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Para desafiar la vida nació Alicia Dussan, fundadora de la facultad de Antropología de los Andes

Para desafiar la vida nació Alicia Dussan, fundadora de la facultad de Antropología de los Andes

Cuando todo era prohibido para ellas, se rebeló contra el destino de casarse y ser mamá, y se fue a Europa y sumergida en la historia de los pueblos, inspiró la arqueología criolla.

4 de abril de 2009, 05:00 am

Tal vez creyendo que las consolaba, la directora del Gimnasio Femenino, en el que Alicia Dussán y otras jóvenes bogotanas se estrenaban en el primer bachillerato para mujeres, les dijo que "no pasar los exámenes debía considerase normal, por la inferioridad del cerebro femenino".

Eso, que hoy suena como una mera provocación, era uno de los supuestos mejor posicionados en la sociedad capitalina de la década del 30, que sería irritada muchas veces por Alicia, la hoy abuela de 89 años que celebró los 83 lanzándose de un parapente, porque nació "¡para desafiar a la vida!". Lo dice en voz alta, como si estuviera retando al resto del mundo a la rebeldía.

-¿Qué tal el parapente?

-¡Pues láncese para que vea lo que se siente!

Así, provocadora, fue siempre. Mientras el himno del colegio se encargaba de recordarle el papel que le tocaba: "La madre es la maestra de la escuela, la maestra es la madre del hogar...", se le agitaba por dentro el deseo de torcer ese destino.

Claro que fue a los bailes blancos, por los que pasaban todas para hacerse al mejor marido, pero se fue "corriendo" antes de que alguien se le atravesara en el sueño.

"En mi cabeza no estaba casarme, y a los 25 la mujer ya era quedada. Si acaso la familia era muy liberada, una muchacha tenía el chance de estudiar enfermería o servicio social, pero yo quería ser profesional, estudiar un doctorado, ser internacional".

Y en 1938 voló a Europa, a la Universidad de Berlín, donde estuvo un año haciendo cursos, y donde comenzó a construir el camino que la llevaría a ser la pionera de la antropología y la arqueología, una de las primeras en ir a la Nacional, y tal vez la primera en ponerse pantalón, cuando las mujeres solo usaban vestido, para ir por los caminos desenterrando fósiles.

Alicia pudo hacerlo todo, dice, porque había salido de una mamá "liberal y liberada", que sacó ventaja del hecho de no haber sido agraciada. "La consideraban fea, y eso le dio un rol masculino. Podía ir a la plaza de mercado de Chocontá a hacer negocios, sin que le tiraran piedra".

Pero también había sido retada por uno de los primeros destierros de Colombia, el de la Guerra de los Mil Días, que la sacó del pueblo hacia Bogotá, donde conoció al ganadero huilense que después fue el papá de Alicia.

Ella fue una de las primeras mujeres en manejar auto, también porque su mamá, "con mucho misterio", le pagó profesor de conducción cuando no estaba bien que ellas manejaran.

Encontró al que era

Había regresado de Europa, y se abría paso entre los hombres de la Facultad de Derecho de la Nacional, cuando un domingo, en la plaza de Pacho, su mirada se cruzó con la de "un hombre fuera de serie". De otra manera no se habría enamorado de él.

Gerardo Reichel Dolmatoff, que después fundó con ella la Facultad de Antropología de los Andes, estaba comprando ollas en la plaza. Venía de paso por Colombia, pero se quedó, y por el resto de la vida acompañó a Alicia en la pasión de sacarle a la tierra y a los pueblos sus secretos.

La luna de miel fue en Honda, con exploración arqueológica incluida: las urnas funerarias de la cuenca del Magdalena. Era 1942, y el comienzo de una vida que los llevó por la Sierra Nevada, las riberas del Magdalena, Ranchería, Cesar, Sinú, Atrato, Baudó, San Juan... De todo esto salieron 40 libros.

Ese hombre era definitivamente como lo quería. No exigía una mujer hacendosa. "El instinto maternal no me creció". Tuvo cuatro hijos, pero fueron criados por la eterna cómplice, su mamá.

-¿Eso no la mortificaba?

-Ser mamá y profesional al tiempo es incompatible. Se quedan las dos cosas a medias. ¿Acaso a usted le han quedado bien hechas las dos?

A ella le "consta" que no pueden hacerse al tiempo.

Dejar la Universidad, para irse al Instituto Etnológico Nacional, inaugurado por el presidente Eduardo Santos en 1941, fue un "error", según muchos, pero lo hizo.

-¿Qué le quedó faltando en la vida que escogió?

-Plata. No tengo un solo peso, vivo de la caridad. Punto final.

El trabajo que el país parece haber olvidado

El miércoles, la Universidad Nacional le rindió a Alicia un homenaje. Entre muchas cosas, ella y Gerardo Reichel- Dolmatoff descubrieron que los indígenas colombianos hicieron objetos en barro cocido y cerámica, antes que cualquier pueblo de América, y que 600 años antes de Cristo, ya existían en la Costa Pacífica grupos basados en la agricultura del maíz.

Alicia diseñó las primeras metodologías para investigar la migración del campo a la ciudad. De los hallazgos suyos y de su marido quedaron 40 libros y 500 artículos, y no se consigue sino un libro, que tiene una demanda de la familia porque fue alterado. Desde el 68, Alicia y Gerardo salieron de los Andes. Nunca más tuvieron trabajo como antropólogos o arqueólogos. Ella asesoró el montaje del Museo de Oro, en su traslado del Banco de la República al Parque Santander. Él murió en el 94, año hasta el cual vivió de la caridad de un fondo inglés.

MARISOL GÓMEZ GIRALDO
EDITORA REDACCIÓN EL TIEMPO
*margir@eltiempo.com.co