el análisis de la eficacia de los procedimientos de inducción emocional, es interesante exponer, por las diferentes conclusiones que se derivan y por ser muy citados en la literatura, las revisiones de Martin (1990), Gerrards-Hesse, Spies y Hesse (1994) y Westermann, Spies, Stahl y Hesse (1996).

    Los resultados que se muestran a continuación revisan un gran número de trabajos donde se miden diferentes respuestas emocionales inducidas con diversos procedimientos, como son: el recuerdo autobiográfico, la sugestión hipnótica, la manipulación de la expresión facial, la manipulación con drogas, manipulación de éxitos y fracasos, el obsequio de regalos, audición de fragmentos musicales (con o sin instrucciones), la utilización de fragmentos de películas (con o sin instrucciones) y utilización de historias, la imaginación (con o sin instrucciones) y la interacción social.

 

2.2.1.- Revisión de Martin (1990)

    En la revisión realizada por Martin (1990), se pone de manifiesto que entre los procedimientos revisados de inducción de emoción existe una diferenciación entre dos grupos de métodos. Esta división se puede realizar en función de los métodos en los cuales los sujetos no son conscientes o sí son conscientes de que les manipulan a nivel afectivo, (por inferirlo de la situación experimental o por que se lo piden explícitamente durante la prueba). Estos dos grupos de técnicas se diferencian claramente en la efectividad y en aspectos derivados del problema ético y el "efecto de la demanda". Respecto a la efectividad, el segundo grupo (sujetos conscientes), parece superior al primero (sujetos no conscientes), siendo éticamente más correcta la administración de las técnicas en el segundo grupo al informar a las personas que van a ser manipuladas a un nivel afectivo. Respecto al "efecto de la demanda", el primer grupo (sujetos no conscientes) está menos contaminado que el segundo.

    Martin advierte que esta mayor efectividad de las técnicas de inducción emocional en los sujetos conscientes de que se les está manipulando a nivel afectivo puede deberse al "efecto de la demanda", con la sabida sobrevaloración de los resultados.

 

2.2.2.- Revisión de Gerrards-Hesse, Spies y Hesse (1994)

    A continuación se muestra una tabla (Tabla 1) con los datos más relevantes de los resultados de la revisión realizada por Gerrards-Hesse, Spies y Hesse (1994). Para su análisis se tuvieron en cuenta más de 250 trabajos con diferentes técnicas con las que se pretendían provocar respuestas emocionales positivas, mediante un estado alegre, y negativas, mediante un estado deprimido. Estos trabajos fueron publicados entre 1979 hasta 1990.

Tabla 1
 Resultados en función de la Efectividad de los distintos métodos

Métodos de inducción

Estudios con comparaciones estadísticasa

Comparaciones estadísticas evaluadasb

Efectividad Neutro Alegrec

Efectividad Neutro Deprimidoc

Efectividad Alegre Deprimidoc

1.Manipulación Hipnosis

1 (14)

1

_

_

100 %

2.Manipulación Imaginación

23 (31)

11/10/16

64 %

100 %

94 %

3.Método Velten

80 (93)

36/50/44

67 %

80 %

95 %

4.Film/Historia más Instrucciones

9 (13)

4/5/4

100 %

100 %

100 %

5.Música más Instrucciones

16 (16)

2/4/12

25 %

88 %

100 %

6.Film/Historia sin Instruc.

24 (27)

12/17/10

92 %

94 %

100 %

7.Música sin Instrucciones

10 (10)

6/6/10

58 %

58 %

95 %

8.Obsequio de regalos

6 (14)

6

83 %

_

_

9.Manipulación Éxitos/Fracasos

17 (21)

4/6/11

88 %

92 %

86 %

10.Interacción Social

2 (2)

2/1/1

50 %

100 %

100 %

11.Manipulación por Drogas

3 (3)

1/1/2

100 %

100 %

100 %

12.Manipulación Expresión facial

7 (9)

2/2/5

0 %

100 %

60 %

a Entre paréntesis total de estudios revisados.
bTotal de comparaciones evaluadas. El primer, segundo y tercer lugar corresponden respectivamente a las tres columnas que se especifican a continuación.
c Como criterio de efectividad, se toma la comparación de las frecuencias significativas y no significativas de las comparaciones estadísticas realizadas, reflejado en porcentajes. Se marcan en negrita los resultados que se consideran altamente efectivos siguiendo el criterio de los autores: 1) estar por encima del 75 % y, 2) tener al menos 6 comparaciones evaluadas.
FUENTE: Datos obtenidos de las diferentes tablas reflejadas por Gerrard-Hesse, Spies, y Hesse, en Experimental inductions of emotional states and their effectiveness: A review. British Journal of Psychology
, 85, 55-78. (1994).

    Hay que señalar que del total de los estudios revisados tan sólo 8 recogen medidas psicofisiológicas (frecuencia cardíaca o presión sistólica) y 54 recogen medidas que provienen de la observación conductual (la mayoría relacionada con la velocidad psicomotora).

    En la tabla expuesta se pueden destacar diferentes resultados. Atendiendo a la primera columna llama la atención la diferencia que existe entre el número total de estudios revisados (253, reflejado entre paréntesis) y el número de estudios que dan información de las comparaciones estadísticas (188). Por otro lado, se observa la preferencia de algunos de los métodos por parte de los investigadores (método Velten, imaginación, película/historia sin instrucciones, manipulación éxitos/fracasos). Centrándonos en la segunda columna otro dato importante que se puede extraer es que las comparaciones estadísticas evaluadas reflejan en su gran mayoría los resultados obtenidos únicamente con autoinformes como variable dependiente. Muchas de las comparaciones reflejadas en esta segunda columna no llegan al número exigido como criterio por los autores (al menos 6) para considerar que la efectividad pueda ser evaluada. En tercer lugar, en relación con los porcentajes que reflejan la comparación de las frecuencias significativas y no significativas, (se considera que son efectivos los métodos que superan el 75%), la efectividad es más alta en la columna que refleja el cambio de un estado positivo a otro estado negativo, siendo mucho menor esta efectividad en el cambio de una situación neutra a otra positiva.

 

2.2.3.- Revisión de Westermann, Spies, Stahl y Hesse (1996)

    La selección de los estudios que contemplan el trabajo de estos autores se basa en los siguientes criterios:

- Utilizar métodos de inducción de fenómenos afectivos de tono positivo y negativo.

- Trabajos en los que se considerara la condición de control "emoción neutra".

- Que se utilizaran como variables dependientes, autoinformes o medidas conductuales. Los autores excluyen las variables psicofisiológicas, por no estar claramente demostrado que diferentes patrones estén identificados con diferentes estados afectivos (Stemmler, 1989).

- Sólo se eligen los trabajos que incluyen muestras de poblaciones no clínicas y con personas adultas.

- Sólo se tienen en cuenta los trabajos que incluyan el mínimo de información estadística para realizar el tipo de transformación necesaria para el análisis por el que se opta.

    El número de trabajos que cumplen los criterios propuestos por Westermann y colegas entre los años 1975 y 1990, es de 111, publicados en 22 revistas norteamericanas y europeas (procedentes de Alemania). El análisis está basado en técnicas meta-analíticas (Cohen y Cohen, 1983) que han resultado ser estadísticamente robustas.

    Los efectos relativos, de los distintos procedimientos para inducir las respuestas emocionales positivas y negativas, se muestran en las siguientes tablas (Tabla 2 y Tabla 3)

Tabla 2
Efectos relativos de las técnicas y las respuestas positivas

 

k

N

rm

H

1.Manipulación Imaginación

14

547

0,359

< 0,001

2.Método Velten

46

1.843

0,376

< 0,001

3.Film/Historia e Instrucciones

4

144

0,726

0,005

4.Música más Instrucciones

3

70

0,333

0,111

5.Film/Historia sin Instruc.

13

740

0,533

<0,001

6.Música sin Instrucciones

6

136

0,317

0,866

7.Manipulación Éxitos/Fracasos

4

218

0,329

0,039

8.Interacción Social

2

77

0,273

< 0,001

9.Obsequio de regalos

5

171

0,378

0,026

10.Manipulación Expresión facial

3

136

0,193

0,051

11.Métodos Combinados

4

197

0,398

0,344

TODOS

104

4.279

0,407

< 0,001

k = nº de comparaciones y efectos
N = nº de sujetos
rm = peso medio del efecto entre variable dependiente e independiente
H = homogeneidad de efectos (p, de Chi cuadrado)
Se marcan en negrita los resultados que se consideran altamente efectivos (Cohen, 1977)

FUENTE: Datos aportados por Westermann, Spies, Stahl, y Hesse, en Relative effectiveness and validity of mood induction procedures: A meta-analysis. European Journal of Social Psychology, 26, 557-580. (1996)

Tabla 3
Efectos relativos de las técnicas y las respuestas negativas

 

k

N

rm

H

1.Manipulación Imaginación

15

574

0,522

0,002

2.Método Velten

72

2.968

0,519

< 0,001

3.Film/Historia e Instrucciones

7

303

0,743

0,001

4.Música más Instrucciones

4

106

0,503

0,446

5.Film/Historia sin Instruc.

16

1.077

0,499

0,001

6.Música sin Instrucciones

5

113

0,410

0,600

7.Manipulación Éxitos/Fracasos

8

469

0,560

< 0,001

8.Interacción Social

8

350

0,437

0,030

9.Obsequio de regalos

_

_

_

_

10.Manipulación Expresión facial

5

239

0,080

0,440

11.Métodos Combinados

6

282

0,759

< 0,001

TODOS

146

6.481

0,526

< 0,001

k = nº de comparaciones y efectos
N = nº de sujetos
rm = peso medio del efecto entre variable dependiente e independiente
H = homogeneidad de efectos (p, de Chi cuadrado)
Se marcan en negrita los resultados que se consideran altamente efectivos (Cohen,1977)

FUENTE: Datos aportados por Westermann, Spies, Stahl, y Hesse, en Relative effectiveness and validity of mood induction procedures: A meta-analysis. European Journal of Social Psychology, 26, 557-580. (1996)

    Entre las conclusiones más relevantes derivadas del meta-análisis, tal y como se aprecia en las Tablas 2 y 3 se destaca la existencia de una tendencia más eficaz (resultados altamente efectivos señalados en negrita en las tablas) de las técnicas que manejan instrucciones, siendo más alta su eficacia cuando informan explícitamente al sujeto, resultado acorde con las conclusiones de Martín (1990). Estos resultados pueden indicar que la efectividad puede ser sobrestimada por el "efecto de la demanda".

    Para los autores resultaría prematuro concluir que la efectividad en la inducción de la emoción depende principalmente del "efecto de la demanda", y que todos estos métodos tienen por esta razón una baja validez (Cook y Campbell, 1979).

    En este sentido, Westermann y colegas razonan que:

- En la actualidad existe poca evidencia empírica de que los sujetos estén dirigidos únicamente a confirmar las hipótesis del experimentador (Berkowitz y Troccoli, 1986; Cook y Campbell, 1979).

- El "efecto de la demanda" no puede explicar las reacciones emocionales que comunican los sujetos experimentales y que no sean las mencionadas por el experimentador.

- Existen otros índices, como las variables conductuales, que están mucho más exentas de la contaminación del "efecto de la demanda", y que muestran la validez de los métodos de inducción de emoción (Clark, 1983; Larsen y Sinnett, 1991).

 

3.- LOS TRABAJOS DE PETER LANG: MÉTODOS MULTINIVEL

    En la última década del siglo XX, Lang y sus colaboradores han dado a conocer, año tras año, el desarrollo de sus propuestas más recientes con relación al estudio de la emoción en un gran número de publicaciones (véase, por ejemplo, Lang, Greenwald y cols., 1993; Bradley, Cuthbert, y Lang, 1993; Lang, 1994, 1995; Bradley, Cuthbert y Lang, 1996; Cuthbert, Bradley y Lang, 1996; Lang, Bradley y Cuthbert, 1997; Lang, Bradley, Fitzsimmons, y cols., 1998; Ito, Cacioppo y Lang, 1998; Cuthbert, Shupp, Bradley, McManis y Lang, 1998; Bradley y Lang, 1999; Shupp, Cuthbert, y cols., 2000).

    Durante este tiempo, el equipo de Lang, basándose en los resultados obtenidos al analizar la estructura emocional en el espacio definido por tres grandes dimensiones; activación, valencia y control, en el modelo bioinformacional (Lang, 1979), y solventando los problemas que plantean otros métodos, está desarrollando diferente material estimular estandarizado y procedimientos de elicitación emocional de gran repercusión en la investigación empírica (Bradley y Lang, 2000). Por ejemplo, el IAPS (International Affective Picture System), un conjunto estandarizado de diapositivas con diferentes categorías emocionales (Lang, Bradley y Cuthbert, 1995), o el ANEW, conjunto de palabras inglesas referidas a la emoción con diferentes categorías (Bradley, Lang y Cuthbert, 1997).

    Estos instrumentos están basados en una teoría que guía su construcción (modelo bioinformacional), cuentan con estímulos objetivos, controlables y calibrados cuyos efectos sobre cada uno de los tres componentes de la respuesta afectiva son conocidos disponiendo de una baremación para cada diapositiva o palabra y están relativamente libre del "efecto de la demanda". Son éticos, rápidos de administrar y poseen una alta validez ecológica (Moltó, 1995).

 

3.1. IAPS, un método multinivel de última generación

    El más importante de todos estos métodos es el IAPS (International Affective Picture Systeme), un conjunto estandarizado de diapositivas con diferentes categorías emocionales (Lang, Bradley y Cuthbert, 1995).

    Es preciso que nos detengamos en el IAPS, propuesto por Lang y su equipo colaborador, con un sólido soporte teórico y empírico, que fue desarrollado con el objetivo de proporcionar un conjunto de estímulos pictóricos emocionales, normativos e internacionalmente accesibles para su uso en investigaciones experimentales y del que ya se han realizado adaptaciones a la población alemana, sueca, italiana y española.

    Algunos estudios, han demostrado que la información pictórica afectiva puede igualar las propiedades estimulares de situaciones reales, dando lugar a la activación del procesamiento de representaciones cognitivas asociadas con respuestas emocionales y más concretamente con la acción facial y los cambios psicofisiológicos (Lang, Greenwarld y cols., 1993; Cuthbert y cols., 1996; Cuthbert y cols., 1998). El instrumento se compone de un conjunto estandarizado de fotografías en color capaz de evocar emociones y cuyos contenidos hacen un muestreo de un gran abanico de categorías semánticas. En nuestro país, contamos con una reciente aparición de la adaptación a la población española del IAPS (Moltó y cols., 1999), que aporta las diferencias encontradas respecto a la anglosajona, además de la baremación española.

    En la elaboración de este instrumento, Lang y sus colaboradores parten de que las emociones están organizadas alrededor de dos grandes dimensiones estratégicas. Valencia afectiva, que se refiere a la disposición de los organismos en torno a las situaciones o eventos, en función de las características motivacionales apetitivas o aversivas, (cuyo rango se extiende desde lo muy placentero a lo muy displacentero). Activación o arousal, referida a la energía o fuerza en el sistema dominante, (rango desde muy calmado hasta muy excitado).

 

3.2. Modelo Bioinformacional de Lang (1979). Un método multidimensional anterior al IAPS

    El origen teórico y metodológico de la propuesta de Lang la encontramos en su modelo bioinformacional (1979). En el desarrollo y comprobación de su modelo, Lang utiliza un método de trabajo que hoy podría considerarse del tipo multinivel. Este método: 1) responde a unas bases teóricas sólidas, apoyadas en resultados empíricos; 2) activa los diferentes sistemas de respuesta, el subjetivo, psicofisiológico y conductual-motor; y 3) solventa de forma objetiva la medida de diferentes manifestaciones emocionales.

    El modelo bioinformacional surgió de los resultados terapéuticos obtenidos cuando Lang trataba de estudiar la emoción del miedo como elemento nuclear de las fobias clínicas. Es reseñable que sus métodos de estudio de los años 80 se quedaran anclados en el ámbito clínico, mientras su propuesta teórica, que se ocupa de los sucesos cognitivos que determinan la representación central y la expresión de la respuesta emocional, se generalizara a las situaciones en que se dan los sucesos de forma real, permitiendo la elaboración de instrumentos como IAPS y ANEW.

    El concepto nuclear que sirve a Lang, para plantear un método experimental derivado de su modelo bioinformacional, que permite estudiar los diferentes sistemas de respuesta emocional es la imagen mental (Lang, 1984). Aunque el prototipo de cualquier imagen mental emocional pueda expresarse en el lenguaje natural, o el físico de una fotografía, y pueda procesarse como una red semántica independiente, la validez de la propuesta de Lang es, que el procesamiento de información emocional conceptual siempre envuelve, además de aspectos cognitivos, algún grado de flujo visceral y motor.

    Sus fundamentos teóricos, basados en las sugerencias de Sperry (1952), los argumentos de Pylyshyn (1973) y en los trabajos de Kieras (1978), le hacen considerar la imagen mental, y más concretamente la emocional, como algo organizado de forma funcional en un grupo finito de proposiciones. La imagen mental emocional sería una descripción del evento emocional elaborada e integrada en afirmaciones específicas de diferente tipo, que sirve para organizar y facilitar las respuestas, la acción. Para Lang, en este contexto, la proposición sería la forma de codificación, almacenamiento y recuperación, independiente de su modalidad (Shaw, 1940; Decker, 1964; Brady y Levitt, 1966; Brown, 1968), de toda la información que posee la persona (Acosta y Vila, 1981).

    Tras analizar objetivamente las imágenes emocionales como un producto de la capacidad de procesamiento de información de nuestra mente, (Kozak, 1982; Lang, Kozak, Miller, Levin y McLean, 1983; Lang, Levin, Miller y Kozak, 1983; Miller, Levin, Kozak, Cook, McLean y Lang, 1981; McLean, 1981), Lang llega a la conclusión de que este tipo de imágenes pueden ser controladas y modificadas a través de variables de entrada y salida, al estar codificadas en la memoria en forma de proposiciones que se organizan en redes asociativas.

    Para Lang las variables de entrada son las instrucciones verbales que da el experimentador en torno a las diferentes unidades proposicionales que serían las proposiciones de estímulo, detalles contextuales de diferente tipo y las proposiciones de respuesta emocional, respuestas prototípicas de los sistemas cognitivo, fisiológico y somato-motor. Las variables de salida son las diferentes reacciones eferentes que acompañan a este triple patrón de proposiciones que incluyen los tres sistemas de respuesta, variables subjetivas, psicofisiológicas y conductuales (véase, Acosta, 1990 y Cano-Vindel, 1995, para una ampliación).

    Lang resume los factores que determinan la activación emocional en tres puntos (Acosta, 1990):

- En general, cuando más completa y consistente sea la manera en que la información de estímulo iguale al prototipo, más posibilidades hay de respuestas emocionales.

- Si el estímulo de entrada está degradado, (poco claro, difuso, etc.), se podrá tener acceso al prototipo más fácilmente si se estimulan de forma independiente otras proposiciones.

- El prototipo de respuesta de emoción puede activarse mediante instrucciones y/o descripciones de eventos en un lenguaje natural, como ocurre en las imágenes mentales emocionales.

    La generación de respuestas emocionales a través de imágenes mentales ha sido utilizada sobre todo en terapia (véase, Lang, Cuthbert y Bradley, 1998; Foa y Kozak, 1998, para una amplia revisión).

    Los datos empíricos aportados por Lang y su equipo, refuerzan el uso de este tipo de metodología como método útil de generar respuestas emocionales en torno a emociones prototípicas. Las propuestas de Lang admiten una mayor investigación (Acosta 1990) en:

- La profundización en el conocimiento y la estructura del prototipo emocional, y en la evaluación de los efectos del procesamiento emocional sobre otros contenidos de memoria.

- Los estudios complementarios sobre las diferencias individuales en el acceso a la información afectiva.

- La investigación sobre la cantidad y cualidad de la entrada de información que favorece el acceso a un prototipo emocional (Acosta, 1990).

 

4.- DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

    Especificidad y medida de la manifestación emocional. Tal y como hemos visto, uno de los principales problemas que conllevan las técnicas clásicas utilizadas en laboratorio para activar las respuestas emocionales parece relacionarse con que es difícil saber si despiertan reacciones específicas o inespecíficas, reacciones a una emoción discreta, como la alegría o la tristeza o reacciones emocionales más propias de estados de ánimo, como parece ocurrir con el método de Velten. A esto se le añade el problema de que en la mayoría de los estudios que utilizan los métodos más tradicionales no se obtienen medidas psicofisiológicas ni conductuales, sino tan solo medidas subjetivas.

    El concepto de especificidad psicofisiológica supone una concepción múltiple de la activación contraria a la concepción dimensional, sea ésta unidimensional, bidimensional o tridimensional. La existencia de estos patrones específicos sugiere: a) la existencia de estados psicológicos y tipos de comportamientos específicos no reductibles desde un punto de vista explicativo a dimensiones generales básicas, b) que la significación de las variables psicofisiológicas va más allá del carácter meramente energético atribuido por la perspectiva dimensional, y c) que los procesos motivacionales guardan una relación estrecha con otros procesos psicológicos de tipo directivo y cognitivo (Vila y Fernández, 1990).

    En el terreno de las emociones, durante muchos años, los puntos de vista de la dimensionalidad y la especificidad parecían antagónicos e incompatibles (Lang, 1985). Desde la perspectiva de la dimensionalidad, las emociones son explicables en términos de dos o tres dimensiones (intensidad, valencia y control). Desde la perspectiva de la especificidad, (si tomamos las 6 emociones básicas más aceptadas), las emociones constituyen patrones individuales de conducta expresiva cada uno asociado a un patrón específico de activación fisiológica, existiendo por tanto emociones básicas distintas; miedo, ira, tristeza, alegría, sorpresa y asco.

    Sin embargo, actualmente la visión dimensional de las emociones, para muchos investigadores, no es incompatible sino complementaria de las emociones discretas (véase, Lang, Bradley y Cuthbert, 1997; Russell, 1991; Shaver, Schwartz, Kirson y O´Connor, 1987; Smith y Ellsworth, 1985; Watson y Telleger, 1985), ya que los estados emocionales específicos podrían ser considerados como divisiones subordinadas definidas en función de las dimensiones, por ejemplo en los dos ejes de activación y valencia que supuestamente subyacen a todo fenómeno emocional. Estos ejes representarían los parámetros motivacionales primitivos, integrados en los centros cerebrales subcorticales y definirían tanto una disposición general para aproximarse o evitar la estimulación como su intensidad (Lang, Bradley y Cuthbert, 1997). Por otro lado, las dimensiones podrían ser útiles para describir las semejanzas y diferencias entre las distintas emociones discretas.

    El IAPS, de momento, el instrumento multidimensional más utilizado con relación al estudio científico de la emoción, ha resultado ser un instrumento útil y efectivo que genera la activación de los tres sistemas de respuesta, mediante imágenes afectivas prototípicas de diversas emociones, como la investigación en los diferentes países lo acredita.

    La evidencia experimental a favor de la especificidad psicofisiológica está lejos de ser concluyente. Existen, no obstante, datos favorables a la especificidad tanto en el ámbito de la activación autonómica y somática (Levenson, Ekman y Friesen, 1990; Levenson, 1992) como en el área de la activación cortical. Sin embargo, los datos con respecto a los patrones autónomos en las distintas emociones son escasos y a veces no coincidentes (Cacioppo, Klein, Berntson y Hatfield, 1993). Fahrenberg y Foerster (1991), en una de las investigaciones más completas hechas sobre la covariación de los índices psicofisiológicos, llegan a la conclusión de que es necesario un enfoque racional-empírico que establezca la adecuación de ciertos parámetros psicofisiológicos, en vez de seguir ciertas tradiciones de laboratorio, aunque reconocen la necesidad de estandarizar la metodología de la evaluación. La cuestión estaría en la dificultad de llegar a un equilibrio entre la adecuación de las respuestas elegidas y situación concreta (Berntson, Cacioppo y Quigley, 1995), y la necesidad de estandarización de los procedimientos que permitan una correcta comparación entre estudios.

    Problemas metodológicos en los diseños de los procedimientos de inducción emocional. En segundo lugar, e íntimamente relacionado con lo expuesto más arriba, llama la atención la utilización de forma generalizada de autoinformes como medida única de la respuesta emocional cuando se utilizan los métodos de inducción tradicionales. De los más de 250 estudios revisados por Gerrards-Hesse, Spies y Hesse (1994) tan sólo 9 de los trabajos toman variables psicofisiológicas además de las subjetivas como medidas objetivas de la inducción emocional y en la revisión de Westermann, Spies, Stahl y Hesse (1996) excluyen explícitamente para su meta-análisis todos aquellos estudios con medidas psicofisiológicas, según los autores, al no estar claro en la literatura la interpretación de los resultados obtenidos mediante estos índices como correlatos de emoción. Otro importante hecho que se desprende de la revisión de Gerrards-Hesse y colegas es que las respuestas conductuales son escasamente utilizadas, ya que las comparaciones realizadas en los estudios con estas variables son tan pocas que no sirven estadísticamente para el análisis comparativo de la efectividad.

    En este sentido, si el análisis de la efectividad de los métodos de inducción emocional se basa en el cambio significativo de las medidas registradas en las diferentes emociones inducidas, ya en 1990, Dadvison, Ekman, Saron, Senulis y Friesen establecían una serie de medidas metodológicas a tener en cuenta en toda investigación que pretendiera abarcar precisamente el estudio de la especificidad psicofisiológica de la emoción. Estas precauciones son igualmente aplicables para el estudio de los cambios en el Sistema Nervioso Autónomo (SNA) o los cambios a nivel electrocortical, así como para controlar óptimamente los cambios subjetivos o conductuales (expresión facial) que se dieran durante la evaluación.

a) Comparar al menos dos emociones diferentes, siendo interesante además incluir medidas de línea base, comparaciones con estados no emocionales y/o manipulaciones de la intensidad emocional.

b) Diferenciar claramente los períodos de las emociones discretas.

c) Al tomar las variables dependientes, hacer corresponder el mismo tiempo a los episodios emocionales que se vayan a comparar. Aun no existe acuerdo entre los investigadores en la medida del tiempo en que se produce el evento emocional. Ekman (1984), por ejemplo, ha sugerido que existen emociones que se producen y mantienen durante periodos menores a los 4 segundos. No todos los investigadores están de acuerdo con este hecho (véase, por ejemplo, Frijda, Mesquita, Sonnemans y Van Goozen, 1991).

d) Debe darse evidencia, independientemente de las medidas psicofisiológicas de que ha habido un cambio emocional en el sujeto, para que el cambio psicofisiológico pueda ser interpretado.

e) Debe darse evidencia, de que el cambio producido no corresponde a otro tipo de razones, relacionadas con el sistema motor o cognitivo, no relacionadas con el episodio emocional.

f) Debe darse evidencia de que la intensidad emocional es la misma en todos los episodios emocionales.

g) Deben sincronizarse perfectamente el registro de las variables con la inducción de la emoción.

h) La duración de los episodios emocionales o el número de medidas intrasujetos debieran ser suficientes para poder ser psicométricamente analizados. Se sugiere que el registro se realice de forma continuada durante todos los periodos y no de forma puntual post-inducción, ya que en la actualidad existen suficientes medios psicométricos y de corrección estadística para realizar el registro de forma continua.

i) Deben aplicarse procedimientos estadísticos que protejan las interpretaciones que posteriormente pudieran realizarse. Se sugiere que la utilización de la corrección de Bonferroni, para eliminar los errores de Tipo I cuando se recogen varias medidas psicofisiológicas puede resultar demasiado conservadora, pudiendo utilizarse otro tipo de comprobaciones (véase, por ejemplo, Cacioppo, Berntson y Andersen, 1991).

j) Deben utilizarse múltiples operacionalizaciones, por ejemplo, mediante distintas tareas de elicitación para mostrar que los cambios se producen por la especificidad de la emoción y no por la especificidad de la tarea.

    Problemas relacionados con el "efecto de la demanda" . En tercer lugar, aunque parecen importantes las instrucciones dadas a los sujetos experimentales para que el procedimiento resulte efectivo, queda sin resolver el problema del "efecto de la demanda", pero parece importante el cambio en la motivación de los sujetos, (no clínicos, adultos y legos en el estudio de la emoción), que componen las muestras, en el sentido de estar menos pendientes de las hipótesis del experimentador. Relacionado con lo anterior serían importantes las recomendaciones que hacen Westermann y colegas (1996) si se quieren estudiar los dos tipos de reacción emocional, (positiva y negativa), y es la utilización de fragmentos de películas, o narraciones con instrucciones explícitas, tratando de acercar la situación a la realidad más próxima de la persona, ya que, además filtrados por criterios robustos, han resultado ser los métodos más efectivos. Una de las soluciones que se derivan de afrontar el "efecto de la demanda" pasaría por ampliar el tipo y el número de medidas registradas que reflejaran más fielmente el abanico de los diferentes correlatos emocionales (cognitivos, psicofisiológicos y conductuales) hoy aceptados por la mayoría de los autores del campo científico de la emoción.

    Como último punto me gustaría destacar que desde la propuesta del modelo bioinformacional de Lang existe un camino abierto para investigar la activación de las diferentes manifestaciones emocionales; respuestas cognitivas, fisiológicas y conductuales que se dan en torno a las emociones prototípicas. Un camino que se intuye muy interesante en la integración en este tipo de estudios, tanto de la perspectiva discreta (estudio de las emociones básicas de ira, tristeza, asco, alegría, miedo, etc.) como de la perspectiva dimensional (dimensiones de valencia y activación). Modelo que además tiene otra ventaja a tener en cuenta, que es la de introducir una otra dimensión: la dimensión temporal. Dimensión que otorga al estudio de la manifestación emocional, un aspecto fundamental para que la emoción se entienda como un proceso dinámico y activador.

 



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