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Atenea (Concepción)

versión On-line ISSN 0718-0462

Atenea (Concepc.)  n.492 Concepción  2005

http://dx.doi.org/10.4067/S0718-04622005000200010 

 

Atenea Nº 492 – Segundo Sem. 2005: 171-177

NOTAS

 

Anglicismos en el español de Chile*

 

Leopoldo Sáez Godoy

Universidad de Santiago de Chile, Santiago, Chile; Sociedad Chilena de Lingüística, Santiago, Chile. E-mail: lsaez@lauca.usach.cl , leopoldosaez@hotmail.com


1. EL SEÑOR ministro está seriamente empeñado en convertirnos en un  país bilingüe, en el que las nuevas generaciones sean capaces de hablar con igual soltura y fluidez el castellano o español y el inglés. No se escatiman esfuerzos. A esa ambiciosa meta se encaminan los Magic Teens, el Condorito en inglés y algunas native speakers que aparecen ocasionalmente en los liceos. Sin duda, es un objetivo altamente deseable y acorde con los tiempos (globalización, APEC, TLC...), pero me temo que en nuestras actuales circunstancias es inalcanzable por varias razones. Una de ellas es que muchos jóvenes tienen serias dificultades para ser monolingües competentes, por lo que difícilmente podrían llegar a ser bilingües.

En mi modesta opinión, hay otras carencias lingüísticas de la educación chilena más relevantes. La más apremiante, me parece, es la incapacidad de nuestros jóvenes de manejar su propia lengua materna, de entender lo escrito en un lenguaje formal y de redactar de un modo claro, adecuado y comprensible (olvidémonos por el momento de la elegancia y la belleza de la expresión).

Pero a lo mejor nos estamos volviendo bilingües en otro sentido, en una forma solapada y subterránea, sin quererlo e incluso sin tener plena conciencia de ello.

2. El inglés es una lengua sumamente abierta a las influencias foráneas. Toma lo que le es útil donde esté, incluso en aquellas lenguas que nos parecen más exóticas y lejanas, como el malayo, tamil, japonés, hindi, bengalí. Hace suyas todas las palabras que, por alguna razón, le resultan interesantes, especialmente aquellas que designan objetos o referentes del mundo material o espiritual que impresionan a sus hablantes. Estos se apoderan decididamente del objeto y de su nombre1. Por muy extraña que sea su forma fonética, las conquistas son incorporadas rápidamente al acervo común y se convierten en patrimonio de todos los anglohablantes. Su capacidad del inglés para absorber elementos lingüísticos ajenos es prácticamente ilimitada. A los ingleses parece no preocuparles en absoluto la “pureza” de la lengua, por ello no han establecido una Academia Inglesa que la limpie, fije y le dé esplendor.

Por otra parte, y talvez como una compensación, el inglés es una suerte de inmensa cantera de donde los hablantes de todas las lenguas pueden, a su vez, apropiarse de aquellas innovaciones, que así se difunden por el mundo entero. Estas palabras que pasan de una lengua a otra suelen ser llamadas “préstamos” (término poco apropiado, porque en los préstamos, por lo general, hay una intención de devolverlos, que en este caso no se advierte de ningún modo).

Concretamente nos estamos refiriendo a palabras como ketchup (originariamente del malayo), sin el cual para miles de jóvenes las papas fritas, e incluso la vida misma, no tendrían sentido; samurái (del japonés, término muy de moda en Chile en estos últimos días en los que han surgido inesperadamente émulos criollos); gurka (del hindi, por suerte, entre nosotros ya en el olvido), anorak (del esquimal), parka (aleutiano), champú (del hindi), bungalow (bengalí), curry (tamil), pijama2 (del hindi, nosotros la escribimos con j, pero la pronunciamos con y, al igual que soja, que viene del japonés).

El inglés es el intermediario para palabras de este tipo. Nuestras relaciones culturales con el esquimal, el hindi o el malayo son prácticamente inexistentes y, sin embargo, gracias al inglés se han incorporado al español voces como estas que se nos han vuelto tan usuales.

Pero estas palabras muestran tan sólo la punta de un iceberg. Por cierto, el inglés no se limita a esas lenguas exóticas. Su campo de acción no tiene fronteras espaciales o temporales. Como todas las otras lenguas, el inglés también aprovecha las lenguas clásicas. Por su intermedio se han expandido por el mundo quórum, parafernalia, clon, campus, currículo escolar, fax, placebo, psicodélico, diabetes, pragmático, electricidad... También ha tomado cientos de voces francesas (lengua con la que convivió largo tiempo), italianas, españolas...

3. Por cierto, su vocabulario no crece sólo porque es un importador, mayorista, de otras lenguas. Su trabajo interno de elaboración lingüística es constante. Va creando los términos que necesita en el momento (radar, transistor, quasar, bit...). No es exagerado afirmar que la gran mayoría de los avances científicos, tecnológicos, culturales y sociales más recientes de la humanidad se sostienen en terminologías inglesas y nuestros países subdesarrollados, en vías del desarrollo o tercermundistas se abalanzan sobre estas conquistas intelectuales, las que, digamos de paso, de ningún modo son gratuitas.

 

4. Por otra parte, esta actividad difusora de términos se ve reforzada por una situación nueva. La tan discutida globalización, en gran medida, es una norteamericanización del mundo, que ha recibido un impulso considerable con el hecho indesmentible de que, hoy por hoy, EE.UU. es la única superpotencia mundial. El american way of life se ha convertido en un modelo muy deseable. Así todos los jóvenes del Imperio usan jeans y poleras con leyendas en inglés, son roqueros, hiphoperos, raperos, punks o amantes del tecno, new wave o heavy metal, comen sándwiches (o sánguches), hot-dogs y hamburguesas, ven películas norteamericanas en modernos edificios, donde funcionan decenas de pequeñas salas de cine, especialmente equipadas y acondicionadas para la ingesta ilimitada de pop corns, donuts y bebidas cola3. Ya no nos entierran en cementerios sino en parques, e incluso en Pelarco se está celebrando el halloween con un entusiasmo sin límites. Nuestros basquetbolistas y sus entrenadores, bastante más bajos que sus modelos, usan los mismos atuendos deportivos que los de la NBA (en bi ei).

5. En español algunos términos se introdujeron hace tanto tiempo que ya no tienen huellas que delaten su origen: bote, túnel, detective, revólver, rifle, norte, sur, este, oeste, babor. No creo que Ud. sienta como inglesas palabras como gásfiter, chomba, panqueque, budín, ponche, guaipe. Talvez muchos piensen incluso que el queque y la ponchera forman parte del genotipo nacional. Nos hemos convertido en expertos en chutear los problemas hacia un futuro indeterminado4. En los puertos tenemos el guachimán y los managuás, voces con una cierta apariencia indoamericana, que oculta su origen británico: watchman y man of war, respectivamente. Los hombres de mar conocen de coyes, escotillas, toletes, yolas, yates.

6. No es el caso de anglicismos más recientes y llamativamente extranjeros como leasing, zapping, joint venture, marketing, camping, holding y cientos que terminan en un -ing inocultable, que ha motivado nuestro echar un looking.

7. Más elaborados que esos anglicismos crudos son los calcos, que reproducen la estructura de la voz inglesa: rascacielos (skyscrapper), aerolínea (airline), baloncesto (basketball), barreminas (minesweeper), comida rápida (fast food), páginas amarillas (yellow pages), marcapasos (pacemaker) y las traducciones club de campo (country club), fuente de soda (soda fountain). Algunas expresiones se han adaptado rápidamente: beneficio de la duda, bomba de tiempo, papa caliente, amor a primera vista. Muchísimos anglicismos como hombre fuerte, república bananera, políticamente correcto, aldea global, gente linda, control de natalidad, objetor de conciencia, desobediencia civil han enriquecido el léxico social y la discusión pública.

8. La introducción de términos ingleses es extraordinaria en música, deportes, economía, computación, tecnología en general. Los ejemplos son muy conocidos, por lo que bastará un par de casos.

Nuestra cultura alcohólica ha sido transformada radicalmente. El inglés ha remodelado nuestros hábitos tradicionales, arrinconando cada vez más la chicha, el chacolí, el pipeño y el aguardiente. Los navegantes que atravesaban intrépidamente el Cabo de Hornos (los cap horniers) introdujeron el ron, el grog, el ponche. Los bares clásicos tienen su barman. Como, en general, han bajado de nivel y su clientela no es ya la gente linda, no es de buen gusto ser cliente frecuente de un bar. En su reemplazo han surgido los pubs, que han importado el concepto de las happy hours. Allí pueden degustarse los cócteles o combinados, tragos largos, como gin tonic o gin con gin, Maniatan, Tom Collins. Whiskey, brandy o ron para los caballeros, cherry, para las damas. Prácticamente se han nacionalizado el whiskey (o whisky, según las pronunciaciones escocesa o irlandesa) o scotch, si se prefiere, o el bourbon americano, on the rocks o con soda. Los pisqueros están preocupados y piden protección estatal para su producto, base de los pisco sours y de las populares piscolas. Los bebedores más populares eran asiduos del shuflái. El clery y los ponches han perdido vigencia, en cambio, la malta vive un renacimiento (hace años la malta con huevo era imprescindible para las madres con hijos lactantes y los varones que deseaban aumentar su potencia).

En otro campo, nos enteramos de que Madonna, la indiscutida reina pop, famosa por sus osados videoclips y por su sexy y glamoroso look, ha hecho estremecer los rankings con sus últimos hits. En tiempo record los CDs o DVDs5 ocupan los lugares top. Los diyéis6 y los fans están de plácemes. Los walkman y los discman tienen material nuevo, que inundará las cunetas santiaguinas. El show business está en alza.

No es novedad, en música varias generaciones de chilenos han cantado en inglés y bailado los ritmos que nos llegaron de Estados Unidos: charleston, foxtrot, boogie, soul, twist, country, rock. Bailar cheek to cheek era un triunfo de la seducción personal, mérito en gran parte compartido con Frank Sinatra, Dean Martin, los Platters o los Cuatro Ases. Al léxico habitual pertenecían jazz, cool, swing, blue, big band, hit parade, crooner. Hoy están de moda heavy metal, grunge, funk, trash, new age, reggae, rap, techno, hip hop. Nuestros cantantes editan covers y medleys. Los antiguos singles y long plays se remasterizan.

Los anglicismos no sólo nos traen lo más positivo de la sociedad norteamericana. También hemos tomado gángster, crimen organizado, blanqueo de dinero, dinero negro, linchar y el mundo de la droga: drogadicto, drogadicción, drogas duras y blandas, yoin, estar down, díler, púsher, LSD, crack, speed,...

9. Aunque el uso y el dominio de los anglicismos es mucho mayor en las clases pudientes, la prensa y especialmente la televisión los difunden masivamente. No es raro en hogares populares encontrar niños que se llaman orgullosamente Johnny, Washington, Elizabeth, Jenny, Scarlet, Richard...

10. Recapitulemos.

El léxico de la lengua inglesa crece aceleradamente. El material proviene de diversas fuentes: elementos léxicos que toma de cualquier lengua, incluso de aquéllas habladas por pueblos con culturas muy distantes a las occidentales; formación de neologismos propios mediante los métodos usuales (prefijación, sufijación, composición, utilización de raíces griegas y latinas, renovación de voces antiguas a las que se les da un significado nuevo; siglas, reducción del cuerpo fónico de palabras usuales, fusión de combinaciones de palabras...).

Este rápido crecimiento del léxico inglés repercute rápidamente en las demás lenguas. En nuestro caso, el español y más específicamente el español de Chile, ante el avance incontrolable en la creación de referentes materiales y espirituales, toma las voces inglesas correspondientes, o traduce los neologismos, o introduce significados ingleses a palabras españolas que tienen una semejanza formal (parónimos) con aquéllas7.

Los términos que se introducen pueden ser voces inglesas prácticamente en bruto con sólo una ligera adaptación a las características fonéticas del español o puede haber una españolización más profunda, que suele producirse en el tiempo (así un ajeno beefsteak se convierte en los extendidos bistec, bisté o bife o en los más familiares bisteque o bistoco).

Este proceso de incorporación se produce por lo general en léxicos especializados (deportes, economía, finanzas, ciencias naturales, exactas, humanas y sociales, tecnologías, música, el mundo del espectáculo, comunicaciones, vestuario, turismo y viajes). La mayoría de estas voces quedan en ese ámbito restringido o desaparecen al corto tiempo, muchas pasan a la lengua general. La prensa juega un papel fundamental en la difusión de estos neologismos.

No todas las lenguas introducen los mismos anglicismos, ni siquiera los dialectos de una misma lengua. Así, por ejemplo, en la península ibérica se usan voces absolutamente desconocidas para los chilenos, como streetball, chopped, petting, drop-out, roadster, flipado o espídico.

11. El sacrificado profesor de lengua materna, por diversas razones8, no ha tenido éxito en lograr que los egresados de educación media lean, escriban, entiendan, hablen adecuadamente. La rápida introducción de neologismos le plantea una nueva tarea para la cual debe ser preparado. Debiera preocuparse de los anglicismos que se han incorporado a nuestra norma culta y estar atento a los que están en vías de hacerlo, de determinar los significados más usuales y extendidos y el campo léxico al que se están introduciendo.

Así, por ejemplo, en el campo léxico de jefe, caudillo, adalid, conductor, director, guía, cacique, cabecilla, jerarca, cabeza, dirigente, corifeo,... los hablantes españoles le hicieron un espacio a leader. Valera (1878) emplea este anglicismo en una carta a Menéndez Pelayo “¿qué se diría si yo fuese a visitar (...) a nuestro leader Sagasti?” El sentido era exclusivamente político: ‘jefe de partido’. Este leader se castellanizó en líder, su plural leaders o líders, en líderes. Hoy día aparecen cientos de veces en la prensa diaria junto a la familia de palabras que los hablantes, sobre esa base, han creado desde entonces: liderar, liderazgo, liderato, liderado.

No está de más en cada caso reflexionar: ¿Por qué entró este neologismo? ¿Qué necesidades satisface? ¿En qué medios se emplea? Sería necesario que los lingüistas de Chile9 prepararan estudios que más tarde fueran transformados en materiales didácticos.

12. El inglés está produciendo un acelerado proceso de renovación e incremento de nuestro léxico, en el plano superficial de las formas lingüísticas y en el más profundo de los contenidos. La ciencia, la tecnología, los problemas sociales están crecientemente siendo elaborados en inglés. Como para hacer irreversible este proceso, a nuestros científicos se les estimula a que abandonen el castellano, redacten sus papers en inglés y que los publiquen en revistas ISI, preferentemente norteamericanas.

No entendamos mal. De ningún modo se trata de ser puristas y rechazar lo extranjero. Si los hablantes incorporan anglicismos es porque sienten que los necesitan, sea porque no existen en nuestro medio los referentes reales o espirituales (transístor, quásar, agujero negro), sea porque se los trata de mirar desde una nueva perspectiva (gay revela un enfoque más tolerante del homosexualismo) o se quiere aprovechar del prestigio de la lengua extranjera (no es casual que el inglés se asocie a un mayor refinamiento unido, por cierto, a un mayor precio; por ejemplo, entre business class y clase turística hay muchos dólares de diferencia). Se trata de someter a crítica y elaborar este aluvión para que no afecte la estructura de nuestro idioma. El léxico debe renovarse, ampliarse, los significados de las palabras cambian, surgen nuevas acepciones. Algunas voces se hacen obsoletas y luego desaparecen del uso. Así funcionan las lenguas. En Chile ya no se anda en góndola, ni se compra en boticas, ni se va al biógrafo. Pero, no siempre las traducciones o adaptaciones son las más adecuadas, por ejemplo, ciencia ficción es una ciencia que, a la vez, es ficción; el original science fiction, por el contrario, es una ficción que tiene una base científica. No es lo mismo. En la vida es importante deslindar lo substantivo de lo adjetivo.

Es muy legítima y loable la preocupación del señor ministro por mejorar los resultados de la enseñanza del inglés, pero sin duda es prioritaria la enseñanza de la lengua materna y debe prestársele por lo menos la misma atención. El análisis del caudal de anglicismos recientes es un terreno común en el que converge gran parte de lo más actual de la cultura de nuestro tiempo.

 

NOTAS

* Los materiales de este artículo son producto del Proyecto Fondecyt 1010221.

1 Estas apropiaciones son muy especiales porque los “importadores” no se llevan las palabras sino unas copias adaptadas a las características de las lenguas receptoras. Es una acción absolutamente pacífica, diferente a las de los piratas, corsarios o bucaneros ingleses que asolaron nuestras costas. Así, por ejemplo, Drake en su paso por Valparaíso no se preocupó mayormente de nuestro acervo lingüístico, en cambio, se llevó hasta las vinajeras de plata de la modesta Iglesia de La Matriz.

2 Varias de las palabras que damos como ejemplos tienen una historia sumamente compleja. Especialmente difícil son las relaciones con el francés: A menudo el anglicismo fue recogido en primer término en esta lengua y de allí pasó al castellano. Para los fines de este artículo no es pertinente un mayor grado de precisión en la determinación de los étimos mediatos e inmediatos.

3 Habría que decir que ésta ha sido una influencia constante. Recuérdese que en los años 50, por ejemplo, cine era equivalente de filmes de gángsters, cow boys y musicals. En continuados triples podíamos admirar sucesivamente a James Cagney o a Edward G. Robinson, a Randolph Scott o a Gary Cooper, a Fred Astaire o a Donald O’Connor.

4 “‘Yo me voy a dar un plazo de un mes para presentar la propuesta. Hay que hacerlo rápido si no de nuevo se empezará a chutear el tema’ dijo Riveros /Rector de la U. de Chile/”. El Mercurio, C1, 4-05-2004.

5 Pronunciados cidís y dividís. En España son cedés y deuvedés.

6 O dejotas.

7 Un par de ejemplos: “un vendedor agresivo” puede golpear a los clientes o ser sumamente insistente y dinámico. “Un cambio dramático” puede tener alguna relación con drama, pero más frecuente entre nosotros es que se refiera a un cambio radical, significativo. Estas nuevas acepciones provienen del inglés.

8 Entre otras: cursos excesivamente numerosos, ingreso a la educación de las capas más populares, falta de material didáctico especializado, orientación hacia los tests de alternativas (PAA, por ejemplo) en desmedro de las pruebas de redacción, deficiente preparación de los profesores, descenso cultural de los medios y de los hogares, desaparición de los locutores, animadores, presentadores que eran modelos lingüísticos, falta de reconocimiento social al escribir y hablar con propiedad...

9 Podría ser una preocupación de la Sociedad Chilena de Lingüística, con apoyo del Ministerio de Educación. La enseñanza de la lengua materna debería tener un fondo especial en Fondecyt, así como salud tiene un Fondo Nacional de Investigación y Desarrollo en Salud (Fonis).

 

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