HISTORIA DE LA ISLA DE PASCUA:  SU INCORPORACIÓN Y SU CONFLICTO CON LA WILLIAMSON & BALFOUR. DAÑOS PATRIMONIALES, PRETENSIONES INTERNACIONALES E INDEPENDENTISMOS
-Ampliado y actualizado el 15 de abril de 2008-

ISLA DE PASCUA FUE INCORPORADA A LA SOBERANÍA CHILENA EN 1888, POR GESTIONES INICIADAS POR EL ILUSTRE CAPITÁN POLICARPO TORO HURTADO, LIBRANDO A LA COMUNIDAD RAPA NUI DEL INFIERNO DE ESCLAVITUD Y PIRATERÍA DE LA QUE ERAN OBJETO EN MANOS DE POTENCIAS EXTRANJERAS. SIN EMBARGO, LOS PROBLEMAS NO CESARON. POR MEDIO SIGLO, UNA SINIESTRA EMPRESA, LA WILLIAMSON & BALFOUR, SEMBRÓ EL TERROR Y LA TIRANÍA EN LA COMUNIDAD PASCUENSE. HOY, LA FALTA DE REPRESENTATIVIDAD EN EL PODER CENTRAL Y LA ESCASA PARTICIPACIÓN POLÍTICA DE LOS ISLEÑOS EN LOS GOBIERNOS, HA LLEVADO A ALGUNOS DE ELLOS A FORMULAR PROCLAMAS INDEPENDENTISTAS O BIEN A TENTAR A OTRAS NACIONES DEL MUNDO POR INTERFERIR EN EL DESTINO DE ESTE ENCLAVE DEL PACÍFICO PERTENECIENTE A CHILE. TAMBIÉN ABORDAMOS AQUÍ PARTE DE LOS DAÑOS PATRIMONIALES QUE HA DEBIDO SUFRIR LA ISLA, POR DESCUIDO DE UNOS E IRRESPONSABILIDAD DE OTROS

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La incorporación: una deuda nacional con el Capitán Policarpo Toro
Historia del conflicto con la compañía Williamson & Balfour (1895-1953)
Origen de las autonomías y los independentismos
Pretensiones e intereses internacionales sobre Rapa Nui
Un saqueo cultural: despojo y destrucción de las tablillas rongo-rongo
Daños actuales al patrimonio arqueológico. Casos de actos vandálicos
Robo y contrabando de piezas. Moais "secuestrados" en otros países
Abusos publicitarios y utilización impropia de las simbologías rapanui
Anexo: artículo "Isla de Pascua, el Chile de Ultramar"



La incorporación: una deuda nacional con el Capitán Policarpo Toro
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Policarpo Toro Hurtado había nacido en Melipilla en 1851, predestinado a ser el gestor responsable de uno de los poquísimos grandes éxitos en materia de soberanía conseguidos por la diplomacia chilena. Su casa es hoy en día un santuario histórico en esta valiosa ciudad cuna de tantos héroes, en homenaje a este insigne marino que, además, ostenta una actuación destacada durante la Guerra del Pacífico.

Marino profesional, en 1870 Toro Hurtado llegó con la corbeta "O'Higgins" a la Isla de Pascua o Rapanui, quedando asombrado con la cultura y la historia de su sufrido pueblo cuya cultura había estado a punto de desaparecer a merced de los corsarios, los cazadores de esclavos y los conflictos internos, que había reducido su población en algún momento a sólo un poco más de 100 personas.

De inmediato, Toro Hurtado comenzó a preocuparse del destino de esta isla abandonada en el Pacífico, golpeada por la piratería, el contrabando de esclavos y la miseria. Tuvo entonces la idea de que pudiera quedar definitivamente dentro de los límites territoriales chilenos, que algunos consideraron delirante, especialmente porque Francia la tenía incluida entre sus posesiones de la Polinesia desde 1822, aunque estaba propietada por manos privadas. El mismo año de 1870, Chile había enviado una comisión para investigar la isla, al mando del Capitán Luis Ignacio Gana, aunque sin objetivos de estudiar una posible anexión al país.

A partir de 1871, Policarpo Toro fue asignado en Punta Arenas para colaborar en el mejoramiento de las condiciones de vida de los colonos, y recorrió amplias zonas patagónicas, llegando al río Santa Cruz. Al estallar la guerra entre Ingleses y Turcos, partió a enrolarse a la Marina Británica, recorriendo el Mediterráneo y el Oriente Medio. Volvió, sin embargo, al iniciarse la Guerra del Pacífico, período en que también participó asesorando al embajador Alberto Blest Gana en la compra de armamentos. Actuó directamente en acciones como el bloqueo de Iquique, el desembarco en Pisagua y el bloqueo de Arica.

A pesar de que su aporte a la soberanía ya era notable, el embrujo de la Isla de Pascua aún le quitaba el sueño. En 1887, inició en Valparaíso -y por su propia iniciativa- las gestiones para anexar la isla a Chile, tentando a muchos correligionarios, intelectuales y políticos de la época. Se puso en contacto con el inglés Juan Brander, un particular poseedor de la mitad de la isla, y en Tahití comenzó a discutir la compra del territorio. Increíblemente, en un notable ejemplo que muchos políticos actuales debiesen aprender, este extraordinario chileno puso dinero de su propio bolsillo para iniciar las gestiones comerciales necesarias para comprar la isla.

Al año siguiente, el Gobierno de Chile aportó 6.000 libras esterlinas a la gestión de compra de Isla de Pascua, repartidos entre los dueños y los pobladores. La Congregación Propagación de la Fe, encargada de convertir al catolicismo a los isleños y poseedora de algunos bienes en el lugar, también recibió un dinero extra por la compra, de 5.000 francos. Con la transacción, materializada el 9 de septiembre de 1888 con el "Acuerdo de Voluntades", pudo tomarse legítimamente la isla para el territorio nacional, quitándole la calidad posesión privada y convirtiéndola en patrimonio chileno.

Policarpo Toro continuó sus aventuras marítimas hasta 1891, cuando es obligado a abandonar su puesto por su apoyo al Presidente José Manuel Balmaceda, durante la infausta revolución y guerra civil. He aquí, quizás, la razón de que jamás se haya concretado un reconocimiento a la altura del que este marino chileno merece, al haberse involucrado lealmente a las fuerzas presidenciales que, para desgracia de muchos héroes de guerra chilenos que también abrazaron las filas de los vencidos por la espada implacable de los congresistas.

Toro Hurtado volvió a vivir a Santiago, falleciendo en 1921. Su legado para nuestra cultura y nuestra historia es sencillamente invaluable y, sin embargo, consideramos que su figura aún no ha sido colocada en la relevancia histórica y en el conocimiento popular que su persona merece. En su casas patronal de Melipilla una modesta placa del Instituto de Conmemoración Histórica recuerda su magna obra desde 1988, en el centenario de la incorporación de la isla a Chile, diciéndole al visitante:

"Capitán de Corbeta Policarpo Toro Hurtado. 1856 - 1921"

"Aquí nació el visionario marino, vástago de una ilustre familia melipillana, quien el 9-IX-1888 incorporó Isla de Pascua al territorio nacional. Siendo todavía un joven guardiamarina, intuyó el valor marítimo y estratégico de la isla en el futuro de Chile".

"Instituto de Conmemoración Histórica. 1988"


Historia del conflicto con la compañía Williamson & Balfour (1895-1953)
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El 29 de agosto de 1895, por el Decreto 1.130, una millonaria empresa de propiedad de Enrique Merlet tomó un gran proyecto de explotación de ganado en la Isla de Pascua. Como el Gobierno del Presidente Jorge Montt requería con urgencia la creación de focos de desarrollo para la isla recientemente incorporada y luego de los estragos producidos a nivel nacional con la Guerra Civil de 1891 -que, entre otras cosas, habían puesto fin al proceso de colonización gradual de la isla-, Rapanui fue prácticamente confiada a manos de una empresa extranjera que, en la práctica, sólo tenía ambiciones económicas y ninguna clase de compromiso con el patrimonio histórico del lugar.

Comenzaron a surgir denuncias contra la compañía por el maltrato hacia la población indígena y contrataciones en condiciones miserables de trabajo, pues los administradores se valían del aislamiento para operar en verdadera situación de explotación humana, usando a los trabajadores rapanuis como mano de obra barata. A ello se sumaban denuncias de oscuras actividades que la compañía habría estado realizando en contra del interés del Estado de Chile que tan generosa y permisivamente los había acogido en la isla: fraudes, quemas ilegales, tropelías, crímenes y hasta asesinatos por encargo. Incluso, la Santa Sede, por encargo de la Iglesia chilena, decidió intervenir solicitando un trato humano a los habitantes de la isla por parte de los empresarios.

Acosado por las denuncias y las presiones, Merlet y sus hermanos debieron vender sus derechos a la firma británica Williamson & Balfour, que pasó a ser llamada la Compañía Explotadora de Isla de Pascua, CEIP, hacia 1903. Su primera gran intervención en el lugar sería un presagio de los muchos males que la actividad traería a la isla además del desarrollo económico o del comercio: levantar la residencia del gerente local de la compañía sobre los restos de un complejo arqueológico de Mataveri, que fue arrasado para colocar los cimientos de la mansión. Luego, cuando se elevaron los demás establecimientos, gallineros, corrales y bebederos para el ganado, se trazaron los levantamientos sobre otros sitios históricos de igual valor e incluso se modificaron algunos para los nuevos requerimientos de empalizadas y muros, como los pipihorekos o túmulos demarcatorios hechos de piedras, y los harepaenga o cimientos de los muros de antiguas viviendas. El Director del Centro de Estudios Rapanui de la Universidad de Valparaíso, José Miguel Ramírez, agrega que para construir los muelles de Hanga Piko y Hanga Roa Otai los administradores de la compañía utilizaron parte de los grandes e imponentes bloques pétreos o ahu cercanos a la costa.

Pero el daño no sólo fue al patrimonio histórico. Las denuncias de abusos y crímenes continuaron tal como antes, señalando a los ejecutivos de la empresa como verdaderos delincuentes que actuaban como caudillos locales aprovechando el aislamiento. Los isleños ni siquiera podían pescar, pues la compañía actuaba como un verdadero tirano, dominando cada aspecto de la vida de los habitantes y guardando algunas apariencias para con el Estado de Chile. La llegada del administrador inglés Henry Percival Edmunds, en 1905, sólo empeoró la situación.

En 1911, Monseñor Edwards asumió el servicio religioso en la isla y buscó desesperadamente la forma de proteger a los pascuenses, por lo que la iglesia católica comenzó a tener conflictos con la empresa. Coincidió que, en 1913, una aguerrida abuela de la comunidad, doña María Angata Veri Tahi-a-Pengo, que reemplazaba al rey local Simeón Rororoko, se alzó valerosamente contra los capitalistas de la compañía, reclamando el regreso de animales traídos por ella desde Tahití y que le habían sido injustamente arrebatados. Su campaña contra la empresa llegó a convertirla en una verdadera heroína pascuense.

En 1915, el contrato de arriendo de Williamson & Balfour con el Estado chileno llegaba a su fin. Era la ocasión que muchos estaban esperando para que la impopular compañía abandonara de una vez por todas el lugar. La situación parecía promisoria: al año siguiente, Isla de Pascua fue incorporada administrativamente a Valparaíso y, en 1917, fue definitivamente traspasada a la disposición de la autoridad de la Armada de Chile, quedando sujeta a sus leyes y reglamentos. Sin embargo, Chile transitaba entre otro complicado período de crisis políticas para su República, por lo que no pudo dar al tema de Isla de Pascua su debido y responsable tratamiento. Buscando liberarse del problema que representaba mantener las actividades económicas en el lugar, el Gobierno de Juan Luis Sanfuentes renovó el contrato para Williamson & Balfour en 1917, creyendo ingenuamente que con incluir algunas cláusulas con exigencias específicas para la empresa en cuanto al tratamiento de la comunidad local y la protección ambiental e histórica de la isla, los abusos y las situaciones reprochables cesarían.

La actuación de la Williamson & Balfour volvió a ser objeto de duros cuestionamientos y hasta de operaciones con claros visos de conspiración por parte de la empresa, que se había formado sobre la isla una ambiciosa sed de dominio y de control, acrecentada por los continuos roces con el Estado de Chile, al que percibía como un obstáculo para sus pretensiones lucrativas. Se descubrió, además, que los ejecutivos de la firma estaban participando de un holgado negocio de contrabando de piezas históricas, sacadas desde la isla a pesar de que esto estaba expresamente prohibido en el acuerdo de 1917 con el Estado de Chile.

En medio de las disputas, el contrato con la compañía expiró en 1929. Alertados por los problemas y urgidos bloquear la posibilidad de que esta clase de escándalos se repitieran, la Armada de Chile inscribió Isla de Pascua a nombre del Fisco de Chile ante el Conservador de Bienes Raíces de Valparaíso, durante el mes de noviembre de 1933. Si bien esto constituyó una garantía para los intereses chilenos, ha sido en gran medida un argumento usado con recurrencia en el debate generado por algunos brotes isleños de independentismo y autonomismo de los que hablaremos más abajo. A principios de 1935, el Ministerio de Tierras y Colonización otorgó a la Isla de Pascua el estatus de Parque Nacional Isla de Pascua, con el objeto de frustrar a los contrabandistas de piezas arqueológicas y de proteger a las especies endémicas. A mediados de año, el Ministerio de Educación también la declaró Monumento Histórico Nacional

Parecía ser que la Williamson & Balfour iba a quedar en el pasado cuando, en 1936, el gobierno de Arturo Alessandri Palma, caracterizado por un manejo muy poco prolijo de los asuntos de interés nacional, firmó un nuevo contrato con la compañía, arrendándole la isla por veinte años más. Haciendo caso omiso a las exigencias de preservar el patrimonio territorial y de mejorar las condiciones urbanas de la comunidad rapanui, la empresa prácticamente saqueó algunas colecciones arqueológicas y depredó gran parte de las zonas donde tenía sus establecimientos.

Hacia el final del período de la Segunda Guerra Mundial, la situación de Isla de Pascua se hacía insostenible, de modo de que la comunidad civil de agrupó espontáneamente para denunciar a la Williamson & Balfour ante la ignominia y desidia de las autoridades. La prensa hizo eco de las denuncias y se creó la Sociedad de Amigos de Isla de Pascua, con sede en Valparaíso. Los medios de comunicación se sumaron a las campañas. Coincidía que, por entonces, asumiría el Gobierno el General Carlos Ibáñez del Campo, ex enemigo político de Alessandri Palma y cuya visión estratégica del territorio y de los intereses nacionales propia de un militar de alto rango no era compatible con la presencia de una empresa particular sometiendo de forma autonomista e impune a una parte de la soberanía chilena. Sin titubear, en 1953 le canceló el contrato por incumplimiento y, acto seguido, destino la totalidad de la administración de la isla a la Armada de Chile. Esta medida fue fundamental para la apertura de Isla de Pascua al conocimiento internacional y para su revaloración turística y científica, misma de la que goza hoy día y que la ha convertido en uno de los rincones más interesantes y estudiados del mundo.

El terror y la desolación dejadas por la compañía Williamson & Balfour llegaban, de este modo, a su fin, cincuenta años después de haber empezado.


Origen de las autonomías y los independentismos
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A los casos vistos se suma el constante descontento de los isleños para con el Chile continental, por la falta de atención que históricamente han tenido, al punto de que se sienten más pertenecidos a la Polinesia que a Chile.

La apertura de la isla al conocimiento internacional, a partir de los años cincuentas, permitió que la comunidad isleña realizara interesantes trabajos de revitalización y rescate de su patrimonio cultual, permitiéndole recuperar una identidad propia y positiva. De las muchas décadas de bajísima autoestima y de sometimiento, el pueblo rapanui saltó a la experiencia de descubrir que era no sólo uno de los más importantes de todo el planeta, sino que su isla era uno de los centros de interés más valiosos de toda la historia de la humanidad.

Configurándose poderosamente esta nueva y concluyente identidad rapanui, en 1964 el entonces joven profesor escolar pascuense y futuro miembro de la Comisión de Desarrollo de la Isla de Pascua, Alfonso Rapu Haoa, dirigió una elocuente carta al Presidente electo de la República de Chile, Eduardo Frei Montalva, reproducida en la prensa y en la que manifestaba la posición autonomista del pueblo isleño. Su principal preocupación era preservar la cultura y la identidad del pueblo rapanui, para lo cual había organizado una brigada de boy scouts, había dado cursos vespertinos gratuitos de alfabetización de adultos y había fundado un conjunto de danza folklórica dirigido por Luis Paté Tuki. Vale advertir que, por aquellos años, parte de la comunidad isleña había sido tentada por un proyecto destinado a fundar una supuesta "Confederación Polinésica".

Dos años más tarde, en 1966, el Presidente Frei Montalva promulgaba la denominada "Ley Pascua", con la cual los ciudadanos rapanui son incorporados al Estado de Chile bajo consideraciones tales como la exención de impuestos, la prohibición de la venta de tierras a extranjeros y garantías judiciales especiales, con total protección de su patrimonio histórico y arqueológico. Terminaba, así, la administración directa de la Armada de Chile sobre la isla.

Estas disposiciones eran un magnífico punto de partida para el tratamiento privilegiado que merecen todas las regiones extremas y de valor estratégico en Chile, como es el caso de la isla de Pascua, pero, por alguna razón que desconocemos, poco se hizo por seguir desarrollándolas y complementándolas en años anteriores y aún en nuestros días. A consecuencia de este abandono administrativo que no fue capaz de crecer y adaptarse a las necesidades de los tiempos, y del enfermante centralismo gubernamental siempre en desmedro de las regiones, se seguirán generado resquemores en la isla.

A pesar de la data relativamente larga que tienes estos afanes, la fundación de una "embajada" de Rapa Nui en Santiago el año 2003, por iniciativa del entonces alcalde Pedro Edmunds Paoa, vino a enrostrarle a muchos incautos lo que estaba sucediendo hace años en la isla. En contraste, sin embargo, están algunos pequeños grupos de agitadores, sin mucha interferencia hasta ahora, que han pretendido optar derechamente por revitalizar las intenciones separatistas y autonomistas de principios de los noventa. Entre estos últimos figura un llamado "Parlamento de Pascua" cuyo líder, Juan Chávez Haoa, declaró a un medio de prensa que "hemos estado anexados por más de 114 años y no hemos conseguido nada... Si esto no nos ayuda, vamos a pedir la independencia. Por ahora, flamean la bandera de Isla de Pascua y la chilena juntas."

También opera en la isla un llamado "Consejo de Jefes", organismo cuya acción parece estar estimulada desde el extranjero por grupos políticos proindigenistas ligados a la izquierda internacional. Junto al "Parlamento", este "Consejo" pretendió presentar un reclamo formal de independencia ante la ONU para anular el contrato de 1888 conseguido por el Capitán Toro. Sin embargo, ni el Consejo de Ancianos de la isla ni la propia comunidad rapanui le han dado demasiado crédito a estos pequeños grupos disidentes. Se sospecha, además, que muchos de estos "rebeldes" en realidad estarían clamando intenciones secesionistas con la aspiración delirante de reincorporar la soberanía de la isla a la Polinesia Francesa.

En nuestros días, la necesidad de autodeterminación sin separación de la unidad del Estado de Chile salta a la vista en muchos casos de controversias al interior de la comunidad rapanui. Veamos algunos ejemplos de esto:

  • Hacia 1990 y 1991, por ejemplo, voces emancipadoras del Consejo de Ancianos llevaron a declarar la total "independencia" de Rapa Nui y elevaron grandes y vistosos carteles en los que se leía: "POR ABANDONO E IRRESPONSABILIDAD DEL ESTADO DE CHILE CON LA CULTURA RAPA NUI, ESTE PUEBLO SOBERANO SE INDEPENDIZA DE CHILE, POR INCUMPLIMIENTO TRATADO SEP 09 1888". Sólo entonces el entreguismo corrió a escuchar en parte las demandas de los isleños, satisfaciendo al menos una pequeña parte de ellas. La famosa declaración pasó a la historia como una anécdota más que como un intento real de separatismo, sin embargo.

  • El año 2001, el Consejo de Ancianos de la Isla y los Jefes Rapa Nui están en conflicto con un extraño proyecto anunciado por la municipalidad pascuense, sobre la cesión de un "comodato" territorial de 500 hectáreas del fundo "Vaitea", a una organización privada con objetivos turísticos de Sasipa, empresa filial de Corfo. Por supuesto, este proyecto no había sido en nada consultado siquiera con los habitantes de la isla (Ver carta publicada por dirigentes de la población isleña, en diario "La Tercera" del 28 de noviembre 2001, pág 3), dividiendo las opiniones de los isleños. Consistía en la construcción de un gran resort con cancha de golf en el centro de dicho fundo, en el área administrada por Sasipa. Los opositores criticaron incluso al Presidente del Consejo de Ancianos N° 1, Alberto Hotus, quien era supuestamente Vicepresidente en el directorio de Sasipa.

  • Durante el año 2002, por ejemplo, la municipalidad presentó sus aprehensiones sobre la distribución y el destino de 670 mil dólares donados por el gobierno japonés, a través de Unesco, para la conservación del Parque Nacional Rapa Nui de la isla, declarado Patrimonio de la Humanidad, pues las instituciones encargadas del Parque y que se arrogaron la distribución de los dineros eran la Universidad de Chile, la Universidad Católica, la Conaf y el Consejo de Monumentos Nacionales, todos organismos centrales, imposibilitando que fueran los propios habitantes quienes decidieran el destino de los recursos.

  • En agosto del año 2003, el Presidente Ricardo Lagos había enviado a la isla una comisión de "notables" para atender las muchas demandas que por entonces tenían los habitantes para con el Gobierno central. Sin embargo, el que la junta de personalidades estuviese liderada por el nefasto ex Presidente Patricio Aylwin Azócar, el mismo autor de la filosofía de los "pedacitos más, pedacitos menos" en materias de soberanía territorial, explica el hecho de que este esfuerzo estuviese destinado desde un principio al fracaso más rotundo, sirviendo sólo para alimentar con más animosidad y descontento el sentir de la comunidad isleña. Las conclusiones de estas entrevistas jamás llegaron al Congreso ni fueron traspasadas desde el Gobierno de Lagos a su sucesora, Michelle Bachelet.

  • El año 2006, el Alcalde Edmunds Paoa reaccionó duramente contra el bloqueo legislativo a su interés por establecer un casino en la isla, solicitando la independencia de la misma y colocándose del lado de los separatistas. Indignado, recordó el ejemplo de las acciones independentistas de Timor Oriental, y declaró en un medio de prensa (Diario "El Mercurio", sábado 16 de septiembre de 2006): "Me siento molesto y quiero pedir, no a Chile, sino a las Naciones Unidas, una instancia internacional de veedor u observador. Si Chile no quiere hacer algo por nosotros, quiero liderar, pacíficamente y sin ninguna violencia, que Isla de Pascua se separe del resto del país para -ojalá- convivir en una forma de asociatividad. No como colonia... Nuestros vecinos, Francia, Nueva Zelandia y numerosas islas, critican la actitud soberbia y altanera de Chile en el área...". Aunque con el correr de los meses su discurso se moderó y volvió a la mesura, quedó demostrado con esta actitud que los gritos de independencia no son otra cosa que voces de protesta contra el Gobierno central más que auténticas pretensiones secesionistas.

Como se ve, entonces, la relación del territorio insular no puede ser la misma que un Estado tenga en forma permanente y garantizada con sus territorios continentales. En general, las regiones extremas del país, que incluyen las de Arica-Parinacota, Tarapacá, Antofagasta, Aysén y Magallanes, más isla de Pascua, archipiélago de Juan Fernández y Territorio Antártico Chileno, por su valor estratégico y su natural aislamiento geográfico, merecen un trato diferenciado y privilegiado frente a las demás regiones, con representación parlamentaria especial y vinculaciones más directas con el Gobierno Central. Es lo que hemos llamado la política de las regiones extremas.


Pretensiones e intereses internacionales sobre Rapa Nui
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Existen muchas situaciones sospechosas que han sido interpretadas como posibles y manifiestas pretensiones de países extranjeros sobre la Isla de Pascua, algunas de ellas alentadas en el pasado por pesonajillos irresponsables que actuaban como incitadores políticos o agitadores. En otros casos, parecen provenir manifiestas intenciones de "recuperar" la isla que no han sido tomadas en serio, pero que eventualmente, podrían significar algún peligro para la relación soberana que existen entre ésta con Chile.

El tema de los independentismos y pretensiones extranjeras, lamentablemente, no ha estado exento de caer en la politización de cada contexto histórico respectivo. Por ejemplo, durante el Régimen Militar muchos opositores izquierdistas quisieron provocar cierta clase de reacciones secesionistas dentro de la isla para poner el aprietos al Gobierno, hacia los años setentas y ochentas. A su vez, funcionarios del régimen buscaron alertar la atención de la Junta Militar sobre los sucesos de la isla, denunciando posibles brotes de independentismos que, en la práctica, nunca fueron tales.

En la isla, de sólo 167 kilómetros cuadrados, el mismo Gobierno Militar accedió también a facilitar una parte de la misma a Estados Unidos a mediados de los años ochentas, representados a través de la NASA. Aunque hay laboratorios y bases relacionadas con la NASA en todo Chile, el de la Isla de Pascua generó particularmente algunas dudas por el aislamiento y la autonomía que tendría, derivados de su situación geográfica, y en su momento fue criticado como un intento intervensionista por parte de la administración Reagan en este sector del planeta, pues en aquellos años de guerra fría Washington estaba implementando el programa de protección militar "Star Wars".

También se supo, por entonces, de la existencia de una estampa postal francesa en donde aparecía la Isla de Pascua como parte de los territorios de Francia dentro de la Polinesia. A pesar del impasse diplomático que se generó, jamás se retiró de circulación ni se dieron explicaciones satisfactorias al Gobierno de Chile por su existencia, pues el gobierno francés se limitó a decir que las estampillas eran un homenaje a todas las islas de la Polinesia. Veremos que no fue la única ocasión en que se publicó este curioso sello.

En la actualidad, la isla no ha sido virtualmente pretendida sólo por grandes potencias. Existen en Perú movimientos ultranacionalistas y etnocentristas  cercanos al dirigente Ollanta Humala Tasso, predicando la teoría de que la cultura rapanui fue fundada por navegantes incas en tiempos remotos y que, por lo tanto, corresponde al pueblo peruano su "reivindicación" soberana. Aunque los análisis de ADN demuestran por sí solos que el origen rapanui está emparentado con los pueblos polinesios y no con el elemento incásico, el sustento de esta teoría sería que la mayoría de los famosos moais, las estatuas pétreas gigantes de la isla, "mirarían" siempre hacia el territorio que fuera el centro del imperio incásico, además de establecer algunos parangones como la traducción a "ombligo del mundo" para los términos Tepito Tenua (el otro nombre de la isla) y el nombre de la ciudad Cusco, que en quechua significa lo mismo. Aunque este dato no es exacto y deriva más bien de un mito folclórico, ha bastando para generar teorías delirantes sobre la propiedad ancestral de la isla. También han recurrido a interpretaciones bastante antojadizas sobre la teoría del célebre antropólogo noruego Thor Heyerdhal, quien viendo algunas semejanzas entre estos monumentos y los de Tiahuanaco, supuso que la isla pudo haber sido colonizada por estos habitantes del Titicaca.

Evitando la especulación gratuita, otros publicistas peruanos prefieren recordar que en 1770, el Virrey del Perú, Manuel de Amat y Junyent, intentando contener el establecimiento de franceses e ingleses en Isla de Pascua, envió una expedición para que tomara posesión de la misma, al mando de los marinos españoles Capitán de Navío Felipe González de Aedo, en el navío de guerra "San Lorenzo", y el Capitán de Fragata Antonio Domonte y Ortiz de Zúñiga, en la fragata "Santa Rosalía". Llegaron a mediados de noviembre y rebautizaron la isla como "San Carlos". Según ellos, esto demostraría que la isla pertenecía directamente a la administración de Lima, por lo que hoy sería patrimonio territorial en cautiverio, por estar en manos de Chile.

Si bien el episodio es bastante interesante y, ciertamente, con una buena propaganda acompañándole alentaría las pretensiones de grupos nacionalistas peruanos sobre Isla de Pascua, hay tres hechos cruciales que desmoronan la teoría de los supuestos derechos territoriales que asistirían:

  1. La toma de posesión se hizo en nombre del Rey de España Carlos III y no en nombre del Virreinato de Perú, que sólo actuó como intermediario o instrumento.

  2. Correspondió precisamente al Virreinato del Perú realizar esta labor, porque la isla se consideraba ya entonces como relacionada con la Capitanía General de Chile, frente a cuyas costas se situaba. La Capitanía pertenecía entonces a la administración del Virreinato peruano. Por esta razón, el título más sólido si se trata de evocar derechos territoriales heredados de España, de todos modos correspondería más bien a Chile.

  3. A pesar de que los indígenas reconocieron la soberanía española en la descrita oportunidad, la continuidad de esta administración se vio interrumpida no sólo con la Independencia de las colonias, sino con la incorporación de la isla a la administración francesa, de modo que el traspaso no fue directo, sino de tercera mano.

Por otro lado, ciertos grupos nacionalistas peruanos, copiando la iniciativa chilena de proclamar la existencia del Mar Presencial Chileno, han propuesto su propio Mar Presencial Peruano que, supuestamente, tendría un vínculo histórico con tradiciones náuticas de origen inca, abarcando la isla de Pascua hasta el territorio antártico donde, según la fantástica historia, el Imperio Inca habría llegado. El pretendido proyecto no a aparecido más que en alguno que otro periódico de carácter panfletario y vinculado a las organizaciones políticas de los reservistas y caceristas.

El fracaso rotundo de proyectos de navegación de naves de totora o junco como la "Viracocha" y la "Matarangui" (inspiradas a su vez en las experiencias de Heyerdhal para demostrar sus teorías sobre la colonización tiahuanacota de la isla) han arrojado esta clase de teorías de la navegación incásica al terreno de la seudo ciencia y del realismo fantástico. Pero las razones políticas para darles crédito han sido mucho más fuertes que la razón y los métodos históricos. Se recordará, por ejemplo,  que esta misma interpretación sin rigores científicos y de manipulación delirante de las posibilidades de la arqueología hizo que, en 1975 el investigador norteamericano Jim Woodman y el aeronauta inglés Julian Nott, construyeran en la famosa meseta peruana de los geoglifos de Nazca un enorme globo aerostático con forma de pirámide invertida y sólo con materiales típicos de la zona, el "Cóndor I" que, aunque se mantuvo volando apenas un par de minutos y luego cayó casi dando muerte a sus dos tripulantes, permitió especular que los incas proyectaban la confección de las famosas líneas y figuras gigantes de aquella pampa volando en globos aerostáticos (!). Por lo mismo, poder construir una nave de materiales típicos de la tradición peruana (y aún cuando ésta hubiese podido navegar grandes distancias, cosa que no ocurrió) no confirma que los incas necesariamente hayan tenido que conocer la navegación.

A pesar de todo, aún es posible encontrar algunos agitadores etnonacionalistas peruanos obsesionados con la extraña idea de incorporar a la Isla de Pascua dentro de la órbita del antiguo patrimonio ancestral del imperio incásico, con esta clase de fundamentos.

Según esta estampilla producida en Francia en 1991, la Isla de Pascua sigue siendo parte de la Polinesia Francesa.

Otro caso intrigante de emisión de sellos: ejemplar de una estampilla francesa en circulación durante el año 1998


Un saqueo cultural: despojo y destrucción de las tablillas rongo-rongo
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Hemos dicho que la historia de la Isla de Pascua ha estado asociada a un catastro de saqueo y despojo por parte de inescrupulosos y especuladores que golpearon por décadas a la comunidad Rapanui hasta fines del siglo XIX. Seguiremos abundando en este tema.

Uno de estos negros episodios lo representan las tablillas parlantes kohau rongo-rongo, objetos ceremoniales tallados en madera con la única evidencia existente en Oceanía de algún sistema de escritura antigua, compuesta por jeroglíficos de figuras humanas, animales, plantas y objetos, sumando cerca de 120 pictogramas conocidos. Su traducción ha sido objeto de una inimaginable cantidad de interpretaciones, teorías, debates, además de polémicas y especulaciones, ya que se carece por completo del conocimiento que tenían los últimos traductores o recitadores de estas tablillas, ancianos y sabios de la isla que fueron diezmados por los piratas y por los contrabandistas de esclavos. Las tablillas se encontraban por miles y parecían constituir "hojas" dentro de un texto superior, por lo que aun suponiendo que se lograra traducir con toda seguridad alguna de 25 unidades que sobreviven en distintos museos del mundo, sería imposible comprender la totalidad de su contenido.

 Una de las primeras salidas masivas de tablillas y otros tesoros comienza en 1774, cuando el famoso Capitán inglés James Cook zarpó de la isla con sus naves  "Resolution" y "Adventure" cargadas de piezas que fueron a parar a museos extranjeros y, lo que es peor, a muchas colecciones privadas de las que no se tiene mucho registro.

La mayor parte de las tablillas fueron destruidas, sin embargo, durante la cruel explotación de la que fueron objeto los pascuenses por los administradores del Perú en las guaneras, situación que sólo acabó con la entrada de los chilenos a Tarapacá durante la Guerra del Pacífico. Muchos de los rapanuis capturados por los traficantes de esclavos llegaron a las covaderas peruanas, a partir de 1859, cargando estas piezas como amuletos, los que les fueron arrebatados y luego repartidos como recuerdos entre sus patrones. Connotados hacendados del Perú, ignorantes del valor que tendrían las piezas, las usaron también como leña tras exigírselas a los isleños que fueron obligados a trabajar para ellos como peones. Para peor, en la isla los misioneros franceses y los supersticiosos marinos que temían al culto pagano que los isleños rendían a las tablillas, les convencieron hacia de 1864 de emplearlas como combustible para las fogatas o simplemente se las quitaron con el mismo objetivo, por lo que la mayor parte de estos tesoros culturales perecieron al calor de las hogueras.

No es casual, entonces que sólo un puñadito de estas joyas siga existiendo en nuestros días, celosamente custodiadas por los museos donde se las puede encontrar. Las tablillas existentes más famosas y estudiadas son las siguientes:

  1. La Aruku-Kurenga, en la Congregación de los Hermanos de Picpus de Roma, Italia. Quizás la segunda más grande, de 41,5  x 15,2 cm.

  2. El Echancrée, en la Congregación de los Hermanos de Picpus de Roma, Italia.

  3. El Taua, en la Congregación de los Hermanos de Picpus de Roma, Italia.

  4. El Echancrée, en la Congregación de los Hermanos de Picpus de Roma, Italia.

  5. La Tablilla Boomerag, en el Museo de Berlín, Alemania.

  6. La Pequeña de Viena, en el Museo de Arte Popular de Viena, Austria. Corresponde en realidad a algunos fragmentos de tablilla.

  7. La Grande de Viena, en el Museo de Arte Popular de Viena, Austria.

  8. La Mamari, en la Congregación de los Hermanos de Picpus de Roma, Italia. Puede que sea la más estudiada de todas, interpretándosela como una calendario o conmemorativo lunar, de 29 x 19,6 cm.

  9. La copia molde de Ke-Iti, en el Museo de Lovaina, Bélgica. Mide 39 x 13 cm. La original desapareció, conservándose sólo imágenes de ella.

  10. La Caja de París, en el Museo de París, Francia. Corresponde a una caja tabaquera hecha con tablillas rongo-rongo cortadas y ensambladas. Aunque algunos han puesto en duda su autenticidad, las escrituras son exactamente iguales al resto de estas piezas y esto la acreditaría como real.

  11. La Pequeña de Londres, en el Museo de la Humanidad de Londres, Inglaterra. Mide 21,8 x 6,8 cm.

  12. La Reimiro I, en el Museo de la Humanidad de Londres, Inglaterra.

  13. La Reimiro II, en el Museo de la Humanidad de Londres, Inglaterra.

  14. La Stephen Chauvet, llamada así en honor al profesor que la donó al Museo de New York, Estados Unidos. Chauvet la había recibido como obsequio en 1872, por Tepano Jaussen. Corresponde en realidad a un fragmento de tablilla, de 11,1 x 8 cm.

  15. La Tangata Manu, del Museo de New York, Estados Unidos. No corresponde a una tablilla, sino a una escultura, pero está llena de escrituras rongo-rongo.

  16. Los Fragmentos de Honolulu, en el Museo Histórico de Honolulu, Hawaii, llamados así por corresponder sólo a cuatro trozos de tablillas, ninguna completa.

  17. La Atua-Mata-Riri, en el Museo de Washington, Estados Unidos. Mide 24,5 x 9,5 cm.

  18. La Grande Washington, en el Museo de Washington, Estados Unidos.

  19. La Pequeña de Leningrado, en el Museo de San Petersburgo, Rusia.

  20. La Grande de Leningrado, en el Museo de San Petersburgo, Rusia.

En territorio chileno, en cambio, sólo se encuentran las siguientes tablillas:

  1. La Grande de Santiago, en el Museo de Historia Natural, de Santiago. Mide 44,9 x 12,5 cm., constituyendo la más grande de las tablillas conocidas.

  2. La Pequeña de Santiago, en el Museo de Historia Natural, de Santiago. Mide 13,9 x 12,2 cm.

  3. La Poike, en el Museo de Historia Natural, de Santiago.

  4. El Bastón de Santiago, en el Museo de Historia Natural, de Santiago. No es una tablilla en sí, sino un bastó, pero está tallado enteramente con jeroglíficos rongo-rongo, por lo que es la más interesante de todas estas piezas. Mide 1 m. 26 cm. y su diámetro es de 6 cm.

  5. La Gabriel Veri Veri, del Museo de Historia Natural de Valparaíso, también proveniente de la colección de Tepano Jaussen.

Vemos que sólo cinco de las tablillas permanecen en territorio chileno. Irónicamente, ninguna de ellas se encuentra en su isla de origen. El Museo Antropológico Padre Sebastián Englert, de Isla de Pascua, no tiene tablillas rongo-rongo originales en exhibición, en otra evidencia del despojo y del saqueo que arrasó con estas valiosas piezas. Esta situación justificaría que la comunidad rapanui también recurriera a la UNESCO para solicitar al menos en parte, la devolución de sus tesoros arqueológicos, tal cual lo han hecho con éxito países como Egipto, Siria e Iraq.

Cabe indicar que la investigadora y residente de la Isla de Pascua, Nua Piru, que ha dedicado gran parte de su vida a rastrear por los museos del mundo el patrimonio rapanui sacado furtivamente de la isla, varias veces ha intentado conseguir apoyo del Ministerio de Educación para repatriar piezas arqueológicas y especialmente estas tablillas. Sin embargo, en el mismo tiempo en que esta cartera de Estado "devolvía" los libros limeños traídos a Chile durante la Guerra del Pacífico, el Gobierno de Chile se ha resistido muy cobarde y pusilánimemente a darle cualquier asistencia a Piru para sus proyectos de recuperación patrimonial, pese a contar con el respaldo de la UNESCO. La razón parece encontrarse en el interés de La Moneda de no perturbar las relaciones que mantiene con muchos de los países potencias que serían solicitados para devolver dicho material arqueológico, y con los que existen vínculos comerciales expresados en tratados y en foros internacionales comunes.

Rongo-rongo Grande de Santiago, del Museo de Historia Natural. Una de las únicas cinco tablillas que quedan en Chile, ninguna de ellas en Isla de Pascua.


Daños actuales al patrimonio arqueológico. Casos de actos vandálicos
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Pero no todos los daños son solamente simbólicos o en sentido figurado. El patrimonio arqueológico de la isla ya ha sido objeto de descuidos y atentados materiales en varias ocasiones:

  • En 1994, el famoso actor y director de Hollywood, Kevin Costner, dirigió en la isla la película "Rapanui", que resultó en un verdadero fracaso para los estudios Warner Bros. Como recuerdo de los rodajes en terreno, Costner dejó una tremenda cantidad de basura y desperdicios, que incluían réplicas de moais abandonados y estructuras de utilería en ruinas dentro del área protegida del parque, provocando fuertes protestas de la comunidad isleña. La película, además, estaba basada en un argumento de escaso rigor histórico que, en muchos aspectos, no reflejaba la verdadera tradición cultural de la isla.

  • En junio de 2002, un turista japonés llamado Yukihisa Sekiguchi rayó su nombre con un trozo de obsidiana sobre la piedra volcánica de un moai del Ahu Tahira, sector Vinapu, desatando una fuerte polémica. No deja de ser curioso lo sucedido pues, en honor a la verdad, los turistas japoneses siempre se han caracterizado por su estricto respeto y pulcritud en los países que visitan. En enero de 2003, la Gobernación Provincial de Isla de Pascua y la Presidencia del Consejo de Patrimonio Rapanui informaron que la Policía internacional de Isla de Pascua había puesto a disposición del tribunal al ciudadano japonés por los daños ocasionados, quedado arraigado por 60 días. Sin embargo, el caso fue sobreseído porque nadie presentó querella (!). El gobierno del Japón donó 670 mil dólares tras estos hechos, para que fuesen destinados a la isla. Curiosamente, este dinero también generó una disputa con la alcaldía, pues mientras unos exigían que fuesen incorporados al plan de mejoramiento del parque dirigido por la Universidad de Chile, la Universidad Católica, la Corporación Nacional Forestal y el Consejo de Monumentos, otros creían más necesario y sensato que fuera la propia comunidad rapanui la que decidiera el destino de los fondos nipones.

  • En abril de 2005, el artista canadiense William Joseph Vazan cometió la imprudencia y el desatino de intentar construir una obra abierta en la isla, utilizando un grupo de piedras del área arqueológica protegida del área costera de Ahu Akapu, en la zona ceremonial de Hanga Kio'e. Su intención había sido reordenar las piedras formando figuras como un serpientes y un pulpo saliendo de los pies de los moais que se encuentran en este sector. La molestia cundió como reguero de pólvora. El gobernador Enrique Pacaratí llegó a declarar que "hay un rechazo rotundo de la comunidad. Lamentablemente cuando nos dimos cuenta ya había hecho las tres figuras. Ojalá nunca más vuelva a la isla. Que no venga a hacer petroglifos sobre las rocas ancestrales". A pesar de quedar 22 días con arraigo, Vazan se disculpó y declaró que había cometido dicha intervención ignorando el carácter patrimonial de las piedras, contando con el perdón del alcalde y de muchos de los miembros de la comunidad rapanui que creyeron en las supuestas intenciones del artista de no provocar el daño. Además, la policía de investigaciones precisó que fue asistido por la menos uno habitante de la isla en su lamentable obra de "arte". Sin embargo, tiempo después el principal responsable se jactaba en su página web personal de haber alterado los complejos arqueológicos de la isla y de haber intervenido varios más sin haber sido descubierto por la autoridad chilena.

  • El 30 de noviembre de 2006, el turista chileno Enrique Schmidt Meier, de 76 años, fue sorprendido por el guía turístico Terry Crossan en la cantera del volcán Ranu Raraku, golpeando con una piedra la espalda de un moai hasta dejarlo con marcas, según él para "demostrarle" a otra visitante cómo se tallaban estas estatuas. Fue denunciado ante la CONAF y luego detenido por tamaña imprudencia. La sorpresa fue mayúscula cuando se supo que el vándalo era abogado y padre nada menos que de la Ministra de Bienes Nacionales, Romy Schmidt. Según el guía que lo denunció, cuando partió a encarar al imprudente turista, éste le amenazó diciéndole que "no sabía que era él". Poco después, la ministro aparecía en los medios de comunicación asegurando que su padre "no tuvo la intención de dañar" la estatua... No obstante que sí lo hizo. El delito de daño patrimonial cometido por Schmidt tenía una pena que fluctúa entre los 541 hasta 3 años de prisión, y multas de 50 a 200 UTM. En el juicio, el Ministerio Público solicitó 818 días. Sin embargo, el caprichoso sentido de la igualdad ante la ley en la justicia chilena se manifestó, y el 7 de diciembre siguiente fue condenado a pagar con sólo 61 días y 100 UTM.

  • El domingo 23 de marzo de 2008, el artesano y boxeador Marko Kulju, turista finés de 26 años de visita en la isla, cometió la aberración de escalar uno de los moais del altar de playa Anakena y le arrancó a golpes de piedra la oreja derecha para llevársela "de recuerdo". Aunque una lugareña intentó detener al vándalo, éste continuó con su tropelía escapando después aunque sin su tesoro hasta el hotel donde alojaba. La mujer puso la denuncia ante las autoridades policiales y los guardias del parque, siendo detenido al día siguiente por infracción a la Ley de Monumentos Nacionales y exponiéndose a una pena de prisión y una multa de hasta 8,6 millones de pesos por el daño irreparable producido a la pieza. Kulju, advirtiendo la magnitud de su calaverada y la indignación generalizada que produjo (al punto de que el alcalde de la isla, Pedro Edmunds Paoa pedía que lo castigaran cortándole la oreja igual que al moai), hizo pública una carta disculpa el día 26 siguiente, a través de la Defensoría Regional de Valparaíso, donde manifestaba: "Quiero expresar públicamente mi profundo arrepentimiento por el involuntario daño causado y manifestar mis disculpas a las autoridades y particularmente a los habitantes de la Isla de Pascua, y a todos aquellos que se han sentido molestos o afectados por mi irresponsable conducta... Estoy dispuesto a asumir todas las consecuencias de mi conducta y pagar la multa que se me imponga por el daño provocado al moai". No obstante, el proceso contra el turista siguió su curso.

Sería injusto, sin embargo, acusar sólo a visitantes y turistas por los daños patrimoniales. De hecho, existe en la isla una costumbre nefasta, muy arraigada en algunos habitantes locales, consistente en quemar amplios sectores de pastizal seco para estimular el crecimiento de los pastos que alimentan a la población de animales usados como ganado, o bien excavar pozos para obtener agua.

Se ha descubierto, además, que algunos guías turísticos han cometido la atrocidad de "remarcar" petroglifos e inscripciones de algunas rocas, para hacerlos más visibles y atractivos a los visitantes que llegan al lugar. Y a tal daño arqueológico provocado por estas manos humanas, debe sumarse el deterioro progresivo de algunos moais o de algunos complejos en ruinas, causado por las condiciones climáticas tan características de la isla y por la presencia de animales que pastan libremente, especialmente cerca de las pozas de agua dulce de Rano Raraku, cuyo tránsito constante ha dañado seriamente por el pisoteo algunos cimientos de casas o murallones antiguos.

No menos grave es el caso de los vertederos que por años funcionaron en la isla, como el de Hanga Hemu, que en la actualidad ha generado una gran cantidad de estudios e informes sobre el problema sanitario que estaría acarreando su virtual colapso. Durante muchos años, este lugar había servido de botadero y quema de toda clase de desperdicios. Sin embargo, una serie de informes han ido abriendo los ojos sobre el peligro que representa este lugar para la comunidad isleña, como el "Diagnóstico de los vertederos de residuos sólidos domiciliarios en la Isla de Pascua", de la Secretaría Regional Ministerial de Salud y el "Informe ambiental de la Isla de Pascua en áreas de responsabilidad municipal", emitido por Luz Lasso bajo encargo de la Dirección de Obras del Municipio.

Al respecto, debe advertirse que el Dr. Marcel Szantó, de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, había presentado también un completo trabajo titulado "Capacitación y Manejo de la basura en Isla de Pascua", con relación a este mismo problema. Es muy probable que la solución de este asunto en particular pase no sólo por el despeje de Hanga Hemu, sino por un cambio de hábitos y de procedimientos dentro de la propia comunidad de Isla de Pascua.

Imagen del Moai Hoa Hakananai'a en el British Museum de Londres (Fuente imagen: iorana.net). Para más información, ver más abajo.


Robo y contrabando de piezas. Moais "secuestrados" en otros países
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El daño patrimonial no se limita sólo a la destrucción o a la contaminación, sino que alcanza directamente el despojo. La virtual desaparición de las famosas tablillas parlantes rongo-rongo, llevadas de contrabando a todo el resto del mundo, y el comercio ilegal de estatuillas que persistió por muchas décadas. Ni siquiera los pesados y colosales moais han logrado evitar el robo y el saqueo furtivo, acabando presentados hoy en conocidas exhibiciones museológicas del mundo, como veremos.

Existen varios trabajos de investigación reuniendo información sobre la ubicación y el estado de las innumerables piezas sacadas de la isla y del país. Está Francisco Torres, Director del Museo Antropológico Padre Sebastián Englert de Rapanui, y Betty Ahoa, del Museo Fonk de Viña del Mar. Como hemos dicho más arriba, la investigadora y nativa rapanui Nua Pirú ha viajado por todo el mundo catastrando en un grueso archivo e intentando recuperar el patrimonio de la isla secuestrado en otros países por antiguos viajeros o piratas. A pesar de contar con apoyo de la UNESCO, el Estado de Chile jamás se ha comprometido en asistir su formidable cruzada de rescate patrimonial, que incluye innumerables piezas talladas, estatuillas de madera, artículos religiosos y hasta el supuesto cráneo del Rey fundador Otu Matúa, que fuera prestado a un arqueólogo francés por el Consejo de Ancianos, sin regresar jamás. Pese al enorme catálogo reunido por Pirú, el Consejo de Monumentos Nacionales nunca ha actuado en el sentido de la recuperación, escudándose en no poseer un registro concreto de la ubicación de estas piezas en el extranjero.

Ya hemos dicho que los robos y "recolecciones" comienzan casi con el descubrimiento de la isla por los occidentales. La expedición de Cook en 1774 fue quizás, la primera en llevarse masivamente objetos de la isla, empresa que continuará por varios siglos con distintos protagonistas. En septiembre de 1882, por ejemplo, el equipo de Capitán alemán Wilhelm Geiseler, tras hacer notables observaciones sobre la gente de la isla, secuestró una serie de tesoros del lugar y, según el investigador Donald P. Ryan,  incluyó algunos moai maea (estatuillas) que fueron subido por su tripulación de la cañonera "Hyäne" de la Armada Imperial ("A Re-evaluation Of Some Aberrant Art From Rapa Nui", International Congress of Easter Island and South Pacific Studies, Hawai, agosto de 2000).

No será fácil convencer a los museos de devolver dichas piezas, sin embargo. Existiendo una en el British Museum, por ejemplo, del que hablaremos más abajo, existe el antecedente de campañas para lograr la devolución de otros tesoros de sus colección, como la Piedra Roseta (llevada desde Egipto) y los Frisos del Pantenón (desde Grecia), sin conseguirlo. Además, hay piezas definitivamente perdidas, pues la misma expedición que llevó este moai a Inglaterra, también trasladó una gran cantidad de piezas de todo tipo que fueron a parar al Museo de Liverpool en 1877. Sin embargo, durante el bombardeo alemán de 1941, en plena Segunda Guerra Mundial, las colección se perdió prácticamente por completo en medio de la destrucción y el fuego.

En el caso particular de los grandes moais de piedra, existen unos 12 originales repartidos por museos de otras latitudes. A pesar de que durante el año 2005 a 2007 el Gobierno de Chile realizó una onerosa investigación para devolver al Perú los libros de la Biblioteca de Lima requisados durante la Guerra del Pacífico (decisión que sólo alentó el mito de los trofeos de guerra supuestamente saqueados por Chile y no tuvo ningún efecto diplomático real, pues Perú de todos modos oficializó sus pretensiones sobre mar de Chile en La Haya), ni antes, ni durante ni después, La Moneda ha mostrado interés siquiera en recuperar este patrimonio secuestrado en otros países.

Los más conocidos casos de moais "secuestrados" que actualmente se encuentran en museos extranjeros, son los siguientes:

  • Bélgica: Francia y Bélgica organizaron una expedición dirigida por el científico Alfred Metraux, que visitó entre 1934 y 1935 la isla con el propósito de investigar y estudiar las costumbres, leyendas, tradiciones y expresiones de arte de sus habitantes. Sin embargo, en medio de su estudio y, probablemente, notando la distancia que existía entre la isla y la protección de la administración continental, se ordenó subir a su barco varios objetos artísticos, entre los que figuraba un moai llamado Pou Hakanononga, encontrándoselo hoy en el Museo Real de Bruselas. La pieza es una de las más interesantes e intrigantes entre este tipo de estatuas.

  • Estados Unidos: El oficial William Thompson sacó un moai con sombrero de piedra y todo en 1886, además de una cabeza, para llevarlo hasta Estados Unidos a bordo de su buque "USN Mohican", tras realizar una exploración en la isla. Las piezas son exhibidas hoy con varias más de la isla llevadas por Thompson. La estatua mayor está expuesta en el Smithsonian Museum of Natural History de Washington D.C. y es visitada anualmente por miles de turistas. La cabeza tomada de Ahu O'Pepe, de 1 metro 19 centímetros de alto y que data de entre los siglos XII a XVII, aparece en la exhibición permanente del Metropolitan Museum of Art de New York, dependiente del Department of Anthropology (Smithsonian Institution). Con una tonelada de peso, para muchos es la más atractiva de las piezas de la colección desde su apertura, el año 2001. Según algunas fuentes, existiría también otra pieza, correspondiente al sobrero (pukau), en el mismo Smithsonian Museum of Natural History de Washington D.C. Cabe señalar que hay otro moai en la American University de Washington D.C., pero en este caso corresponde a un "obsequio" de la Embajada de Chile en los Estados Unidos.

  • Francia: Tras desembarcar en Hanga Roa, los marinos franceses del buque "La Flore" a principios del año 1872, al mando del Almirante De Lapolinse y del que formaba parte el poeta y pintor Julian Viaud (más conocido como Pierre Loti), derribaron los moais de Vaihu y destruyeron uno de ellos para cortar y subir sólo la cabeza, valiéndose de una sierra de dos metros (Diario "El Mercurio", reportaje del domingo 14 de abril de 2008). La pieza hasta hoy figura en la exhibición permanente del Musée de l'Homme de París. Parece existir una confusión con otra pieza, pues figura una cabeza de 1 metro 70 centímetros de altura, datada de entre los siglos XI a XV, en el Museo de Louvre de París, pero que correspondería a un obsequio del Gobierno de Chile otorgado en 1935, en la Presidencia de Arturo Alessandri Plama, para la expedición para el  Musée de l'Homme realizada por Henri Lavachery y Alfred Metraux que, irónicamente, también habrían de secuestrar el moai hoy exhibido en Bruselas.

  • Gran Bretaña: Hacia el 1868, fue sacado de la isla uno de los más atractivos moais de Orongo, que hoy se encuentra en Inglaterra y el que mayor interés ha causado entre la comunidad rapanui que ha pedido su regreso. El robo (se hizo sin autorización de nadie) lo cometió la tripulación de la nave HMS "Topaze" nada menos que con ayuda de algunos lugareños, cuando faltaban veinte años todavía para que la isla fuese incorporada a la soberanía chilena. Irónicamente, el "Topaze", al mando del Capitán Richard Ashmore Powell, había sido encargado por la Real Sociedad Geográfica de Londres para una misión científica por el Pacífico Sur, viaje en el cual sacaron la estatua. Se recordará que, a la fecha, la isla seguía siendo un centro de operaciones de piratas y contrabandistas internacionales. La estatua fue conducida hasta Inglaterra y Ashmore Powell la regaló a la Reina Victoria, quien la "donó" a su pueblo, yendo a parar a la gran colección arqueológica del British Museum de Londres, constituyendo una de las piezas más atractivas del complejo. Entre otras características que hacen al Hoa Hakananai'a (del año 1.000 antes de Cristo) muy superior a la mayoría de los demás moais de la isla, está su color rojizo y blanco, y la delicadeza de sus terminaciones y la presencia de un complejo sistema de dibujos ceremoniales tallados en su espalda. Por esta razón y por la forma oscura en que fue secuestrada y llevada a Gran Bretaña, la comunidad rapanui también ha pedido su regreso a partir de 1995, cuando la Isla de Pascua es declarada Patrimonio de la Humanidad. Actualmente existe una campaña con el slogan "Moai, return to home!" ("¡Moai, vuelve a casa!"). El Alcalde de Isla de Pascua Pedro Edmunds Paoa intentó un plan de canje mandando a construir una pieza similar al moai, que pretendía cambiar por el original. La idea no prosperó, y la réplica fue a parar adornando el jardín de la Municipalidad de Peñalolén.

  • Nueva Zelanda: un moai de bajo tamaño, con dos metros y con sombrero, fue sacado por el colono tahitiano de origen escocés que se avecindó en la isla, llamado Norman Brander, quien se lo apropió en 1929, quedando después en manos de su controvertida familia, que poseía vastas extensiones de terrenos en la isla hacia 1880. Desde allí, probablemente después de la incorporación a Chile, la estatua pasó a manos de Tahití y luego a Nueva Zelanda, donde permanece hasta hoy. Se la encuentra en el Otago Museum de Dunedin, constituyendo la pieza más atractiva del Salón de Culturas del Pacífico dentro del museo. También existe una cabeza de moai en el Auckland Museum, de la ciudad de Auckland, aunque no existen muchos antecedentes sobre esta pieza.

No todas las estatuas y piezas sacadas de la isla están fuera del país, sin embargo. Una de las remociones más abundantes fue realizada por la corbeta chilena O'Higgins, hacia 1870, muchas de las cuales hoy forman parte de la colección del Museo de Historia Natural. Aunque esta expedición subió a la nave a un moai de Hanga Piko, dos tablillas y ejemplares de tablillas que hoy están en el museo, parece haber tenido un carácter bastante amistoso, pues a petición de los misioneros embarcaron a doce muchachos rapanui para formarlos como aprendices de grumetes y camareros de oficiales. En el Museo Fonck de Viña del Mar, además, está el moai One Makihi, llevado al continente en 1953, además de una cabeza. Y en el Salón de la Polinesia del Museo de La Serena existe desde 1950 otro moai que fue donado por la comunidad rapanui para los serenenses durante el Gobierno del Presidente Gabriel González Videla, quien era nacido en esta zona del Norte Chico y había sido antes su representante en el Congreso Nacional.

Pese a todo, no es descabellado solicitar las devoluciones. El famoso antropólogo noruego Thor Heyerdhal se había llevado a su país la cabeza de una de estas estatuas, durante sus conocidas investigaciones de la isla. Sin embargo, el moai fue devuelto por el propio científico a fines de los ochentas en una gran ceremonia y celebración.

En el plano más anecdótico, también es preciso recordar que se han detectado ventas de supuestos moais entre anticuarios de Estados Unidos y Europa, aunque es altamente probable que se trate de réplicas y falsificaciones. Aun así, es preciso destacar el caso revelado en enero de 2003, sobre dos moais de una tonelada cada uno, datados supuestamente entre 700 y mil años, puestos a la venta en una galería de arte de Miami por el chileno residente en Florida, Hernán García Vidal, ex vicerrector de la Universidad de Chile y ex subsecretario de ODEPLAN durante el régimen militar.

Existe otro caso, además, de un moai de dos metros 20 centímetros y una tonelada, llamado "Pepe", que había sido regalado por la comunidad rapanui al Presidente Carlos Ibáñez del Campo. Según algunas notas de prensa, el obsequio fue hecho en 1927, en su primer gobierno. Según otros, fue después, agradecimiento a sus medidas de desalojo de la Williamson & Balfour. Como sea la pieza, de 200 años o más, había terminado retenida en el jardín de un particular argentino, en Buenos Aires. ¿Cómo llegó allí? La respuesta la encontramos al ver que, poco antes, el anticuario chileno residente en Argentina don Mario Velasco, lo había comprado en 10 mil dólares al Corredor de Propiedades Carlos Ossandón, en 1970. Ossandón la había recibido de Ibáñez del Campo, aunque no está claro si por venta o por obsequio.

La idea de Velasco, a principios de los setenta, era vender la pieza a un coleccionista norteamericano y al triple de lo que él había pagado, pero el comprador no quedó convencido de su autenticidad y el aspecto extraño de la pieza le hizo dudar al punto de rechazar la oferta. Otra versión dice que se lo vendió a dos coleccionistas, uno argentino y otro estadounidense, que se lo llevaron a Holanda, pero pagaron con cheques sin fondos. Esto parece ser lo más probable, porque después Velasco inició un juicio contra los compradores. Durante el proceso judicial, se comprobó que el moai estaba construido con material rocoso de la Isla de Pascua pese a que se seguía dudando de su autenticidad tanto por el estilo de la estatua, algo distinta a las más comunes de Rapanui, como también por las dudas que existen entre algunos investigadores sobre el regalo de algún moai a Ibáñez del Campo. Incluso el experto del Museo de la Isla de Pascua, el conservador Pelayo Tuki, no está convencido de la veracidad de este acontecimiento. De todos modos, durante la disputa, "Pepe" fue a parar a las bodegas de una aduana argentina luego de su fugaz viaje a Amsterdam, y, desde allí, a un patio privado de un químico bonaerense, al no poder pagar Velasco el impuesto de las bodegas aduaneras, entrando a remate en 1982.

La artista Rosa Velasco, hija de don Mario, realizó gestiones para recuperar el moai "Pepe", traído de vuelta a Santiago el 21 de abril de 2006, desde donde fue llevado otra vez a su isla. Rosa alegaba haber pagado años de bodegaje en la aduana argentina y luego una suma de dinero que reunió con su marido y otros dos amigos para que el ciudadano argentino se los devolviese, pasando desde allí a la residencia de una amistad de la artista, donde se encontraba desde los años ochentas (ver "Las Últimas Noticias" del jueves 26 de enero de 2006, página 2, artículo titulado "Insólita cruzada de artista chilena por rescatar moai abandonado en Argentina").

Moai exhibido en el Smithsonian Museum of Natural History de los Estados Unidos.

Cabeza de moai de Ahu O'Pepe en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (Smithsonian Institution).

Inscripciones en la espalda del moai Hoa Hakananai'a, en el British Museum de Londres (más arriba puede vérselo de frente).

Cabeza de moai en el Museo de Louvre, donada a los mismos científicos que secuestraron el moai hoy exhibido en Bruselas.

Moai de la exposición permanente del Pacífico Sur en el Museo de Otago, de Nueva Zelanda.

Moai Pou Hakanononga, actualmente en el Museo Real de Bélgica. El estilo de esta escultura le hace única.

"Pepe", el moai sacado de Chile por particulares y luego repatriado desde Argentina en 2006



Abusos publicitarios y utilización impropia de las simbologías rapanui
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Otro punto que se ha discutido innumerables veces en Chile pero nunca ha llegado a instancias formales o legislativas de debate, lo representa el resguardo del patrimonio arqueológico de la isla a nivel de difusión intelectual y gráfica. Mientras tanto, muchos países del mundo se han empleado y continúan utilizando iconografías propias de la isla, como sus moais y sus hombres pájaros, asociándolos a otras culturas y a otras civilizaciones distintas de la rapanui, o bien dirigiéndolos a mensajes de naturaleza comercial sin ninguna ligazón con el turismo o la actividad cultural y científica. Es decir, descontextualizándolos para producir lo que en comunicación social representan conceptos de venta y de captación de clientes sin ningún beneficio extra al que recibe la empresa cliente y la respectiva agencia publicitaria.

Recordemos en este punto que Isla de Pascua, tras su declaración de Patrimonio de la Humanidad en 1995, pasó a ser el Museo abierto más grande del mundo. Al respecto, cabe considerar que muchos museos de Europa y América son extremadamente escrupulosos con las reproducciones gráficas de sus piezas, especialmente en medios impresos o documentales, criterio que parece estar por completo ausente en la política chilena de resguardo patrimonial de la Isla de Pascua. Incluso países que cuidan escrupulosamente la exclusividad de las imágenes de su patrimonio artístico, curiosamente figuran entre las principales productoras de publicidad o soportes de comunicación explotando la iconografía de la Isla de Pascua del modo que hemos descrito.

A continuación, exponemos algunos casos significativos sobre este problema que lleva larga data, pero del que acogeremos sólo algunos de los casos más contemporáneos:

  • En abril de 2005, por ejemplo, nos correspondió denunciar la existencia de un folleto internacional que utilizaba la imagen de moais (gentilmente proporcionado por uno de nuestros contactos en el extranjero) a pesar de haber sido producido por una empresa metalúrgica argentina (Conuar) para que circulara en Hawai. Entrevistado a propósito de este hecho, el alcalde Edmunds Paoa declaró: “se aprovechan de que los moais son Patrimonio de la Humanidad y usan y abusan sin cuidado alguno. Aunque no hayan textos ofensivos o se trate de una caricatura, esto constituye una ofensa para el pueblo rapanui, porque para nosotros los moais son parte de nuestra cultura, son sagrados”.

  • Existe otra imagen publicitaria muy parecida que ya había aparecido en 1972 en una edición de la revista argentina "Estrategia", para una industria biotecnológica tucumana. La fecha nos señala la antigüedad que tiene este problema y cómo no ha existido jamás algún interés real por proteger y restringir la utilización de estas imágenes patrimoniales. El hecho resulta doblemente grave, además, porque en el señalado caso se han empleado imágenes de moais con el único y exclusivo objeto de hacer publicidad de índole comercial.

  • Los moais reaparecen en el afiche de en un encuentro universitario internacional promovido por una asociación alemana de intercambio académico. No sabemos cuál es el objeto de identificar a las estatuas con el carácter de dicho encuentro, y menos la razón por la que el moai sonriente luce ahora los colores de la bandera alemana pintados en la cara.

  • Otro afiche mostraba moais "marihuaneros" promoviendo ahora la cannabis en una página web comercial francesa... Pocos parecen recordar el carácter religioso de estas estatuas a la hora de producir piezas de este tipo. El afiche, además, peca de una enorme ignorancia, pues asocia la Isla de Pascua al (des)prestigio "narco" de otras islas turísticas como Jamaica.

  • Existe también una ridiculización de elementos del arte sagrado rapanui en revista de comic de un conocido caricaturista de Michigan, Estados Unidos, aún cuando no sea ésta la intención real del artista. Para fortuna de unos y desgracia de otros, los isleños no tienen el ímpetu ni la ferocidad de los seguidores de Mahoma en el mundo árabe, como para reaccionar en la forma en que éstos últimos lo hicieron contra Dinamarca y otros países europeos que se dieron el gusto de ofender al Profeta, precisamente a través de estas absurdas manifestaciones gráficas de "humor" de febrero de 2006.

  • Y según una guía de turismo polinesia para coleccionistas de antigüedades, los moais serían parte de la cultura religiosa "tiki" hawaiana (nombre que se da a cierto tipo de estatuas de la Polinesia). Esta referencia errada se repite peligrosamente en medios y fuentes del mundo algo-sajón, incluyendo filmes, novelas y hasta documentales.

  • El año 2007, la empresa francesa "EDF" de generación de energía nuclear, publicó un inquietante afiche publicitario, donde aparecen dos moais mirando altivamente al horizonte (uno de ellos embarazado), mientras la compañía promete un futuro mejor. Doble suspicacia, pues, además del uso de la imagen de un moai para fines comerciales absolutamente inconexos con el concepto de la isla y su cultura, revelan nuevamente la fijación que sobrevive de parte de algunas fuentes franceses con este territorio chileno.

Se hace preciso indicar aquí que el copyright para imágenes culturales es una idea que adquiere cada vez más fuerza e interés entre los países poseedores de patrimonio arqueológico de fama internacional. En diciembre de 2007, por ejemplo, el secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades (CSA) de Egipto, Zahi Hawass, anunció a creación de la ley sobre el copyright para el uso de imágenes de las pirámides, la esfinge y todos los monumentos antiguos, destinada a recaudar fondos para el mantenimiento de lugares arqueológicos a través de indemnizaciones y pagos de derechos. La medida surgió luego que el diario de oposición "Al-Wafd" solicitara en la víspera de Navidad al "Luxor Hotel" de Las Vegas una reparación por todos los años que lleva copiando la imagen de las pirámides y que se reservase una parte de estos beneficios a la ciudad egipcia de Luxor, famoso por ser el lugar donde se encuentra el Valle de los Reyes.

La idea surgida en El Cairo quizás merecería el estudio de los legisladores chilenos, ya que un reclamo constante de la comunidad Rapanui es la permanente falta de recursos con que se excusa el Gobierno central para no concretar planes de desarrollo turístico o mantención de sitios arqueológicos en la isla. Dados los volúmenes de uso que hacen internacionalmente a las imágenes de Isla de Pascua y con fines publicitarios o lucrativos totalmente ajenos al beneficio del lugar, la medida permitiría un suministro regular de recursos para su comunidad.

Folleto de una empresa metalúrgica argentina (Conuar) que circulara en Hawai, en 2005.

Publicidad en la revista argentina "Estrategia", en 1972 (Fuente: gentileza de don Sebastián Galassi)

Afiche de encuentro universitario internacional promovido por una asociación alemana de intercambio académico.

Moais "marihuaneros" en una página web comercial francesa.

Elementos del arte sagrado rapanui en revista de comic de un conocido caricaturista de Michigan, Estados Unidos.

Guía de turismo polinesia para coleccionistas de antigüedades, con moais en la cultura religiosa "tiki" hawaiana.

Publicidad para una empresa francesa de generación de energía nuclear, publicada hacia el año 2007. Otra vez, Francia y los moais...


Anexo: artículo "Isla de Pascua, el Chile de Ultramar"
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El siguiente es un excelente trabajo editado y publicado durante el año 2002 bajo el título "Isla de Pascua: el Chile de Ultramar", por nuestro activo colaborador Marcos Moncada, investigador del Centro Cultural Maohi, que ha residido por largos períodos en la isla. A nuestro juicio, resume con tanta precisión la relación histórica de Chile y la isla del Manutara, que hemos decidido publicarlo como testimonio incontestable de la soberanía nacional en este rincón del planeta. El artículo es, además, una contundente refutación a un caso puntual que intentó menospreciar los argumentos de soberanía chilena en la isla y, por extensión, sirve a todos los entreguistas y sediciosos que han participado de similar discurso:

El domingo 6 de octubre recién pasado, en la página 22 de “El Mercurio” de Valparaíso, se publicó un artículo titulado “Blanco y Negro isleño”, alusivo al libro “Luces de Rapa Nui”, del fotógrafo Italiano LORENZO MOSCIA, donde se mezclan confusamente lo literario con lo real; así como la obra del autor comentado y las opiniones del articulista, que desordenadamente plantea juicios literarios y otros que no lo son, al escribir notas que no guardan relación con la obra del Sr. Moscia, como por ejemplo definir el libro diciendo. “Es la diáfana percepción de un territorio chileno que realmente no lo es.”

¿Acaso el autor del citado artículo, tiene la capacidad de discernir el atributo de la nacionalidad al margen de la Constitución, la Tradición, la Historia y las leyes? Sin duda debe ser un criterio muy especial si consideramos que la NACIONALIDAD es un “Derecho Humano”, consagrado por la “Declaración de Derechos del Hombre”, que se enmarca en un contexto LEGAL, claramente diferenciado de aspectos RACIALES, CULTURALES o RELIGIOSOS.

La “contradicción”, usada como figura literaria se confunde como literal afirmación, afirmación confusa, divagación insustentable, expresada en la “Joyita”: “Cotidiano, escenario real de la pugna contra la tradición violentada durante siglos, dolarizada, mísera, solidaria, egoísta, orgullosa, humillada, solitaria, invadida”.

Quizás a muchos “modernistas” les parezca un lenguaje poético, pero no creo que les parezca bien a los Rapa Nui (mal que mal estamos hablando de ellos), al definir, entre otras cosas, a su Isla como “mísera”, “egoísta”, “humillada”, es una ofensa gratuita a una raza orgullosa, altiva, que por siglos ha defendido su cultura no con discursos, sino que viviéndola, conservándola viva. Sin embargo y pese a su cultura milenaria, los pascuenses viven la modernidad, pero sin renunciar a la tradición (digno ejemplo para los continentales) cuando el autor se refiere a una isla “invadida”, se referirá a los 20.000 turistas al año (cifra citada en el artículo), ¿Eso es malo?, cuando se habla de una isla “dolarizada”... ¿Qué se pretende? ¿El trueque? O quizás los Rapa Nui deberían trabajar gratis para los “blancos”, es un absurdo que no merece discusión. Si los pascuenses cobran por su trabajo y les pagan bien ¿Dónde esta el problema?

Avanzado el artículo el autor manifiesta a modo de “conclusión”: “El efecto producido debería ser no pedirle a la isla de Pascua lo que queremos de ella, sino que darle lo que necesita de nosotros”.

Como corolario, el autor termina el artículo haciendo ostentación de su propia y colosal ignorancia frente al tema, la que pretende hacer extensiva al resto de los chilenos: ¿Qué le hemos dado nosotros, sus compatriotas, desde hace más de un siglo? Lamentablemente, al no dar una respuesta explícita, queda en el aire la sensación de que no se ha hecho nada. Nada más alejado de la realidad y de nuestra Historia.

Si nos preguntas si lo que se ha hecho es suficiente, por supuesto que la respuesta es NO, y un NO bien grande, con mayúscula, pero eso no es lo mismo que haber hecho NADA, si nos remontamos en la historia y retrocedemos a los primeros contactos con los occidentales concluiremos que los Rapanui siempre sacaron la peor parte. Cierto es que su antigua cultura había caído en decadencia, la guerras civiles y el canibalismo habían exterminado a todos los sabios que podían descifrar la antigua escritura y escasamente se conservaron algunos vestigios de la que fuera la civilización más desarrollada del la Oceanía, pero todo ese atraso fue poco comparado con el verdadero “Vandalismo” de los occidentales que mutilaron sus tremendas estatuas, como la expedición del “Topaze” en 1869 para llevar un “Moai Trofeo” al British Museum, o el poetico Monsiur Pierre Loti y compañía en 1872, nada menos que para llevar una cabeza de Moai decapitado (por los franceses) al Museo del Trocadero (Paris), o la destrucción del Centro Ceremonial de Orongo en 1886 por Mister Thomson y Cía., en una expedición del afamado Instituto Smithsoniano. Esto por destacar el “interés científico” por la Isla de Pascua, ya antes habían pasado esclavistas y asesinos norteamericanos (¿Por qué no me sorprendo?) que hacían “tiro al blanco” con los indefensos Rapanui, matando inocentes solo para probar su puntería, y para que hablar de la esclavitud más aberrante iniciada por los norteamericanos en 1804 para “ayudarlos” a cazar focas en el archipiélago de Juan Fernández, para llegar a las flotas de hasta ocho buques peruanos que en feroz carnicería, durante dos años (1862 – 1863), “cazaban” pascuenses para venderlos como “Trabajadores libres” en las haciendas peruanas.

No se trata de saber quien ha hecho más daño para comparativamente regocijarnos con que el nuestro ha sido poco, en estas líneas quiero recordar a aquellos chilenos que a temprana hora levantaron su voz para exigir respeto por la etnia Rapa Nui.

El hito más antiguo que relaciona nuestra Patria con Isla de Pascua es 1770, cuando Manuel de Amat y Juniet, gobernador de los Reinos de Chile y Perú envía una flotilla española que toma posesión de la Isla.

Con ese antecedente, en 1776 el Abate Molina, en su colosal “Historia Natural y Civil del Reino de Chile”, en su capítulo Quinto, dedicado a las “Islas Chilenas”, destaca a Isla de Pascua por sus “monumentales estatuas”.

Estos antecedentes que ligaban Isla de Pascua con Chile fueron reiterados por otros autores, Alexander Von Humbolt (1813), Adalbert Von Chamisso (1816) y el Geógrafo Letrone, quien fue citado por el Cónsul de Chile en Callao, don Tiburcio Cantuarias para impetrar al gobierno chileno que impida el tráfico de esclavos desde Isla de Pascua por tratarse de “Territorio Chileno”. Esto fue escrito a nuestro gobierno, en un documento oficial que se conserva en el Archivo Nacional, con fecha 26 de noviembre de 1863, y reiterado en sucesivos oficios a nuestra Cancillería, sin embargo los políticos de la época no hicieron nada, pero la prensa no guardo silencio, los diarios de Valparaíso, el principal puerto del Pacífico, iniciaron una ardiente campaña por el término del criminal tráfico de esclavos, que sumado a los esfuerzos de los representantes diplomáticos Ingleses y Franceses acabó con tan indigno comercio y permitió la repatriación de los sobrevivientes.

De más de dos mil esclavos, solo quince regresaron a Isla de Pascua, y varios lo hicieron gracias al esfuerzo chileno, destacándose la Congregación de los SS.CC. de Valparaíso, uno de cuyos miembros, el hermano Eugenio Eyraud fue el primer apóstol que evangelizó la Isla, y todo el apoyo a tan magna misión provino de Santiago y Valparaíso.

Parecían cambiar los tiempos para Isla de Pascua, se establecen los sacerdotes de los SS.CC. de Valparaíso y llevan consigo a una pareja de colonos Chilenos, JORGE ARENAS y su señora DOMITILA, ¡Sí dos chilenos! fueron la primera pareja de colonos asentados permanentemente en la isla, hasta ese día todos los visitantes iban de paso, solo unos días, pero no fueron los únicos, llegó un francés (llamado “Pito-Pito” por los pascuenses) secundado por un Danés, casado con Chilena, doña MERCEDES SALAS FONTECILLA, pero empiezan las complicaciones y los sacerdotes piden el apoyo de las autoridades chilenas. Benjamín Vicuña Mackenna, desde el Diario “El Ferrocarril” solicita a las autoridades que sin más demora tomen posesión soberana de la Isla de Pascua, única forma de salvar a la etnia de la extinción, la campaña es secundada por “El Mercurio”, “El Heraldo” y otros tabloides, surtiendo algún en el gobierno, que envía a la Escuela Naval, a bordo del “O'Higgins”, a la isla de Pascua, en una expedición científica y de reconocimiento. En enero de 1870 los marinos chilenos ondean nuestro pabellón en la Isla, entre ellos iba un joven guardiamarina de tan solo 14 años, Policarpo Toro Hurtado.

Otro de los marinos visitantes fue el Teniente de Marina Arturo Prat Chacón, quien junto a los demás Oficiales apadrinan a un total de seis huérfanos, del período de la esclavitud, que traen a Chile a mejor vida. Además, el Comandante Anacleto Goñi acepta la solicitud de embarque de seis pascuenses como aprendices de grumetes, única esperanza de vida mejor, ante el fatídico panorama del hambre y miseria de su tierra. Estos antecedentes fueron consignados en la memoria presentada al Congreso Nacional ese año.

Cuando regresa la expedición al continente, la presión de la prensa había menguado, habían otras noticias, y sin otro apuro el gobierno postergó el proyecto de anexión. El joven guardiamarina Policarpo Toro, al ver que no avanzaban las gestiones para incorporar Isla de Pascua a nuestra soberanía, toma una determinación inesperada para sus entonces 15 años, se entrevista con el insigne historiador Don Diego Barros Arana, influyente personaje de la época, le cuenta sus impresiones, le regala las estatuillas y recuerdos que trajo de la Isla y lo insta a tomar posición, ignoramos si Don Diego Barros Arana hizo alguna otra gestión, solo nos consta que la información y obsequios de Policarpo Toro los puso a disposición del sabio alemán avecindado en Chile don Rodulfo Phillipi, quien publica una memoria sobre “La Isla de Pascua y sus habitantes” en los anales de la Universidad de Chile, ejemplar de mayo-junio de 1873. Al momento de la publicación de su nombre Policarpo Toro tenía tan solo 16 años. En el mismo texto se publica como anexo un estudio del insigne Oficial de nuestra Armada Comandante Vidal Gormaz, quien también estaba preocupado del tema, el que aborda nuevamente en el Anuario Hidrográfico de la Armada de 1880.

No se avanzaba en la anhelada incorporación a Chile, solo corrían las malas noticias, los sacerdotes son expulsados de la isla, el R.P. Basilio Russel consigna en su diario del 9 de agosto de 1870 que: “el chileno (JORGE ARENAS) logró echar a los agresores”, el 28 de agosto señala que los agresores fueron “rechazados e intimidados por la presencia del Chileno Jorge Arenas”. El 16 de septiembre sentencia que para la dominación de los Rapanui por “Pito-Pito”... “solo Jorge (Arenas) constituye el Obstáculo”.

Con la retirada de los Sacerdotes los abusos son la tónica de cada día, los rapanui logran matar a Pito Pito, pero seguían al borde del exterminio, la revista de Marina en su primer número, julio de 1885, publica un artículo de Benjamín Vicuña Mackenna (“El Reparto del Pacífico”) donde exige la anexión inmediata de la Isla de Pascua, además reedita los informes de la expedición de la “O`Higgins” de 1870, refregando así al gobierno su desidia en el tema. Pero nada se avanza, los rapanui siguen desamparados y sujetos a los abusos de sus inescrupulosos visitantes.

En 1886 la “Abtao” recala en la Isla y constata con tristeza el abandono de los insulares, el segundo de abordo, el Capitán de Corbeta Policarpo Toro Hurtado, eleva una memoria al Supremo Gobierno para impulsarlo a tomar posesión de la Isla de Pascua, el gobierno lo autoriza a realizar las primeras diligencias indagatorias, las que hace “a título personal”, por sugerencia de los “prudentes” abogados de nuestra Cancillería, quienes así pretendían evitarnos un bochorno si la tentativa fracasase.

Para pactar con los Rapanui, Policarpo Toro logra que se autorice al Grumete de la “Pilcomayo”, PEDRO YPARGAVINE, a que se radique en la Isla de Pascua para que aprenda el idioma rapanui, y pueda así parlamentar con los naturales, lamentablemente ignoramos que paso con este olvidado marino.

Policarpo Toro inicia las gestiones, se entrevista con los Sacerdotes, con los involucrados, y deja bien en claro en su Informe que los rapanui son los “primitivos dueños y señores” de la propiedad de la tierra.

Las gestiones realizadas por el Obispo de Tahiti, Moseñor Verdier, entre los Rapanui fructifican y el Consejo de Jefes Rapanui pide a Policarpo Toro que acepte la soberanía de Isla de Pascua, es el acuerdo de voluntades del 9 de septiembre de 1888.

La oportunidad del hecho es única, como queda en evidencia al conocer el censo llevado a cabo por la Abtao en 1892, solo quedaban 101 rapanui vivos, de los cuales solo 12 (¡doce!) eran hombres adultos. Así estuvo de cerca de extinguirse la raza.

¿Puede algo ser más importante que evitar la extinción de una raza? ¿Podríamos suponer el actual conocimiento de la cultura rapanui si la raza se hubiese extinguido? Solo la IGNORANCIA puede suponer poca importancia a la incorporación de Isla de Pascua a Chile, nuestro país no invadió la isla, se pactó con sus Consejo de jefes liderado por Atamu Tekena, quienes libre y voluntariamente se incorporaron a nuestra soberanía

Disculpe el lector tan escueta y a la vez larga descripción, y permítame recordar la etimología de “Patria”: “La tierra de nuestros padres”, y si hay algo que debemos por sobre todo agradecer a nuestros padres es habernos dado la vida, quejarse por la herencia material que nos dejan los padres es propio de mal nacidos, por sobretodo hay que agradecerles habernos dado el SER.

El mejor antídoto para la anti-Patria es la devoción por nuestra Historia, pero para querer nuestra Historia hay que conocerla, los chilenos podemos estar orgullosos de que nuestra bandera flamee en medio de la inmensidad del Océano, y por sobre todo, tenemos que estar orgullosos de nuestros compatriotas polinesios, de los chilenos Rapanui, ejemplo de orgullo por su identidad, ellos no son chilenos por accidente, ellos son Chilenos porque quisieron serlo, y son un ejemplo para tantos otros de nuestros compatriotas que ajenos a todo sacrificio, ingratamente cuestionan la obra de quienes heroicamente se esforzaron por darnos un sitial de privilegio en la América Hispánica.

Recomendamos a todos los interesados en la historia y la cultura de la Isla de Pascua o Rapanui, a visitar el excelente website del CENTRO CULTURAL MAOHI: www.maohiorapanui.blogspot.com.